8M: para que la tierra tiemble

Comenzó marzo signado por el paro. Primero de docentes, luego se sumaron en una movilización los trabajadores y, finalmente, será el paro de mujeres. Las significaciones de los tres paros se potencian, se multiplican y confluyen en este 8M.

La primera jornada estuvo poblada por maestras y maestros, profesoras y profesores que reclamaron no sólo paritarias nacionales y aumento salarial, sino que salieron a combatir la campaña de desprestigio por parte del Gobierno Provincial al trabajo docente, con la moción del voluntariado. La informalización que acarrea la propuesta de los voluntarios en las aulas está ligada a la desvalorización que la tarea docente sufrió por parte de la sociedad, de los medios de comunicación y de los diferentes gobiernos. Sin embargo, en vistas del paro de mujeres es difícil no asociar este descrédito a una variable histórica y de género, puesto que como otras profesiones de cuidado, la docencia también ha sido destinada a las mujeres y por ello, devaluada: desjerarquizada y mal remunerada. 

También las centrales de trabajadores salieron el martes a la calle contra los despidos, inflación y tarifazos. Ciertamente el tercer día de jornada acumula los mismos reclamos de los sectores anteriores, pero potenciados no sólo en número, sino cualitativamente, porque como medidas económicas desfavorables impactan con mayor fuerza en el colectivo femenino. Esto se debe al enclave que nos traza la sociedad: las mujeres por solo el hecho de serlo nos encontramos en una posición desfavorable a nivel laboral y económico. En primer lugar, porque realizamos una “doble jornada laboral”: la del trabajo remunerado y la del trabajo no remunerado. Además tenemos mayores probabilidades de trabajar informalmente, los ascensos son más dificultosos, los sueldos son menores y por cuestiones de licencias (por embarazo, lactancia y cuidado) somos consideradas “trabajadoras caras”. Por esto el paro de mujeres es radical y bajo la consigna de “si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras”, el paro internacional denuncia la dominación de la mujer como base del sistema económico y político.

Las demandas del colectivo femenino son, esencialmente, vitales: el fin de la violencia machista, que va desde la discriminación hasta el maltrato, la objetualización de la mujer, las violaciones y los femicidios. Actualmente en Argentina matan a una mujer cada 30 horas, según un informe anual del Observatorio de Femicidios "Adriana Marisel Zambrano" de la ONG “La Casa del Encuentro”. A esto se suma el  funcionamiento efectivo de la interrupción del embarazo y el reclamo por el derecho al aborto. También   la desarticulación de las redes de trata. Y el fin de la violencia obstétrica, derechos de parto y el posparto respetado.

La urgencia del paro a nivel nacional se resignifica frente al encarcelamiento de seis mujeres activistas que se encontraban realizando actividades de difusión relacionadas al 8M. La denuncia fue tomada por la fiscalía 20 a cargo del Fiscal Juan Rozas, quien ordenó la detención de las mujeres y su causa fue caratulada como “daño agravado”. En resumen, se trata de una reacción policial desmedida que actúa de manera rápida y efectiva para reprimir a las mujeres y criminalizar la lucha, pero que no lo hace del mismo modo cuando se trata de denuncias por violencia de género: dos de cada diez mujeres que son asesinadas habían denunciado antes a su agresor. Por eso también pedimos por la libertad a Milagro Sala.

La trascendencia del paro es internacional: se realizará en cerca de 50 países, lo que indica que las mujeres no sólo tenemos reclamos universales, materiales y simbólicos, sino que su potencia reside en su posibilidad de crear redes por encima de los estados y de las instituciones. Este tejido adopta tramas micropolíticas que se hacen sólidas a través de participación asamblearia directa. En Argentina, las dos últimas huelgas se convocaron a través de redes sociales, se organizaron en asambleas y en los encuentros populares de mujeres, configurando una participación política horizontal y vitalista. La lucha feminista se coló en el seno de todas las organizaciones políticas y sociales que cuentan hoy con comisiones de género. Por cierto, la elección de la fecha para el paro -el Día de la mujer trabajadora- resulta de una apropiación y resignificación por parte del colectivo de mujeres de una jornada que de otra manera estaría signada por las flores y todos los estigmas y lugares comunes de “lo femenino”.

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