Biscay, el Banco Central y el estado de excepción

Por: Guido Lapajufker

Como muchas de las noticias que diariamente el Gobierno intenta ocultar, esta forma parte del "mundo económico". El día 27 fue publicado en el Boletín Oficial que el Poder Ejecutivo expulsaba a Pedro Biscay del directorio del Banco Central. El argumento utilizado por el macrismo fue el "mal desempeño y la violación de la Carta Orgánica del banco" del único director que no actuaba de forma monolítica con el presidente del organismo, Federico Sturzenegger.

Ocurre que, más allá del consejo de Durán Barba en torno a evitar todo lo referente a la economía (que resta votos de a montones al oficialismo), el procedimiento y las razones con las cuales se llevó adelante esta medida pondrían los pelos de punta a todos los "republicanos" que engrosan las filas de Cambiemos.

El Gobierno, nuevamente, demuestra hasta qué punto su democratismo y "respeto a las instituciones" sólo tiene un carácter demagógico. Expulsa al único director que fue votado debidamente por el Senado y con mandato vigente hasta el 2019, mientras el resto de los directores se encuentran nombrados a comisión, lo cual implica de por sí una grave irregularidad. Ni hablar de que la salida de Biscay fue decidida formalmente por el Poder Ejecutivo al mejor estilo CFK-Redrado. El macrismo ha conseguido en 18 meses convertir al BCRA en un organismo dirigido íntegramente por una camarilla.

Política monetaria 

El papel de Biscay dentro del directorio del banco venía tomando cierta relevancia a partir de que el ahora ex director del BCRA hacía públicas sus disidencias con las medidas adoptadas por el organismo. Solía votar en soledad oponiéndose a una dirección ortodoxa que constituye la línea dura del neoliberalismo dentro del gobierno de Macri.

 Cabe recordar que la interna entre Prat-Gay y el presidente del central terminó con la renuncia del ex ministro, la división del ministerio y la asunción de dos personajes sin ningún peso político como son Luis Caputo y Nicolás Dujovne.

El propio Biscay considera que su salida se debe a sus "criterios de oposición a la desregulación plena en materia cambiaria, por sus efectos nocivos sobre la estabilidad financiera, el empleo, el desarrollo económico con equidad social y la fuga de capitales".

"También vengo efectuando informes críticos y solicitando la revisión de los criterios de política de tasa de interés que implementa el Comité de Política Monetaria, en atención a los riesgos que el abultado volumen de Lebac emitido, podría generar sobre el tipo de cambio, la estabilidad de precios y la estabilidad financiera del país", agregó Biscay en su defensa.

Corresponde aquí separar la paja del trigo: es cierto que la política del BCRA lleva a profundizar los desequilibrios económicos; a la quiebra del central producto de la bicicleta financiera y su posterior fuga de capitales. También es cierto que Biscay formó parte de la estafa realizada al final del kirchnerismo con el dólar futuro y que sus críticas a la política actual están acompañadas por una reivindicación de la política anterior, que también llevó a una quiebra del central y a un crecimiento enorme de la deuda pública, incluso luego de una década de "pagadores seriales".

Estado de excepción

Las diferencias sobre el rumbo financiero a seguir no alcanzan para explicar la separación del amigo de Axel Kicillof. El macrismo está jugado de lleno a su propio "vamos por todo" y se niega a tener oposición, aunque esta sea solo testimonial, como era el caso de Biscay. Tiene razón el ex director cuando adjudica su expulsión a cuestiones políticas, solamente que no son las que él aduce.

Lo que el Gobierno oculta fallidamente son sus verdaderas intenciones: la reforma laboral, el avance sobre los derechos de los trabajadores, una reforma previsional acorde y un endeudamiento furioso que paguen los trabajadores. Todo su esquema económico se sostiene sobre la baja de los costos laborales. Es decir, del salario de la clase obrera.

El macrismo se mira regularmente en el espejo de Brasil. Así como la reforma laboral le permitió a Michel Temer posponer su agonía, lo mismo espera Macri. A tal punto se encuentran en la misma sintonía ambos gobiernos, que el de Temer acaba de protagonizar un affaire a partir de expulsar a uno de los principales banqueros de la vieja guardia del PT.

En los últimos años, el Central ha tomado una relevancia política inédita hasta entonces. Resulta obvio que, en este contexto, la estructura y el funcionamiento del banco debe obedecer a los intereses de las clases populares y no al de los especuladores y los capitales financieros, como viene ocurriendo hasta ahora.

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