Claudia Puyó: "No tengo dinero, pero nadie me dice qué tengo que tocar"

Dueña de una voz exquisita y con una trayectoria de más de 40 años, la artista de rulos eternos y personalidad avasallante volverá a presentarse en el BA Rock, en su quinta edición.

Por María Fernanda Rey

Claudia Puyó constituye una de las voces inapelables y necesarias del rock nacional. Sin embargo, a pesar de su gran trayectoria, es más conocida por sus colaboraciones (haciendo coros o como invitada) con músicos y bandas de la talla de Suéter, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Patricia Sosa, Mercedes Sosa, Alejandro Medina, Fito Páez, Fabiana Cantilo y Los Tipitos, entre otros. Ella atribuye estar fuera del mercado a su rebeldía.

"Ahora soy independiente, desde hace muchos años, y no tengo dinero, pero hago lo que me da la gana y nadie me dice lo que tengo que tocar. Nunca pudieron, en realidad. Me lo decían antes y tampoco lo hacía. Por eso no soy tan conocida, me conocen más, por ahí, por hacer coros con alguien que por haber hecho mi propia música. Pero yo estoy muy tranquila con mi camino y me hace muy feliz ser músico. Creo que, si tuviera que morir y volver a nacer, elegiría esto mismo que hago".

Sus primeros dos discos, Del Oeste (1985) y Cuando te vi partir (1994), los hizo con compañías discográficas. A partir de allí comenzó su carrera independiente: La razón y la tempestad (2001), El ángel (2008) y Primavera por un día (2014). En el medio, también participó en un disco de su pianista, el "Gato" Ricardo Marín, llamado La banda del gato Vol.1

"Ahora estoy preparando un disco —adelanta en diálogo con El País Digitalque se va a llamar Cazadora de cielos, que saldrá cuando junte unos mangos para poder editarlo, porque yo siempre, más allá de subirlos y regalárselos a la gente para que los escuche, hago mil discos porque hay personas a las que les encanta la información y a mí me encanta hacer las gráficas". 

Es que esta mujer hermosa y polifacética también se dedica a la fotografía: "Yo soy fotógrafa también, hice fotos toda mi vida. Soy de analógico, y voy a hacer la gráfica de este disco. Como la de La razón y la tempestad, que también la hice con fotos mías. Cazadora de cielos va a ser una especie de continuación de mi último disco. Hasta va a tener una continuación gráfica".

Artista precoz, Claudia escuchaba música con su padre, melómano de música clásica, y cantaba sobre los discos del Oratorio de Pascua de Bach. A los 12 años armó un dúo con su amigo Aníbal Forcada, que se llamaba Ana Gris. "Mis padres jamás me dijeron nada con respecto a tocar, nunca me incentivaron, pero tampoco me dijeron que no lo hiciera. Yo cantaba a los gritos arriba de Aretha Frankin, por ejemplo, que es mi maestra de canto. Y nunca me impidieron tocar. Al primer recital que di con Ana Gris vinieron mis viejos. Tenía 15 años", recuerda.

Inevitablemente, y a pesar de que a ella eso siempre le molestó, se la ha comparado muchas veces con Janis Joplin, en especial a principios de los 80. Claudia se enoja: "Me cago en las comparaciones. Mi estilo no se parece en nada a Janis Joplin. Canto rock and roll porque compongo más rock and roll que otra cosa, pero yo canto folclore también —de (Gustavo) Cuchi Leguizamón o de Atahualpa Yupanqui—, canto soul en inglés… Quiero sacar un disco de soul en inglés. Pero no hago un solo estilo, la gente me identifica un poco más con el blues y el rock porque, desde que soy muy niña, canto e improviso eso".

De todas formas entiende el origen de la comparación: "Sí, la escuchaba a Joplin, tal vez me parezca en la impronta que tengo después de muchos años. A los 33 años la vi por primera vez en un video y me pareció que teníamos algo en común, aunque más que nada tiene que ver con la pasión. Pero la verdad es yo escuchaba músicos hombres y cantantes negras, salvo Carole King o Joni Mitchell, pero en general, escuchaba cantantes negras. Y cantantes hombres, como (Robert) Plant, (Mick) Jagger y otros. La verdad es que las comparaciones son bastante ridículas".

Puyó es una sobreviviente. Pocos músicos pueden jactarse de seguir arriba del escenario después de 40 años de carrera. Y es, además, una luchadora. En la década del 90 vivía en Madrid, donde tenía su banda, Los románticos de Artane. En esa época grabó El amor después del amor con Fito. También tuvo la oportunidad de realizar una gira de 23 conciertos por Europa con Kevin Ayers (integrante de Soft Machine) y con Ollie Halsall, su novio inglés. Y sin embargo, Claudia también tocaba en el subte, porque la plata no le alcanzaba: "Terminamos en el Shaw Theatrede Inglaterra, en Londres, hicimos dos shows. Madrid fue una época muy fuerte para mí, la pasé bomba, aprendí muchísimo, pasé de tener mi grupo, de vivir en lugares chiquitos, de tocar en el metro, a hacer una gira de 23 conciertos". 

"Empecé en Holanda y terminé en Inglaterra. No mucha gente tiene esa suerte. Pero tocaba en el subte porque no tenía para morfar. ¡No sabés la suerte que tenemos los músicos! Tocamos en un montón de lugares, de ahí a que nos paguen hay un planeta. Tocábamos en lugares raros, muy diversos, por ejemplo, en Alemania, tocábamos en Bonn, en un lugar recopado, y después tocábamos, por ejemplo, en un lugar tomado en Núremberg, que era como una especie de lugar de ocupas, medio anarco. Y terminamos la gira en el Shaw Theatre, que es un teatro londinense muy hermoso, tocamos 27 y 28 de abril de 1992".

Mujer audaz y decidida como pocas, Claudia Puyó aprendió a manejarse de manera independiente y a pulmón, rebuscándosela. En el 96 supo que se iba a realizar un Festival de la canción en Egipto. Y ella quería conocer las pirámides, así que consiguió todos los papeles, mandó una canción como pedían y obtuvo su oportunidad.  "Toqué con una orquesta egipcia. Pero, la verdad, lo que más me importaba no era ir a tocar, era ir a conocer Egipto, que sabía que no iba a tener otra oportunidad en mi vida", admite.

El universo de Puyó no se circunscribe solamente a la música. Además de fotógrafa, es una gran lectora. Confiesa fanatizarse, por épocas, con distintos escritores: Benedetti, Edgar Allan Poe, Ray Bradbury, Castaneda, Wilde, Sábato, Arlt, Prévert. Y cuando eso ocurre, lee todo lo que encuentra de ese autor. 

Para escribir sus canciones, confiesa que se inspira en muchas cosas: las que pasan en el mundo, las que le pasan a ella, las personas que conoce. "Muchas veces, leyendo me he inspirado. Por ejemplo, me acuerdo de que cuando leí La casa de los espíritus (Isabel Allende) escribí mucho. Me hizo escribir toda una historia de mi vida, desde que nací hasta los 8 años, porque me trajo muchos recuerdos de mi infancia. Fue como si lo que ella contara me recordara cosas que me había olvidado", reflexiona. "Es muy inspirador —remarca— leer poesía o lo que escribe otra persona que escribe muy bien o que puede plasmar las palabras que vos dirías y tal vez no podés decir. Igual, cuando compongo creo que me inspiran muchas cosas, no hay una sola". 

También ama a los animales, pero las dimensiones de su casa solo le permiten tener una tortuga: Luisa Lane, que, en realidad, es Luis. "Es un tortugo travesti, una de cada 10 tortugas macho tiene caparazón de hembra, y yo tengo justo esa. Me encantan los animales,vivo en un lugar muy pequeño y no puedo tener animales en un lugar tan chiquito, cuando vivía en una casa tuve gatos y perros. Y tuve arañas, que me encantan. Coleccionaba arañas de chica. Me gustan mucho los insectos, debería haber sido entomóloga".

El 15 de octubre, pasadas las 14, Claudia va volver a tocar, en el BA Rock. La última vez fue en Obras, hace 35 años. Tocó tres días: uno con Miguel Cantilo y Punch, otro con la banda que tenía Alejandro Lerner, La Magia, y, durante el último, en la zapada final. El diario Clarín lo describió, curiosamente, así: "Subió Claudia Puyó (debutante) y como es muy bella los chicos se tomaron en serio su pedido de ser escuchada. Así pudimos enterarnos de su amplio registro y su musicalidad". Los años pasaron, pero Claudia sigue siendo la bella mujer de rulos rubios, poseedora de esa voz diáfana e inconfundible. Este año, al fin va a tocar con su banda, Claudia Puyó y los anestesistas, esta vez mostrando su música. La cita es ineludible.


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