El rearme de la Provincia de Buenos Aires

Por: Juan von Zeschau

Monzó fue ministro de Asuntos Agrarios de Daniel Scioli, colaboró en la campaña 2009 del FPV contra De Narváez y, luego, frente a la debacle post electoral del kirchnerismo, preparó su salto hacia la oposición. Ese traspaso se cristalizó en 2011, cuando Monzó fue designado ministro de Gobierno en la CABA, bajo el abrigo de Mauricio Macri. Actualmente es Presidente de la Cámara de Diputados, representando a Cambiemos. Un derrotero cuyos principales atributos -debe concederse- parecen ser el talento para el armado político y la flexibilidad ideológica. Su historial, como así también los cortocircuitos internos de la última semana, hacen verosímil un salto hacia otra fuerza política.

Hay, no obstante, una causa fundamental de las lamentaciones. La incorporación de Joaquín De La Torre en el ejecutivo provincial fue un cross al estómago del diputado de Cambiemos. Amparado en la formalidad de la presidencia de la Cámara, Monzó pretendía ejercer el rol de mediador entre el PRO y el peronismo bonaerense, ser un guía en tierras desconocidas, convertirse en un puntero sofisticado, de alto nivel. Pero Vidal no tenía los mismos planes y se rodeó de armadores efectivos: Ritondo, Salvai, Mosca y, por último, De LaTorre. 

Hace meses que el entorno de Monzó manifestaba su disconformidad. Se decía que el diputado renegaba de hacer política con una banda de empresarios. También, criticaba a Vidal por sumar peronistas sin incorporar poder real, sin sumar gobernabilidad. Era una queja frente a lo inevitable. Vidal no tiene otro objetivo que exiliarlo del territorio bonaerense. Y esta última jugada, la compra del pase de Joaquín De La Torre, quiebra el espinazo del diputado. Además, contiene un mensaje de desprecio: Vidal lo desplaza por alguien ajeno al PRO. Hasta hace menos de un año, el ex intendente de San Miguel era miembro del Frente Renovador. 

El presidente de la Cámara tiene otro frente abierto. En la interna de la superestructura, en las camarillas de la alta política, Macri definiría a favor de Marquitos Peña. De salida en la provincia y cercado a nivel nacional, a Monzó no le queda otra que esperar a que la rueda gire. O pegar el salto. Quizás, Randazzo lo ampare. Lo cierto es que la presidencia de la Cámara ya no contiene sus aspiraciones. 

En declive, su poder parece reducirse al armado legislativo bonaerense y a los funcionarios leales que ejercen en el gobierno nacional. Marcelo Daletto, hombre de su confianza, es presidente de la Comisión de Presupuesto e Impuesto de la Cámara de Diputados provincial. Fue Jefe de Gabinete de Alak y, en un pasado muy lejano, funcionario de Menem y, tiempo después, de Duhalde. Más allá del recorrido político de su operador, lo cierto es que la Comisión de Presupuesto es un área estratégica y Monzó todavía ejerce control sobre ella. El hermano de Emilio, también diputado provincial, secunda a Daletto en las tareas legislativas. 

En el plano nacional, el que le ofrece los “fierros” a Monzó para operar a los intendentes es el Viceministro del Interior, Sebastián García de Luca. La última semana, él fue quien recibió en Casa Rosada a la intendenta de Baradero, Fernanda Antonijevic -la nueva incorporación de Cambiemos PBA-, con el fin de coordinar proyectos para el distrito. Es llamativo: Antonijevic fue atraída por los cantos de sirena de Vidal, y quién la empujó al PRO bonaerense fue Cristian Ritondo y su viceministro de Seguridad, Matías Ranzini, enfrentados con el ala de Monzó. Parece que García de Luca les ganó de mano, primereó. Fue una pequeña victoria de un monzoismo en plena retirada.   

El intendentismo

Quizás el mayor error de los operadores de la gobernadora hasta el momento fue dejar que haya ocurrido un acto como el del martes en el NH. Con el pretexto de rememorar la victoria de Cafiero en la Provincia de Buenos Aires, los intendentes agremiados en el Grupo Esmeralda -que conducen Insaurralde y Katopodis- tuvieron su primera victoria, su hecho político iniciático. 

La convocatoria fue amplia, sobraron asistentes y oradores. Se intuye que el impacto va a sentirse. La línea de corte fue clara: hablaban quienes tienen responsabilidades de gestión (intendentes, gobernadores) y quienes acompañaron a Cafiero como funcionarios provinciales. La presencia de Felipe Solá en el escenario, más allá de levantar suspicacias, puede entenderse en ese sentido. También por eso, Espinoza, Scioli, Alberto Fernández, Bossio y otros dirigentes de la “superestructura” política escucharon a los oradores desde el llano. Asistieron para no quedar afuera, para ser parte de la fiesta. En ese sentido, el nuevo espacio promete. Genera perspectivas entre los compañeros, obliga a ser parte. 

Juanchi Zabaleta, con sus palabras, garabateó las primeras líneas de la renovación. El Grupo Esmeralda se anclaría en el océano amplio del PJ. Desde ahí convocan, no se desprecia a nadie, las puertas están abiertas para todos. Aunque el deseo de cambiar la conducción es explícito, el espíritu renovador es contra las cúpulas del peronismo, contra las castas kirchneristas que se aferraron a su vértice hasta 2015. 

Perón decía que el conductor es un constructor de éxitos, y la conducción es la elaboración de esos éxitos por intermedio del conductor. El éxito, entonces, no significaba más que alcanzar el objetivo propuesto. Los intendentes de Esmeralda parecen haber tomado nota de esas enseñanzas. Primero: el conductor es un medio. Segundo: el conductor se constituye como tal si alcanza los objetivos que persiguen sus conducidos. Ni Cristina ni Scioli cumplen con ese último requisito. Los intendentes sí: ellos ganaron en sus distritos. Así que ahora armarán desde ahí, con el objetivo de conducir la renovación. 

Vidal

Vidal no se cruza de brazos. Utiliza dos viejas armas, el palo y la billetera. Hostiga a los duros, intenta seducir a los dialoguistas. Amenaza a Verónica Magario con lotear su distrito, le aclara que “el municipio es de la gente, no de un partido político”, envía a sus legisladores comandados por Manuel Mosca a solicitar un Plan de Factibilidad de división de la Matanza al mismo ejecutivo provincial que ella conduce. El allanamiento de la municipalidad de Berazategui (debido ala denuncia de un dirigente radical por la gestión de los Planes Argentina Trabaja) va en el mismo sentido. El apriete. 

La gobernadora también apela a la caja provincial. Joaquin De La Torre estuvo el fin desemana en Lomas de Zamora en un acto junto a Insaurralde. Edgardo Cenzón, el ministro de Infraestructura provincial, visitó Almirante Brown donde se reunió con el dueño de casa, Mariano Cascallares, y los intendentes Fernando Gray (Esteban Echeverría) y Juan Pablo De Jesús (Municipio de la Costa). Por ahora, igualmente, no son demasiados los éxitos que puede exhibir Cambiemos en materia de cooptación de dirigentes peronistas. 

Massa

Sergio Massa renguea, herido. "Tiene que dejar de hablar por hablar", dijo Macri. Y le pegó al tigrense justo en donde le duele, en ese lugar en el que todos los focus group coinciden y ratifican su atributo más negativo: tiene fama de oportunista, de poco serio, opina de todo, no se casa con ninguna bandera, levanta todas, pero solo por un ratito. Esa especulación de corto plazo lo desperfila: ¿quién es Massa?, se preguntan los bonaerenses. ¿El que propuso que las Fuerzas Armadas entren a las villas? ¿O el que se opone a la apertura irrestricta de las importaciones? 

En la última semana, sin embargo, el dirigente sumó porotos a su canasta, por lo menos, en las bases territoriales que sustentan su candidatura. La principal victoria es el apoyo de Martínez, secretario general de la UOCRA, lo que le permite avanzar un palmo más en esa guerra de trincheras que mantiene con el PJ en el terreno de los gremios. También, en los últimos días, Massa reforzó la cuestionada lealtad de algunos de sus intendentes, frente a los rumores de pases inevitables a la alianza Cambiemos. En una recorrida por San Miguel del Monte, Massa se mostró junto a los intendentes Javier Gastón (Chascomús), Guillermo Britos (Chivilcoy), Alexis Guerrera (General Pinto) y Javier Osuna (General Las Heras). Secundado por su esposa, Malena Galmarini, el dirigente ajustó todavía más las tuercas en Chascomús: el lunes visitó el distrito y posó junto a Javier Gastón, un (hasta hace unas semanas) probable fichaje de Vidal al armado del PRO bonaerense. 

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