En Rosario, el cerdo vale hasta 11 veces más que lo que recibe el productor

La foto de un matambre a $256 el kilo en un súper rosarino se hizo viral. Los productores, que solo perciben $23, acusan a las cadenas de “inflar” los precios. La diferencia debería ser de cuatro veces.

La viralización de una foto que muestra una pieza de matambre de cerdo comprada en una cadena de supermercados rosarina despertó un gran debate sobre la brecha entre lo que recibe el productor y el precio en góndola que tienen los productos. La foto fue posteada en Twitter por la cuenta oficial de la Federación Agraria Argentina (cuya sede central se encuentra en Rosario) y exhibe que el comercio cobra el kilo de matambre de cerdo a 256 pesos, mientras que los productores reciben 23 pesos por cada kilo vivo que pesa el animal.

Se trata de un capítulo más de la distorsión de precios entre el campo y la góndola, que esta vez fue aprovechada por la entidad ruralista para mostrar la situación de sus representados, que atraviesan hace años una crisis sostenida mientras el Gobierno nacional vuelve a golpearlos al abrir las fronteras e importar carne porcina desde Brasil, Estados Unidos y Dinamarca. Por otro lado, es una forma de que los consumidores cobren conciencia sobre qué actores de la cadena de valor –los grupos concentrados, las grandes superficies- se quedan con la gran tajada del beneficio final al imponer estos precios en el mercado.

La etiqueta pertenece a la cadena de supermercados La Gallega, de capitales rosarinos. El producto está elaborado por Paladini, una empresa de alcance nacional que tiene su casa central en las afueras de Rosario, zona en la que también hay muchos productores porcinos, por lo que el costo de transporte no explica la distorsión. De hecho, en las carnicerías rosarinas el kilo de matambre de cerdo vale al menos 100 pesos menos y, en algunos casos, la diferencia es exactamente del 100%.

Un profesional que conoce el rubro explicó a este portal cuáles son los márgenes normales de ganancia que tiene cada eslabón de la cadena. "El costo que el frigorífico le cobra al carnicero es, en general, el doble del kilo vivo por media res, y el valor de los cortes que se ponen al mostrador debe ser, en promedio, el doble de la media res", dijo el contador que trabajó analizando costos de frigoríficos durante 15 años. Es decir, la diferencia entre lo que le pagan al productor el kilo vivo y lo que abona el consumidor final en góndola es de cuatro veces, y de ninguna manera 11, como se pudo ver en la etiqueta que circuló esta semana en las redes sociales.

Productores pobres

"En promedio, nos pagan 23 pesos el kilo vivo, es una locura que haya esta diferencia de casi 11 veces entre lo que percibe el productor y lo que está en góndola", dijo a El País Digital Pablo Pailolle, productor porcino de la región e integrante de Federación Agraria Argentina. "Esta distorsión la generan las grandes cadenas de supermercados, que son los grandes formadores y los responsables de que los precios lleguen de hasta manera al consumidor”, sentenció.

Además, Pailolle explicó que "la carne de cerdo, a diferencia de otros productos, tiene un gran nivel de rendimiento, se aprovecha un 83%”. El productor ejemplificó en ese sentido: “Un animal de 1000 kilos en pie representa 830 kilos en gancho (media res), tiene muy poco desperdicio, por lo que no pueden argumentar eso como una razón para que haya tanta diferencia entre lo que nos pagan y lo que cobran en mostrador”.

“Esto es algo que no tiene sensatez, el productor es el que hace servir a la cerda, cría el lechón, está en el campo con lluvia y con sol. Y termina teniendo una rentabilidad muy ajustada y, a veces, hasta negativa, que lo lleva al a ruina. Por otro lado, el consumidor paga estos precios irrisorios. Y esto, lamentablemente, se ha incrementado en los últimos tiempos”, describió.

En esa senda, el dirigente sostuvo que, al no tener un Estado que intervenga evitando los abusos en la cadena de comercialización, los que terminan perjudicados son los consumidores y los productores. Por ello reclamó “la intervención de la Secretaría de Comercio de la Nación y de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia”, así como la reedición de “una Junta Nacional de Carnes que regule y fije precios mínimos de sostén para el productor de acuerdo a los costos de producción” para que “los actores más fuertes dejen de imponer sus condiciones”. Pailolle dijo, además, que la situación no es exclusiva del mercado cárnico, sino que afecta a cada una de las economías regionales. “Esto es algo que se repite en otros productos, como la leche, en las frutas y verduras. Tenemos compañeros de Mendoza que reciben 3 pesos por un kilo de ciruela y en el supermercado después lo cobran 30 o 40”, especificó el director de FAA.

Importadores ricos
"Hace tiempo que venimos reclamando que el Estado intervenga sobre la cadena de comercialización. Los organismos de control tienen que estar presentes, el Estado no puede dejar todo librado al mercado y a la voluntad de los grandes formadores. Este sector intermediario se lleva las grandes ganancias, particularmente, los supermercados", explicó. Y agregó: "Muchas veces, además, son grandes importadores de productos, como el caso de La Anónima”, dijo en referencia a la cadena de supermercados de origen patagónico que pertenece a Federico Braun, tío del secretario de Comercio de la Nación.

Por su parte, Marcos Diankoff, presidente de la Asociación de Productores Porcinos de Santa Fe, relató a este medio que “hoy el 60% del cerdo son cortes baratos. El matambre, la bondiola y el carré valen un poco más y por eso se compensa para el productor, que le vende al frigorífico o comerciante la mediares completa, que incluye todos los cortes, los baratos y los caros”, ilustró.

En ese sentido, relató que hace tiempo vienen reclamando desde su sector, “porque los cortes que más valen son los que más se están importando”. El productor dijo que “cuando el Gobierno nacional dice que lo que se trae desde afuera representa solo el 10% de la cantidad de carne que se produce en el país, esto es mentira. Son justamente esos cortes, que dejan mejor margen y que en cada caso a lo mejor representan un 25% o 30%”, indicó. "Lo que hacen estos grandes importadores es comprar los cortes más consumidos a precio barato afuera, como una bondiola, que les puede quedar a 45 pesos el kilo, pero en la góndola el precio no baja. El diferencial se lo quedan ellos", sindicó. 

Lo que está claro es que mientras este tipo de prácticas no solo no sean sancionadas, sino que además haya una acción de aliento de parte del Ejecutivo nacional, los perjudicados serán siempre los consumidores y los productores, los extremos y también los eslabones más débiles de la cadena.

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