Enero complicado en Pinamar: no llegan con los balnearios

En abril comenzó a regir el Plan de Reconversión del Frente Marítimo que tiene como finalidad construir balnearios más amigables con el medio ambiente. A poco del comienzo de la temporada, Pinamar trabaja contra reloj.

La puesta en marcha de una ordenanza de la municipalidad de Pinamar de 2009 fue una de las políticas más laureadas y mediáticas de la flamante gestión del intendente Yeza (PRO). Sin embargo, el Plan de Reconversión del Frente Marítimo está teniendo algunos contratiempos.

Más allá de las idas y vueltas del proyecto —que fue bastante resistido en un principio— el objetivo de modificar el frente marítimo para evitar la erosión marítima al recuperar la duna costera es, sin lugar a dudas, un buen plan.



Desde hace muchos años, muchos balnearios de Pinamar, Valeria del Mar y Cariló brindaban servicios cada vez más exclusivos: piletas de natación, spa, gimnasio, locales de ropa, espacios exclusivos para marcas, etcétera. Hoy, con este plan, los espacios debieron reducirse y respetar una serie de normativas que modificarán radicalmente los servicios de playa a los que los turistas estaban acostumbrados.

Los 22 km de costa que unen Pinamar, Valeria del Mar y Cariló tendrán otra cara. El Plan de Reconversión del Frente Marítimo obligó a los concesionarios a demoler los balnearios de cemento y los reubicó — a fin de ganar metros de playa y ayudar a regenerar el médano perdido— en lo que hasta el verano pasado eran los estacionamientos o parte de ellos.



El máximo perímetro de construcción es de 325 m2 y se limitó, a su vez, las alturas permitidas en las edificaciones. Las construcciones se realizan sobre pilotes —para no entorpecer la dinámica de los médanos— y  utilizan materiales amigables con el ambiente, cero hormigón armado. Uno de los datos más interesantes es que toda la construcción debe ser desmontable e incorporar criterios de sustentabilidad así como incorporar energías alternativas.

El proyecto está organizado por etapas. La primera etapa consistía en la demolición y después reubicación y construcción de 24 balnearios —en total son 46— tres en Cariló y los demás en Pinamar, más específicamente entre el muelle y los balnearios del norte. Valeria del Mar no entró en esta etapa del Plan así como tampoco lo hicieron los balnearios situados en Ostende y Mar de Ostende, que son los únicos construidos en terrenos privados, ni los que están fuera del espacio urbano de Pinamar: “Sport Beach”, “El más allá”, “El límite” y “El más allá 2”.  


Entre los que evitaron ser incluidos en la primera etapa, hay algunos balnearios que aún están con situaciones legales no resueltas. El clásico balneario CR presentó una medida cautelar de no innovar, así como La Nueva Posta y El Atlántico, entre otros, y consiguieron evitar la demolición.

Según el programa de obra, los balnearios deberían haber estado operativos el 30 de noviembre pero a días de iniciar la temporada de verano hay muchos que aún no lograron completar las obras. Los atrasos obedecen a diversos factores: el clima, los cambios en los costos de los materiales y la deficiencia de logística de una ciudad pequeña como Pinamar.


En definitiva, el estado de situación es el siguiente. Al día de hoy, hay seis balnearios listos. Se estima que cuatro no podrán abrir esta temporada y otros 14 están a contra reloj con las obras pero es muy probable que solo abran con un servicio restringido: sombra, vestuarios y un acotado servicio de gastronomía. Esto se debe a la ordenanza que impide que se realicen obras de construcción una vez comenzada la temporada estival. No se sabe con exactitud si esto regirá este verano para los concesionarios de playa pero sí que lo que se pretende es estar listos para el último fin de semana del año que es cuando llega el caudal más grande de turistas.

Un tema aparte es la Avenida del Mar —la costanera que conecta a todos los balnearios de Pinamar—. Según los vecinos parece tierra de nadie. A principios de diciembre, la Municipalidad lanzó una licitación para realizar un tratamiento de urgencia que permita llegar al comienzo de la temporada en óptimas condiciones. Es ahí cuando se verá, con exactitud, cuánto se redujo la capacidad de estacionamiento, que hoy se estima en un 30 por ciento.

Según los lineamientos del proyecto, las nuevas construcciones irían acompañadas de la reformulación del paseo costero. El plan era fomentar la peatonalización e incluir bicisendas para desalentar el uso de autos. Sin embargo, esto parece estar lejos de ser una realidad.


La opinión pública está dividida. Hay quienes piensan que estos cambios, aunque beneficiosos para el medio ambiente, modificarán en demasía el nivel de servicios al que está acostumbrado el turista que elije Pinamar. Otros, celebran la vuelta a una playa menos invadida de actividades, con más espacio y menos construcción.


Hoy, a días del comienzo de la temporada, la imagen de la playa de Pinamar es muy diferente a la acostumbrada. Es, prácticamente, una obra en construcción. Calles cortadas, balnearios en plena construcción, maquinaria por todos lados. Esto, a su vez, habla de la celeridad de llegar en las mejores condiciones a una temporada que, se estima, será compleja.







La Matanza