Importaciones, industria y salarios

Por: Miguel Zanabria

El periodo actual es un claro ejemplo de lo que Dobry llama fluidez política. Las estrategias sectoriales se reacomodan una y otra vez en torno a diversos temas de acuerdo a sus intereses en un entorno en los que les es difícil poder desencriptar qué les conviene más.

La devaluación inicial fue acompañada de una política deliberada de reducción de los salarios reales vía la promesa de una reducción de la inflación. La ronda de acuerdos paritarios dejó a los salarios rápidamente desactualizados cuando el gobierno de la nueva Alianza no sólo no logró bajar los niveles inflacionarios de la etapa peronista, sino que los aumentó.

Esa reducción del poder adquisitivo lleva a un debilitamiento fuerte del mercado interno y termina de golpe con el leve crecimiento, observado y registrado por las estadísticas del “nuevo” INDEC, del fin del gobierno anterior.

En paralelo, la apreciación del tipo de cambio, coordinada con un debilitamiento de la administración del comercio exterior provocó el previsible aumento de las importaciones dado el contexto de sobreproducción mundial.

Los empresarios industriales olvidaron rápidamente su apoyo a Cambiemos y comenzaron una veloz campaña para obligar al nuevo gobierno a frenar una “avalancha” de importaciones que “destruye” el empleo. Esto obliga a varias consideraciones.

Además del apoyo a una alianza electoral que evidentemente tendría una política aperturista, no se vio activismo industrial acompañando el proyecto de ley para frenar los despidos, que fuera aprobado por la Legislatura y vetado por el Presidente Macri.

Si la preocupación por el empleo nacional es lo que los impulsa el pedido de los industriales debería dirigirse a solicitar un aumento de los salarios generalizado y coordinado de forma que no existan cambios de precios relativos. De esta forma el estimulo de la demanda interna les permitiría aumentar el uso de la capacidad instalada y así bajar los costos medios que a su vez les permitiera absorber los aumentos salariales. Lamentablemente, en vez de eso, sólo tratan de mantener un mercado cada vez más chico producto de la estanflación y evitar todo tipo de competencia.

La derecha industrialista acompaña los pedidos de protección con el consabido pedido de subsidios que, bajo el título de política industrial, puede tomar diferentes formas, desgravaciones impositivas, que el Estado se haga cargo de la formación de su mano de obra, etc. Eso es tratar de olvidar que el crecimiento de la industria en el decenio pasado le debió más al aumento de la demanda que a una política dirigida a estimular a la oferta, la cual solo se hizo presente en los últimos tramos de la administración peronista y en sectores muy acotados [1].

La falta de corrección de la heterogeneidad estructural, la imposición de un régimen competitivo por competencia internacional, una política monetaria restrictiva y la reducción del poder adquisitivo de los trabajadores impuesta por el gobierno rompe la alianza entre industrialistas mercado internistas y trabajadores. Los industrialistas se realinean entonces en forma subordinada al interés de las multinacionales. De esta forma en vez de acompañar a los trabajadores en los reclamos del mantenimiento del poder adquisitivo de los salarios prefieren pedir algún tipo de barrera que limite las importaciones. Así, la derecha industrialista prefiere el “orden” antiobrero que sus propias ganancias tal como nos advirtiera Kalecki hace más de 70 años [2].

La postura sugerida tiene pocas posibilidades de ser aceptada por el gobierno dado que es contradictoria con su estrategia antiflacionaria. Esta tiene tres patas: administración del tipo de cambio mediante altas tasas de interés, control de la formación de precios de los oligopolios vía apertura de las importaciones y aumento de las ganancias vía reducción de salarios.

Claramente la intersección de los intereses de las dos derechas se resume a la reducción de salarios reales, lo cual en un mundo donde la competencia está exacerbada y crecen las tendencias proteccionistas, deja presagiar malos días por venir para trabajadores y empresarios industriales si el gobierno de la nueva alianza se empecina en una política destinada al fracaso. Como decía Joan Robinson, “las respuestas económicas son sólo cuestiones políticas”


* Economista CIEPyC y UNQ



[1] Ver Pablo Lavarello y Marianela Saravia “La política industrial en la Argentina durante la década de 2000”, Serie Estudios y Perspectivas. CEPAL, No. 45 - Diciembre 2015

[2] Kalecki, M (1943) “Political Aspects of Full Employment”, Political Quarterly, 4

  


Diarios Argentinos