La pregunta persistente: ¿son útiles las PASO?

Por: Sergio De Piero

El presidente de la Nación, Mauricio Macri, expresó esta semana dos afirmaciones, por lo menos, curiosas: le parece una pérdida de tiempo y de recursos públicos la realización de las PASO y, a la vez, cree que se trata de una interrupción innecesaria la realización de elecciones de medio término. Luego de ambas declaraciones, llamó a la ciudadanía a votar el próximo 13 de agosto. Estas posiciones del presidente parecen dejar entrever varios aspectos del desarrollo del Gobierno de Cambiemos, pero el principal pareciera ser que la coalición gobernante no se siente cómoda frente a las elecciones de este año, esto es, no espera una victoria notable. Sin embargo, pareciera que tampoco lo acecha una derrota aplastante. Pero, más allá de la suerte final que deparen las elecciones de octubre, cabe preguntarse: ¿qué tan complejo es el escenario de las PASO para Cambiemos y qué aspectos se destacan en el peronismo? Veamos algunos aspectos.

En primer lugar, digámoslo una vez más: los sistemas electorales son modos de procesar las preferencias de la ciudadanía, organizándola de modos distintos. No hay, por tanto, sistemas electorales más democráticos que otros; cada uno de ellos fortalece alguna dimensión a la vez que descuida otra. Dirimir las internas partidarias de manera abierta (es decir, con la participación de los no afiliados) pone a los partidos a prueba frente al conjunto de la sociedad, pero a la vez, desdibuja en alguna medida el rol de la militancia y de la trayectoria partidaria. Siempre se trata de elegir entre opciones.  

Las PASO como herramienta han tenido, hasta ahora, una utilización desigual (esta será la cuarta vez que es puesta en práctica desde su creación) por parte de los partidos políticos, pero tampoco ello es uniforme al interior de estos, ya que también cuentan las diferencias en términos territoriales. Sobre el primer aspecto, los partidos políticos, nos encontramos hoy frente a dos espacios políticos cuya heterogeneidad se expresa, justamente, en los diferentes territorios, estos es, los 24 distritos electorales. En el caso del peronismo, esta diferenciación tiene un acta de nacimiento. En el año 1985, cuando se realizara el Congreso Renovador del PJ en la ciudad santiagueña de Río Hondo, se decidió que para la elección de cargos partidarios, no se tomaría a la Argentina como distrito único, sino que se asumiría a cada provincia como un distrito; esto implicaba darle mayor peso a los gobernadores o a referentes provinciales allí donde no eran Gobierno, por encima de las líneas partidarias internas; el resultado fue la consolidación del poder de los gobernadores como líderes indiscutido del peronismo en su provincia. Ello no quiere decir que los presidentes peronistas no buscaran influir en esas internas y, en ocasiones, consiguieran algunos éxitos. En cuanto a Cambiemos, la situación es distinta: mientras el macrismo conduce los destinos del país y gobierna la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires, en el resto de las provincias su presencia es aún relativa y debe lidiar con la Unión Cívica Radical para definir candidaturas (recordando que cedió ante Elisa Carrió para encabezar la lista en CABA). Las tensiones que se produjeron en los cierres de listas de algunas provincias dan cuenta de que Cambiemos continúa una etapa de construcción como coalición política y que los resultados de estas PASO definirán mucho sobre el futuro de la alianza, a pesar de lo que el presidente ha expresado. En una revisión por las opciones que se presentan en cada provincia y en Capital Federal, podemos ver que la PASO es una herramienta utilizada para resolver la interna en varios distritos.

Según los datos disponibles en la página web de la Cámara Nacional Electoral, en el caso de Cambiemos, a pesar de los esfuerzos de Mauricio Macri por lograr una lista única en todos los distritos, encontramos que en 10 provincias habrá competencia en el interior de las PASO, esto es, se presentan, al menos, dos listas. Una dimensión atraviesa casi todos los casos: en estas provincias, Cambiemos es oposición, con la salvedad de Mendoza, donde la coalición gobierna de la mano de un radical y habrá allí dos listas. En los otros 14 distritos, Cambiemos logró conformar una lista única, aunque en el caso de CABA, la interna no se produjo, a pesar de las intenciones de Martín Lousteau, lo que lo llevó a armar una lista por fuera de la coalición. Algo semejante ocurrió en Tierra del Fuego, donde algunos radicales se incorporaron a otro frente. O el de Corrientes, donde Nito Artaza, otrora senador radical, será precandidato por el massismo. Y el particular caso de Santa Fe, donde un grupo de radicales permanece en el acuerdo con el gobernante  Partido Socialista. En el caso de las PASO, donde habrá competencia, parece percibirse la resistencia de la UCR local a los cierres “por arriba” impulsados desde el PRO nacional.

Por su parte, el peronismo divide aguas: en 13 provincias hay lista única y en 11, habrá competencia al interior de las PASO. Sin embargo, este número es engañoso, ya que la fractura se ha impuesto en varios distritos, con el armado de frentes de distinta denominación; de este modo, aun en lugares donde parece existir una lista única que identifica al oficialismo provincial, la existencia de esos otros frentes dan cuenta de esta dispersión. En los casos donde la oferta variada se da en el interior de una misma PASO, encontramos casos de alto número de listas que pone al peronismo en una situación de fragmentación más que de competencia: los votantes entrerrianos podrán elegir entre 10 listas del Frente Justicialista Somos Entre Ríos, los chaqueños podrán optar entre 6 propuestas por parte del justicialista Frente Chaco Merece Más.  Variaciones se dan, por ejemplo, en Chubut, donde el oficialismo que encabeza Mario Das Neves presenta una lista única, pero el Frente para la Victoria tendrá una PASO con 5 listas. Por eso, el número de 13 distritos con lista única es engañoso, porque en muchos de ellos, listas vinculadas al kirchnerismo, bajo la denominación Unión Ciudadana o Frente para la Victoria, competirán por afuera de quien controla el Justicialismo local (como Córdoba, Chubut o Catamarca). O el caso de la Provincia de Buenos Aires, donde el Justicialismo provincial irá bajo la denominación “Cumplir”, que encabeza Florencia Randazzo, mientras la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner preside el frente Unión Ciudadana, por fuera de la estructura partidaria. Por otra parte, la lógica oficialismo/oposición no tiene carácter explicativo, ya que encontramos listas únicas en 7 provincias donde el peronismo es Gobierno (aunque con competencia por fuera), y PASO competitivas en otros 6 distritos donde también gobierna.

En este apretado resumen, donde no incluimos el análisis de otras fuerzas que también forman parte de la competencia, muchas de las cuales también dirimen candidaturas, lo que podemos observar es que las PASO son, a la vez, una herramienta utilizada por muchos espacios políticos para resolver sus internas, aun cuando no abarque al conjunto de las tensiones políticas en el interior de los mismos. Esto es, conviven a la vez disputas dentro de la misma PASO, con fracturas que se expresan con otras denominaciones y que le disputan poder a quien controla el partido. Esta situación es mucho más notoria en el peronismo que en Cambiemos, que compite con su denominación o semejante en los 24 distritos, mientras que el peronismo es pródigo en apelativos, que en general tiende a resaltar la pertenencia provincial. El sistema de partidos tiende a confirmar cierta dispersión, incluso, a nivel provincial.

De modo que frente a la aseveración presidencial sobre la inutilidad de las PASO, los actores políticos no parecen converger con ese juicio. La competencia abierta en los 24 distritos electorales son muestra de que, en modos diversos, este diseño electoral es valorado y utilizado para resolver varias internas. Solo nos resta conocer los resultados.

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