Mendoza: una provincia azotada por la violencia de género

En lo que va del año hubo 15 femicidios en Mendoza. Tras presenciar un hecho de violencia de género una mujer denunció en las redes sociales la falta de presencia estatal en la capital provincial.

Mendoza está logrando una triste popularidad, la de ser una de las provincias con más femicidios del país. En lo que va del año 15 mujeres fueron asesinadas por sus parejas, ex parejas o padres.

Ayelén Arroyo había hecho una denuncia por abuso sexual contra su padre pero este pudo acercarse lo suficiente para matarla. ¿Qué pasa con los mecanismos del Estado en cuanto a la protección de las víctimas?


El sábado, un profesor de artes marciales ingresó a la casa de su ex pareja y mató a todas las mujeres que se encontraban en el lugar. Incluso, apuñaló a una beba de 8 meses que está luchando por su vida. Un niño de 9 años logró esconderse en el baúl de un auto y alertó al 911. El hombre fue detenido porque se presentó en un hospital para atenderse de sus heridas y justificó su horror diciendo: “Me hicieron sacar”, queriendo instalar una de las defensas más usadas por los varones violentos: la culpabilidad de la víctima.  

Ahora, una mujer denunció a través de las redes sociales que tuvo que socorrer a otra mujer que estaba siendo brutalmente golpeada por su ex pareja —que tiene una orden de restricción— frente al shopping de la capital provincial. El hecho ocurrió el sábado, pero se hizo conocido hoy al volverse viral el posteo de la testigo.

La mendocina Graciela Ramón contó que salía del paseo de compras con su madre y su hija cuando una mujer de 21 años, con su bebé en brazos, era brutalmente golpeada por un hombre en una parada de colectivos. Como este no atendía a los gritos de las mujeres, Ramón tuvo que enfrentarlo: “El tipo le propinó una trompada en la boca a la chica y forcejeaba para quitarle al bebé. Al ver que estábamos solas y que ante nuestros gritos no desistía en pegarle yo le comencé a pegar con mi cartera”. Ante la irrupción de las mujeres, el agresor escapó y ahí comenzó la odisea para comunicarse con el 911.

“Llamé varias veces, en una de ellas me llamó un policía desde otro número para preguntarme dónde estábamos. Le indiqué pero jamás llegaron”, afirmó la mujer.

La policía no llegó. Las mujeres decidieron quedarse a acompañar a la joven, terriblemente asustada, que ni siquiera quería hacer la denuncia: “Nos pedía que no hiciéramos nada porque la iba a matar. El tipo tenía restricción de acercamiento pero él y su familia eran muy pesados y ella le tenía mucho miedo”. ¿Dónde está el Estado para las víctimas de violencia machista? En Mendoza parece que no cerca de ellas, al menos.

Un buen rato después, relató Ramón, vio la silueta de dos uniformados, un varón y una mujer, que caminaban hacia ellas. “Ellos nos dijeron que estaban a pie, que el gobierno no les daba los recursos y que lo único que le podían indicar a la víctima era ir ‘sola’ a hacer la denuncia”. La mujer declaró que no podía creer la “pasividad” de la policía ante el hecho. Denunció que los móviles policiales presentados por el gobernador eran una “mentira”.

Ramón no entiende. No logra asimilar que quienes están para “proteger a la víctima” ni siquiera tengan los medios para intentarlo. “¿Cómo no nos van a seguir matando si estando a cinco minutos del centro de Mendoza no pudieron enviar un móvil policial para trasladar a la víctima y hacer cumplir la ley de violencia de género?”, parece gritar Graciela.

Las preguntas que se hace esta mendocina dan miedo y visibilizan aún más la problemática. ¿Cómo denunciar si nadie escucha? ¿Si nadie acompaña a la víctima? “De nada sirve el 911 cuando no accionan con rapidez, de nada sirve una fiscalía cuando los fiscales nos re victimizan una y mil veces”, denuncia Ramón. La desesperación ante la indiferencia estatal hace que concluya su carta así: “Señores femicidas… Tengan miedo… Después de lo vivido ayer, al próximo que encuentre golpeando a otra mujer como yo, no le va a quedar vida para arrepentirse. ¡Están avisados!”.




Diarios Argentinos