Microclima y pensamiento grupal

Por: Carlos Leyba

Es habitual que utilicemos la expresión “están en un microclima” para describir la conducta de personas con las cuales, hasta ayer no más, veíamos las mismas cosas que las llamábamos de la misma manera. Aunque pensáramos distinto acerca de ellas.

Dejamos de ver lo mismo y entonces se presentan, por ejemplo, dos posibilidades. Una, vemos lo mismo, un animal de cuatro patas que para todos es un caballo normal, promedio. Pero los que están en el microclima ven un pony. Vemos la misma especie. Pero de diferentes dimensiones. Otro es el caso extremo, vemos un caballo y los que habitan el microclima nada que se mueva ven.

La primera diferencia sobre la realidad es de tamaño. La consecuencia es que, hablando de economía, las políticas fallan por dimensión. Si fuera un pony entraría en la pick up. Pero siendo un caballo, la buena voluntad no alcanza y hace falta un trailer o un camión. Es el problema de las políticas escasas.

La segunda diferencia que marcamos entre la sociedad y el microclima es la de la negación. No ven el caballo y recién reaccionan cuando las patadas o la atropelladas de los problemas, los llevan por delante. Es el problema de la ausencia de políticas específicas.

Pero estar en un microclima y actuar en consecuencia, no es lo mismo que cinismo. Los años finales del cristinismo han sido cinismo puro. No es cierto que no supieran de la corrupción, de los dramas que acechaban a la economía, sino que los ocultaban mediante engaños: mentían a sabiendas para permanecer en el poder.

Pero, desde el punto de vista de las consecuencias sobre la realidad, el cinismo K no diverge en consecuencias con las del microclima. Las consecuencias, desde el punto de vista de la formulación de las políticas, son las mismas. Las motivaciones sí son distintas. Y esa diferencia no es menor. El microclima se puede ventilar. El cinismo lo hace imposible y por eso hoy los vemos indignados con su herencia y responsabilizando a los herederos.

Dice el diccionario de la Real Academia, que el microclima es un “clima local de características distintas a las de la zona en que se encuentra”. Los hombres del microclima viven en otro tiempo y en otro espacio. Lo que ellos ven y viven, no es lo que creen y viven, los que están en “el afuera” o en el “macro” clima. Veamos.

Es altisimamente probable que quienes conducen en el PRO estén viviendo en un microclima. Algunos miembros del gobierno lo han percibido. En una arenga interna, “motivacional”, de los líderes del PRO a los funcionarios, junto al Presidente, Gabriela Michetti dijo “hay que hablar con la gente porque eso nos va a sacar de los microclimas”.(Clarín, 3/3/17). Una buena señal. Alguien al menos percibe que se está en un microclima y que hay que “hablar con la gente”. ¿Es el método de ventilación correcto tocar el timbre y caminar por la calle? ¿No hay un método más profesional?

Lo que nos dice la historia nacional es que, particularmente, en el quinto piso del Palacio de Hacienda se crean condiciones especiales que hacen que allí se viva muchas veces un “clima local de características distintas a las de la zona en que se encuentra”.

Una manera de construir ese clima es la de cerrar la comunicación con el personal de carrera o de planta permanente. Los funcionarios PRO hablan sólo con los que ellos creen que “saben” o los que los “entienden” que son su gente de “confianza” que, justamente, son los que viven y alimentan el microclima.

Sólo ese clima, enviciado de “confianza”, explica, por ejemplo, que el ministro de hacienda haya afirmado que “la recesión ha terminado”. Sin duda que hay “consultores independientes” que siempre están dispuestos a alimentar el microclima, lo hacen siempre, y refuerzan lo que desde adentro se genera.

Peor aún. El 24 de febrero Dujovne decía con la cotización actual ($ 15,80) de la divisa la economía puede trabajar adecuadamente" . “El País” del 2 de marzo tituló “Mas de 150.000 argentinos cruzan a Paraguay por los precios más bajos”. ¿Eso es un signo del trabajo adecuado del tipo de cambio? ¿Sabe el Ministro que los comerciantes de Misiones creen que la solución es convertir la región en una zona franca libre de impuestos? Es decir “borrar al Estado” para “borrar la frontera”.

Cuando en Mendoza un panel de empresarios locales le planteo el tema cambiario, el ministro Dujovne dijo “Vamos a tener un tipo de cambio más competitivo cuando tengamos equilibrio fiscal y cuando nos abramos más al mundo” . (La Nacion, 4/3/17). Solución Misiones: borrar la frontera, borrar al Estado.

Con muchas “soluciones Misiones” no habrá “equilibrio fiscal”. Obvio.

Pero peor, es dificil encontrar  en nuestra historia, a la vez crecimiento, empleo y equilibrio fiscal sin un tipo de cambio que permita ser competitivo en las producción primaria (agro, minería) y que a la vez tenga retenciones al sector lo que posibilita exportar industria, generar recursos fiscales y disminuir la presión inflacionaria. Tenemos una estructura de dos velocidades. Quebrar una no es solución.

La conclusión es que para Dujovne “competitivo” no quiere decir “mayor participación, en el mercado interno y externo, de la producción local”.

El Ministro tiene, sin duda, una visión restringida que transita el camino de la especialización en pocas cosas que, en general, son las que “venden naturaleza” . Claro que sacando de la naturaleza al “gas” que, en boca de pozo, lo estamos pagando mas del doble que en, por ejemplo, Estados Unidos o el petróleo para el que disponemos un subsidio. Ambas cosas las inventó Axel Kicillof y las prorraga Mauricio Macri.

Para Dujovne tenemos que ser competitivos a pesar que el insumo madre para la producción y la vida urbanas nos cueste el doble y la diferencia se la enfunden multinacionales (la mitad e YPF es multinacional) incluso chinas, o que el tipo de cambio este erosionado por la inflación.

¿Y el empleo? Para Dujovne “abrir la economía” (atrasar el tipo de cambio, reducir aranceles) genera crecimiento del empleo. Más allá del error teórico está la realidad cotidiana y por ahora “el desempleo subió”, (Dirección Estadística de la CABA, La Nación. 4/3.17)

Ese microclima es el que genera, entre miembros del gobierno, la convicción que no sólo baja la inflación – más allá del costo social de la baja - sino que la economía “ya está creciendo”. Y más aún la creencia que aumenta el empleo, se reduce el déficit fiscal y mejora la situación externa.

Desde el microclima se le “informa” al macro clima que está pasando lo que, en el macro clima que vive en la realidad, no pasa. La ingeniosa tangente consiste en decir “estamos creciendo” pero todavía no se siente. El auto se mueve pero sus ojos no lo perciben. La gente del microclima considera, para consolarse, que en el macro clima no hay “sensibilidad”. Se gesta un divorcio con la realidad.

Las consecuencias son riesgosas porque, convencidos que los remedios aplicados curan, se repiten las dosis de las mismas medicinas o aún más, se aumentan. Riesgo de iatrogenia. O considerando que no hay enfermedad la misma progresa ante la impávida ignorancia del microclima.

Esta situación lleva a conflictos innecesarios. Por ejemplo la que ocasiona la despistada creencia de algunos miembros del gobierno, que la manifestación organizada por la CGT, y a la que se han sumado sectores de la pequeña y mediana empresa, se realiza por lo que desde el PRO se denomina “motivos políticos”. Para el microclima la realidad económica y social es la de una sociedad que, con problemas, está dando muestras que las cosas se están solucionando. ¿Cómo explicarles?

En consecuencia, la reacción de la CGT – para algunos miembros del PRO - no es un llamado de atención en el sentido que hay un caballo, que no es un pony y que no lo ven y que nos va a atropellar a todos. Es decir, que el costo de vida es muy alto respecto de los salarios reales, que hay suspensiones y miedo a los despidos, que no hay una economía en marcha y que no están los remedios y que hay sobredosis de otros. Mala praxis. El microclima no ve lo que el macro clima vive. Divorcio.

Parados en esa mirada propia de un “clima local de características distintas a las de la zona en que se encuentra” los funcionarios del gobierno cavan una grieta nueva y peligrosa.

La CGT no está haciendo una manifestación política, en el sentido de favorecer a un partido de oposición para “tomar el poder”. No. Esta es una manifestación que no está referida al sustantivo “Poder” que es, digamos, la parte crematística de la política. Está referida al verbo “poder” que es la esencia de la virtud de la política: poder cambiar las cosas. La manifestación de la CGT es una llamada de atención al Poder (sustantivo) para que ponga en marcha “el poder” (verbo) para cambiar las cosas y que las cosas que el gobierno cree que pasan se tornen realidad.

Es una marcha para reclamar poner la producción en marcha. Y que las políticas públicas atiendan a ello y que el microclima se abra finalmente a la realidad antes que sea tarde: miles de personas en la calle representan que lo que el microclima no ve existe y que lo que el microclima ve chico, es grande. Hay un caballo y no es un pony.

La segunda cuestión es que el microclima genera o se alimenta de lo que se llama “pensamiento de grupo”. Veamos.

El filosofo de Mauricio Macri, Alejandro Rozitchner, manifestó en “El País” su rechazo al “pensamiento crítico” o la Revolución de la Alegría; hemos escuchado de Marcos Peña la exaltación a la homogeneidad del equipo y despidos por esa causa; y el propio Mauricio Macri ha manifestado su convicción de conducir el mejor equipo de los últimos 50 años, etc.

Según Irving Janis, el modelo de pensamiento de grupo lleva a la consideración incompleta de objetivos y de alternativas, a falta de control de riesgos, sesgo en la selección y búsqueda insuficiente de información, y ausencia de plan de contingencia. Todo eso produce “baja probabilidad de éxito”.

Es que, dice Janis, cuando hay “pensamiento de grupo” hay sobrestimación del grupo (Mauricio), una mentalidad cerrada (Rozitchner) y presión a la uniformidad (Peña). Ejemplos de desastres estudiados por Janis, Pearl Harbor, Vietnam, Bahía de Cochinos. De a uno, ninguno de los “asesores” miembros del equipo estaba de acuerdo con esas acciones de fracaso previsible, pero todos juntos votaban acometer al error. Grupo.

No hace falta demasiado esfuerzo para identificar el tema del Correo, el decreto de designación de miembros de la corte, el manejo de la política económica, como consecuencia del doble error de microclima y pensamiento de grupo. Negación o subestimación de la realidad, exclusión de los que piensan distinto (Isella Constantini, A. Prat Gay, C. Melconian), “somos los mejores”, falta de análisis de las consecuencias, marcha atrás, perdón.

Los errores enseñan: tienen que salir del microclima, abandonar el pensamiento de grupo, ventilar el ambiente, bajar el copete y acercarse a los que están conectados con la realidad y la pueden decodificar con generosidad. Ellos son, entre otros, dirigentes sindicales, PYMES, curas de parroquia, directores de escuela, clubes de barrio.

Es que el cursus honorum de la política, con baño de realidad, es una materia que el PRO tiene que aprobar, aunque la de libre. La falta de correlativas nos está costando mucho a todos.

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