¿Neoliberalismo tardío?

Por: Mariano Fraschini

Un conjunto de intelectuales y académicos ubicados en el universo ideológico de centro izquierda o progresista, para utilizar categorías más universalistas, nos alertaron tras el triunfo electoral de Cambiemos a nivel nacional, que esta nueva fuerza política tiene muchas posibilidades de perdurar en el tiempo. "No todo neoliberalismo tiene como puerto final el año 2001", esgrimen desde la sensibilidad que otorga una victoria electoral tan contundente. En la misma línea se lee que "no es verdad que el neoliberalismo, siempre, en todo tiempo y lugar, inevitablemente, fracase", como si el mundo en la actualidad, y varios países latinoamericanos en particular, no hayan dado cuenta de dicho desenlace. El neoliberalismo en Chile, Colombia y Perú, por mencionar tres, ha dado cuenta de una importante perdurabilidad política. Asimismo, en nuestro país, el neoliberalismo ha demostrado, en el pasado, resultar exitoso en términos de duración y estabilidad. Es decir, no se trata de preguntarse sobre la factibilidad  que tiene el neoliberalismo para ser exitoso, sino de interrogarse acerca de cuáles son las novedades y continuidades que trae en la versión Cambiemos. Sin pretender hacer un racconto histórico exhaustivo, intentaré avanzar sobre las experiencias pasadas de neoliberalismo en el país, enumerando a grandes rasgos sus principales características distintivas.

A pesar que el neoliberalismo como modelo económico, político y social haya tenido como ejemplos paradigmáticos (y fundacionales) a los gobiernos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher  a inicios de la década del ochenta, podemos rastrear históricamente sus primeras "pruebas piloto" en las dictaduras chilena y argentina de mediados de los setenta. Con éxito dispar, ambos regímenes de facto aplicaron políticas neoliberales con anterioridad a los ascensos de los presidentes anglosajones de la "restauración conservadora". A pesar de que aquí nos interesa el caso argentino, debido a que representa el primer antecedente de neoliberalismo en el país, la dictadura chilena resultó ser sumamente "exitosa" en la implementación del modelo, ya que sus políticas excluyentes dejaron una huella indeleble que hasta hoy (en menores grados, por cierto) continúa vertebrando el sistema político del país.

Como dijimos, el primer experimento neoliberal local se realizó con un gobierno de facto. En ese sentido, las resistencias a su implementación fueron evidentemente menores. El proceso de apertura económica, desregulación, privatizaciones "periféricas", desindustrialización, endeudamiento y flexibilización laboral de facto (disciplinamiento vía represión, despido o desaparición) se pudo llevar adelante en un contexto de ausencia de garantías constitucionales. La implementación de estas recetas económicas, se llevaron a cabo en un contexto de fuerte inestabilidad política (y no de una crisis económica) que caracterizó al periodo previo al desembarco militar. Comenzaba lo que el economista Eduardo Basualdo conceptualizó como el proceso de la "valorización financiera".  Sin embargo, hacia finales de los setenta, pero con más fuerza a principio de los ochenta, el neoliberalismo militar comenzó a mostrar signos de agotamiento, y la fracasada incursión militar en las Islas Malvinas, junto a la debacle económica (sobre todo en el plano financiero) configuró un combo explosivo que permitió la vuelta al sistema democrático.  En su primera experiencia el neoliberalismo sentó las bases culturales (la propaganda oficial de  las sillas lo sintetizaba casi todo) y discursivas para volver con más fuerza dos décadas más tarde.

La crisis económica, hiperinflacionaria y recesiva que despide al gobierno de Raúl Alfonsín abre las puertas para el segundo intento neoliberal en el país. Se trata de la primera experiencia en democracia de la aplicación del modelo y por parte del líder de (en esos momentos) uno de los dos principales partidos políticos del país. Gambeteando las promesas de campaña de "Salariazo" y "Revolución Productiva", Carlos Menem abrazó el ideario sintetizado en el "Consenso de Washington" y avanzó con el recetario tradicional del neoliberalismo apenas iniciado su mandato. La apertura económica, el mayor endeudamiento, las reformas jubilatoria y tributaria, y una superior desregulación de los instrumentos estatales de intervención son acompañadas, ahora sí, por una agenda de privatizaciones de mucho mayor alcance y que representaba a las más importantes empresas del Estado. Asimismo, con la anuencia de los principales líderes sindicales, se llevó adelante un proceso de precarización de las condiciones laborales (paradójicamente la reforma laboral menemista nunca pudo pasar el Congreso con mayoría del PJ, y recién pudo ser aprobada durante el gobierno de la Alianza) lo que implicó una importante transferencia de los sectores del trabajo hacia los del capital. ¿Qué tuvo entonces de diferencia con la experiencia neoliberal anterior? En primer lugar su duración (más de 10 años), en segundo término, que su implementación tuvo como contexto económico un proceso hiperinflacionario histórico, el que creó las condiciones sociales para que este "cambió de orientación justicialista" pudiera ser tolerado, y por último, el alcance y la profundidad de sus políticas. El proceso privatizador, la desregulación estatal, la apertura económica fue notablemente más significativo durante el menemismo que durante  el gobierno de facto. En ese sentido, a diferencia de la primera experiencia neoliberal en la región, la del menemismo se distancia en cuanto al éxito de implementación de la de Venezuela, Bolivia, Ecuador y se acerca, en cuanto a performance, a la brasilera y a la peruana de ese mismo tiempo histórico.

A diferencia de la experiencia menemista, que puso en marcha el modelo neoliberal en un contexto hiperinflacionario, de deterioro de la mayoría de las variables económicas y de caída abrupta de uno de los colosos de la "guerra fría", las condiciones económicas, políticas y sociales que preanuncian la trasformación neoliberal bajo Macri son totalmente disímiles. El cambio de modelo propuesto por la alianza Cambiemos se despliega en una trama exenta de crisis estructural de la economía. Los índices de actividad económica, de robustez del aparato productivo, de deuda externa y de inclusión social no representaban grandes conflictos para el gobierno que se avecinaba. La situación internacional difiere de forma sustantiva de la del noventa: EEUU ya no es el gran ganador de la disputa mundial, y las ideas neoliberales ("el fin de la historia" de Fukuyama) están duramente cuestionadas, a pesar de que se las sigue aplicando con mediocres resultados, en la mayoría de los países centrales. En la actualidad China y Rusia representan una alternativa concreta a la hegemonía norteamericana, y la relación comercial de las economías latinoamericanas con estos países ha aumentado de manera exponencial en el interregno "populista". A dos años de gobierno, ya podemos visualizar los trazos gruesos de la política macrista: apertura económica, desregulación estatal, endeudamiento (en estos 24 meses fue mayor en promedio a las otras experiencias neoliberales), hasta hoy escasa política privatizadora, pero avances hacia una reforma tributaria, laboral y  jubilatoria de mayores alcances que las experiencias neoliberales precedentes. Como anota el politólogo Nicolás Tereschuk en Artepolitica "esta experiencia neoliberal intenta avanzar en donde el menemismo no pudo: ajuste fiscal en las provincias con probable reducción del empleo público, ajuste en el sistema previsional (con fines de ahorro y de ¿"desfondar"? el sistema) y reforma laboral con núcleo en el trabajo precario, facilidades para despedir y muy favorable a los intereses de la acumulación de capital". Es cierto que la experiencia menemista privatizó parcialmente el sistema jubilatorio, pero no por ello estuvo exento de financiarlo vía sistema de reparto y cubriendo lo que las AFJP no pagaban. El proyecto gubernamental, en ese sentido, representa un avance mayor hacia una profundización del deterioro del sistema jubilatorio.

Entonces, ¿en donde radica la originalidad de la Alianza Cambiemos? Si la experiencia neoliberal en nuestro país tiene dos momentos que la preceden, ¿qué tiene de distinto esta derecha en el poder? Lo novedoso del macrismo resulta que por primera vez, al menos en democracia, el neoliberalismo no lo lleva adelante un partido tradicional, sino que lo hace una agrupación partidaria nacida de la crisis del 2001 y que no llega a tener más de 20 años de existencia. Las armas comunicacionales para arribar al gobierno también presenta elementos novedosos, en línea con la época histórica, en lo que hace al carácter "técnico- tecnológico" de encarar la disputa política- electoral. Asimismo, por primera vez en la historia, son los sectores del capital (con una hegemonía de los financieros) los que desembarcan en el gobierno. No son los militares como institución como en los setenta, ni los partidos vía cooptación como en los noventa los que tienen la llave de la Ferrari. Es una fracción de los empresarios más ricos de este país los que decidieron ingresar al juego político, y aplicar el modelo que con mayor certeza  les garantiza la rentabilidad de sus ganancias. No hay experiencia anterior, al menos desde 1983 para acá, en donde bucear para encontrar un proceso similar. Desde allí su novedad. Sin embargo, como observamos en forma precedente, a grandes trazos, el espíritu de las políticas públicas resulta ser semejante a las anteriores experiencias neoliberales. Donde también resulta novedoso, al menos en su aplicación bajo un gobierno democrático, es en el contexto en el que se despliega. El neoliberalismo menemista se abrió camino con la "cirugía mayor sin anestesia" en un contexto de debacle económica. Es decir, el cambio de modelo resultaba ser una "jugada única" para quienes asumían responsabilidades políticas en esa década.  El neoliberalismo macrista representa una novedad en términos que se está llevando adelante sin una situación previa de crisis similar a los ochenta. El menú disponible para Cambiemos no llevaba "opciones uniformes". Por primera vez desde el retorno a la democracia, el cambio de modelo económico no se explica a partir de una crisis estructural, como sí lo revelan las de 1989 y 2001.  El ello se destaca el componente novedoso que trae consigo esta nueva experiencia neoliberal.

¿Podrá lograr estabilidad política este nuevo ciclo neoliberal? ¿Podrá llevar adelante su agenda reformista sin grandes reparos y con escasa resistencia? A la luz de las experiencias descriptas queda fuera de discusión que el neoliberalismo ha resultado duradero, ¿en qué medida lo será el macrismo? En un contexto económico mundial donde se comienza a revalorizar (al menos en los países centrales) las políticas proteccionistas ¿podrá el gobierno de Macri convertirse en un faro de atracción de inversiones? ¿Se tratará de un neoliberalismo moderno o uno tardío y a destiempo? En los próximos meses algunos de estos interrogantes comenzarán a tener respuestas provisorias.

                                                                                                                                                                                                   

*Mariano Fraschini es editor del sitio http://artepolitica.com/.

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