Cuarentena inteligente, el modelo holandés

“Lo que no funciona en un país como Holanda es decir 'tienen que hacer esto’, 'tienen que hacer aquello”, dijo el primer ministro Mark Rutte, al precisar la peculiar cuarentena que ahora la Argentina mira con atención.

Holanda ocupa el puesto número 15, a nivel mundial, en cantidad de contagiados por el COVID-19: casi 40 mil personas se infectaron desde el inicio de la pandemia en ese país, según la Universidad de Medicina Johns Hopkins. Esta cifra se encuentra muy lejana del 1.104.161 que tiene Estados Unidos o de los más de 200 mil que ostentan sus pares europeos, Italia y España.

La tendencia y evolución del mes de abril son aún más alentadoras. En las últimas semanas, descendió el número de muertos por esta enfermedad: del 20 al 27 de abril, las víctimas por el COVID-19 fueron cerca de 4.000 personas, lo que representa una disminución de 250 personas con respecto a la semana previa. En cuanto al número de número de pacientes en terapia intensiva, en franca disminución, el presidente de la Red holandesa de cuidados intensivos sostuvo que, de mantenerse este ritmo de descenso, prontamente Holanda podría retomar la actividad sanitaria normal.

La estrategia holandesa

Al igual que Boris Johnson en Inglaterra, el gobierno de los Países Bajos, cuyo primer ministro es el liberal Mark Rutte, pareció inclinarse en los inicios de la pandemia del coronavirus por la estrategia del “rebaño”, esto es, gestionar el contagio para hacer inmune a la población.

Sin embargo, cuando la cantidad de muertes a nivel mundial comenzó a escalar, el primer ministro holandes, rápido de reflejos, dio un sutil giro en su estrategia. En un mensaje televisivo dirigido a la sociedad el 16 de marzo, Rutte, sostuvo: “Podemos frenar la propagación y al mismo tiempo construir inmunidad grupal de forma controlada. La realidad es que en un futuro próximo, gran parte de la población holandesa se infectará con el virus”. En otras palabras: aunque a largo plazo la inmunidad de rebaño pueda funcionar, en lo inmediato alguna medida de confinamiento hay que tomar.

Dicho y hecho, ese mismo 16 de marzo, cuando ya muchos otros países europeos habían implementado medidas estrictas de confinamiento y se encontraban desbordados por la crisis sanitaria, Rutte eligió un camino intermedio: ni el cierre total ni la -ya perimida para ese entonces- estrategia de rebaño. En esencia, una estrategia muy acorde con el espíritu de la sociedad holandesa, contraria a las imposiciones de cualquier tipo y que considera a la libertad individual como el valor fundamental a preservar.

En concreto, Ruth ordenó el cierre de escuelas, gimnasios, bares, locales de comida, clubes deportivos, teatros, cines, y museos. Además, se restringieron las fronteras, y se prohibieron los eventos masivos. Pero en ningún momento se prohibió a los ciudadanos circular libremente. La única condición, eso sí, fue mantener y respetar la distancia de un metro y medio. En cuanto al trabajo, se fomentó hacerlo a distancia, el teletrabajo, pero todo aquel que deseara concurrir a su oficina estaba en libertad de hacerlo.

El concepto de “cuarentena inteligente” fue acuñado por Ruth una semana más tarde, el 23 de marzo, y le sirvió para diferenciarse de las estrictas medidas de confinamiento que en ese momento ya aplicaban Italia, España, Francia y Alemania, entre otros países europeos. “No les estamos ordenando que se queden en sus casas’, dijo Rutte, y precisó: “Lo que no funciona en un país como Holanda es decir ‘tienen que hacer esto’, 'tienen que hacer aquello”.

A partir de ese momento, se estableció el cierre de todos los negocios en los que, por sus dimensiones, no es posible mantener la debida distancia de un metro y medio. Esta medida, en principio, iba a regir hasta fines de abril, pero el viernes último, Rutte anunció que por el momento seguía en vigencia hasta nuevo aviso. Más allá de esa restricción, la población puede circular libremente, hacer deporte al aire libre y trabajar, si lo desean, en sus lugares habituales.  

El primer ministro, que preside el gobierno desde 2010, parece conocer bien el espíritu social que reina en su sociedad. Para comprender dicho espíritu, cabe señalar que el jueves, unas 200 personas se congregaron en La Haya para protestar contra las medidas implementadas por el gobierno para controlar el coronavirus, con el lema “basta de cuarentena”.

Hace unos días, el gobierno flexibilizó su política de cuidados en relación con los adultos mayores. Desde principios de abril las indicaciones del Ministerio de Salud, en forma de recomendación (no era una prohibición, vale aclarar) era no visitar en sus casas a mayores de 70 año. Recientemente, esa recomendación fue eliminada. Siempre y cuando se mantenga la distancia de un metro y medio, se puede visitar a los adultos mayores por una o dos personas -deben ser las mismas- que estén sanas.

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