Da 5 Bloods de Spike Lee, una película para incomodar en tiempos difíciles

OPINIÓN.En Netflix se estrenó la obra de Spike Lee "Da 5 Bloods". La semana previa al lanzamiento, los medios de comunicación hacían hincapié en el particular momento que había elegido la cadena para emitirla.


El viernes 12 de junio, en el medio de una pandemia que dejó en suspenso a una buena parte de la industria cinematográfica, los usuarios de la plataforma Netflix pudieron disfrutar de la nueva obra de Spike Lee Da 5 Bloods sin moverse del sillón de sus casas. La semana previa al lanzamiento, los medios de comunicación hacían hincapié en el particular momento que había elegido la cadena para emitirla. Con el recuerdo aún fresco de la muerte de George Floyd a manos de la policía y las miles de imágenes de las protestas desatadas en defensa de la comunidad negra a lo largo del mundo, Lee no podía pedir una audiencia más atenta para escuchar su mensaje de denuncia y pedido de justicia racial.

Sin embargo, el proyecto original, no tenía mucho que ver con el racismo, ni siquiera tenía a Lee como director. En el 2013 los guionistas Danny Bilson y el ya fallecido Paul De Meo escribieron The Last Tour, un film de aventuras, que tenía como protagonistas a  veteranos de guerra (blancos) que volvían a Vietnam después de varias décadas. Durante dos años el reconocido Oliver Stone trabajó en el proyecto pero lo descartó. Recién en el 2018 Spike Lee y Kevin Willmott recuperaron el guion, lo deconstruyeron y volvieron a ensamblar, manteniendo la historia inicial de aventura, pero sólo como un marco para tratar cuestiones presentes, problemáticas y complicadas.

Situada en Vietnam del Sur, la película narra la historia de cuatro veteranos afro-estadounidenses que regresan a Saigón (hoy Ciudad de Ho Chi Minh) para recuperar los restos de su líder caído en batalla, Strormin’ Norman (Chadwick Boseman), y un tesoro que dejaron enterrado cincuenta años atrás. El evento les permite a Paul (Delroy Lindo), Otis (Clarke Peters), Eddie (Norm Lewis) y Melvin (Isiah Whitlock Jr.) reencontrarse con viejos amigos y conocidos fantasmas, que se aparecen en los rostros de los survietnamitas actuales, o se reflejan en el evidente Síndrome de Estrés Pos traumático de Paul. La travesía de la ciudad a la selva (familiar para todos, protagonistas y espectadores) no hará más que revivir el sufrimiento y las contradicciones del pasado, problemas que son personales, pero también de una sociedad que aún no ha podido resolver la injusticia racial por la que tantos lucharon en la década de 1960.

Una historia incómoda

Si bien en Netflix se la cataloga como una cinta de acción de aventuras y un drama bélico lo cierto es que Da 5 Bloods es muy difícil de clasificar. Hay tiros, una búsqueda del tesoro, debates sobre la guerra, referencias a Martin Luther King y Malcom X, críticas a Trump y una serie de escenas entre violentas y alocadas situadas en el medio de la selva, que convierten a la historia en algo difícil de digerir. La pluralidad de mensajes y de imágenes descarnadas a veces apabulla: la película en su conjunto no es para nada cómoda. Pero lejos de ser un problema, este es uno de los puntos centrales del guión de Lee y Willmott.

La incomodidad de la cinta se evidencia de dos maneras: en el mensaje que se intenta transmitir y en la forma en la que está elaborada. En primer lugar, el film busca descolocar, sacar al espectador del lugar común al que está acostumbrado cuando ve una película de guerra. El objetivo es poner sobre el tapete la actuación de los afro-estadounidenses en Vietnam, denunciar su sobre representación en la guerra y su sub representación en las imágenes de esa guerra. Porque si bien en Estados Unidos en la década de 1970 eran el 11% de la población, los negros conformaron el 32% de las fuerzas en Vietnam. Pero esto está oculto, no se muestra: en los films de Hollywood el héroe siempre es blanco, como John Wayne o Rambo. Nunca se muestra el héroe real y anónimo. Milton Olive, primer afro-estadounidense en recibir una medalla en Vietnam ni siquiera se conoce en el cine. A la vez los autores necesitan mostrar las consecuencias de ese violento episodio en la actualidad. Por que si hay algo en lo que están de acuerdo todos los protagonistas (desde los Bloods, hasta los survietnamitas, pasando por la adinerada niña francesa) es en que la guerra “nunca se termina para los involucrados.”

Sin embargo, la problemática no está marcada sólo por lo que se quiere decir al espectador, sino por la forma en la que está elaborada la película, que utiliza una fuerte variedad de recursos fílmicos para potenciar el mensaje. La hechura del film es desordenada: por momentos tiene una carga visual enorme, con referencias cinematográficas a Apocalypse Now, y unos primeros planos del impresionante Delroy Lindo que declama directamente a la cámara; alternados con escenas de ritmo más lento y una emotividad que contrasta con la violencia de las secuencias previas. Este desorden que por momentos puede desconcertar, es parte del proceso por el que atraviesan los personajes. Un camino que no solo implica recordar, sino también revivir la guerra.

El historiador Robert Burgoyne trabaja con el concepto de recreación (reenactment en inglés). Para él, al recrear lo que pasó, el film histórico permite que el espectador se imagine a sí mismo como un testigo de la historia y en este proceso pueda repensar el pasado. En el caso de 5 Bloods, el pasado no es un lugar bonito, ni resuelto o clausurado y por lo tanto no le puede ofrecer a la audiencia un argumento lineal y simple. Aquí más bien la recreación de la guerra de Vietnam lleva a revivir los conflictos y la secuelas de la contienda. Pero como esos problemas están vistos desde una perspectiva no hegemónica y no blanca, las experiencias se complican y potencian porque están acompañados de las problemáticas raciales de ayer y de hoy.

De allí que los recursos audiovisuales a utilizar sean variados: la filmación a color se combina con imágenes de archivos en blanco y negro que nos traen las palabras de los conocidos Malcom X, Martin Luther King, Muhamed Ali; pero también de los menos nombrados Kuame Ture, Angela Davis, Bobby Seal. Además hay otras fotografías: las que toman los Bloods cuando van entrando en la selva, como si fuesen turistas en un terreno que es a la vez conocido y nuevo. Quizás los dos recursos más impactantes que atraviesan la película como hilo conductor tienen que ver con la disposición de los actores y el uso de la música. El disco What’s going on, del cantante Martin Gaye da vida y emotividad a varias escenas, en especial cuando los Bloods inician su travesía cantando “What’s Happening Brother”, un himno que pide el fin de la guerra. Por otro lado,  cuando se rememoran los episodios del Vietnam de los setenta, las escenas están filmadas con los mismos actores de las escenas actuales: es como si los sexagenarios Paul u Otis del siglo XXI estuviesen luchando cincuenta años atrás. El contraste es aún mayor, cuando se los ve interactuar con Stormin’ Norman, quien aparece joven, tal y cual como era cuando murió en plena contienda. Así, el film genera un escenario espacio temporal que va de la moderna ciudad de Ho Chi Minh a la selva, y de la década de 1970 a la actualidad sin solución de continuidad, lo cual contribuye enormemente al acto de revisitar, revivir y repensar el pasado desde el presente que propone Lee.

Reparaciones 

La idea de las reparaciones hacia las poblaciones que sufrieron la esclavitud y el comercio de personas ha aparecido recurrentemente en aquellas sociedades que tuvieron y aún tienen que lidiar con este pasado. En general, las voces que se alzan a favor, reclaman algún tipo de compensación económica para los descendientes de las personas esclavizadas, algo que es bastante difícil de llevar a cabo y que genera muchas rispideces cuando se plantea. Sin embargo, además de la cuestión económica, la idea de las reparaciones tiene que ver con un reconocimiento a la violencia y a la situación de discriminación, dominación y privación de la libertad que significó la esclavitud decimonónica.

El término reparaciones aparece varias veces en la película. Los bloods tienen derecho al oro encontrado porque, como bien explica Stormin' Norman, los afro-estadounidenses han muerto por su país desde el principio, esperando que alguna vez les dieran el lugar que merecen, pero nada de eso les ha llegado. Lo interesante es que Lee, no se queda solo con la lucha por los Derechos Civiles de los sesenta, sino que para justificar el derecho de los afro-estadounidenses a disfrutar de los beneficios de la libertad se remonta a los orígenes mismos de la nación del norte. El sufrimiento de la comunidad negra, dice Norman, se inicia con el comercio de esclavos en el siglo XVII y los registros muestran como ya en 1770 se derramó sangre negra en pos de la independencia estadounidense, cuando en la Masacre de Boston murió fusilado el mulato Crispus Attucks.

Stormin’ Norman funciona en el film como el líder, el admirado y en definitiva aquel que reúne a los Bloods en la actualidad. Para los veteranos era su Malcom, su Martin y su Alí, todo en uno. En una época en donde los afro-estadounidenses solo servían como carne de cañón (porque no podían evitar la conscripción como sí hicieron los blancos universitarios), Norman llega a ser líder de pelotón. Es a su vez la voz de la conciencia negra para los Bloods, el que los insta a “hacer el bien para recibir el bien”; pero también el que los despierta, el que les enseña a no tomarse en serio el discurso de propaganda anticomunista y el que le quita el apoyo a la guerra cuando se enteran de la muerte de Martin Luther King por la radio. Aquí de nuevo aparece el concepto de valor: los negros valen poco para la sociedad blanca, los envían a pelear en una guerra sin sentido, mientras en casa los matan.

La falta de reconocimiento de los afro estadounidenses es en definitiva el eje central de esta obra: Lee necesita mostrar, evidenciar, destacar y poner al frente la historia de una comunidad que siempre ha quedado relegada, y por lo tanto sujeta al poder blanco. Sin embargo, para mostrar esto, el director no se queda en la épica sentimental de una comunidad olvidada, sino que muestra descarnadamente los problemas que tienen los Bloods, sus miserias y contradicciones (que quizás tengan su expresión máxima en Paul, quien votó a Trump porque “se cansó de no recibir lo que era de él”). Solo así, puede tomar fuerza el reclamo actual. “5 Bloods no mueren, se multiplican” dice Otis hacia el final de la película. Quizás el ejercicio de revivir el pasado sirva como trampolín para multiplicar la lucha afro estadounidense y conseguir las reparaciones a las que tienen derecho.

Sobre la autora

Mariana Piccinelli es Doctoranda en Historia, profesora de la Cátedra de Historia de Estados Unidos de América, Facultad de Filosofía y Letras (UBA). 

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