De la Ternura como categoría política
Por Claudia Bernazza[1] y Daniela Tonello[2]
Con ternura venceremos, gritan las calles cuando las organizaciones de niñez van marchando. Con ternura venceremos, decimos las Organizaciones de los Chicxs del Pueblo, nacidas en la huella que marcó el Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo. Es la bandera que levantan los curas del Tercer Mundo, la bandera de Evita y del peronismo declarándolos los únicos privilegiados. Es la bandera de las Madres y Abuelas.
La ternura es una palabra que emociona, convoca, llama a la aceptación indubitable. La ternura evoca imágenes bellas, que muchos y muchas hemos podido habitar: el abrazo que protege, la caricia que consuela, el plato que alimenta, la mirada que reconoce y aloja.
Pero hace tiempo que muchxs chicxs del Pueblo no son privilegiados. Han sido golpeados por las tres oleadas neoliberales que diezmaron nuestra economía. Las redes que los contenían apenas sobreviven, sus familias no siempre encuentran salida. De la mitad de la población bajo la línea de pobreza, la mayoría son niños, niñas y adolescentes. Cuando se mide la desocupación, los más castigados son losy las jóvenes de sectores populares.
La incertidumbre por cubrir lo básico lastimó nidos. Las escuelas no logran retener a tantos y tantas que, a la intemperie, ocupan sus horas en pedir monedas, limpiar vidrios, vender flores. Adolescentes que no conocieron infancias empezaron a habitar cárceles mugrientas de la mano del delito amateur, con su escandalosa contraparte: la impunidad del delito de guante blanco.
Chicos y chicas son las principales víctimas del llamado gatillo fácil, verdadera masacre por goteo avalada por una fragmentación social que tristemente lo legitima. Facundo Ferreira recibió un tiro por la espalda a los 12 años. Facundo Astudillo Castro obedece con mansedumbre la orden de apoyarse contra el patrullero de la policía, una policía que hoy no sabe decirnos DÓNDE ESTÁ.
Las edades tempranas son buscadas por el enorme negocio del narcotráfico, que seduce con la evasión instantánea a vidas dolientes, sumándolas al narcomenudeo. Las edades tempranas no necesariamente son infancias: muchas veces son un infierno. La infancia y la juventud no son un dato de la realidad, son un desafío social.
En este escenario, nuestras organizaciones comunitarias, empecinadas en el afecto, van a su encuentro. A quienes participamos de ellas no nos mueve la pena, la lástima o la conmiseración. Esos sentimientos nos desigualan, deshumanizan. Reivindicamos la solidaridad como valor social, pero tampoco es eso lo que nos mueve a ir a su encuentro. Cuando la Patria Justa se alce, y con esa Patria llegue el plato caliente, seguiremos eligiendo convivir al cobijo del amor y los abrazos compartidos. La crianza comunitaria tiene sentido en todos los tiempos y todas las geografías.
Para criar a un niño, hace falta una aldea entera, reza un proverbio tuareg. La vida comunitaria nos mejora. En comunidad se estructura la subjetividad humana, se aprenden y fundamentalmente se viven sus valores fundamentales. En una comunidad las alegrías se comparten y multiplican. Igual los dolores.
En nuestras comunidades amplias se reinventa la vida. Se repinta el mundo. Se rehace. Así nos enseñó Paulo Freire.Nuestras organizaciones cambian su forma para que entren todxs lxs pibxs. Cuando unx está mal, cuando se pone en riesgo, cuando parece que se nos escapa o se le escapa la vida y la posibilidad de ser niñx, no lo dejamos ir. Intentamos, inventamos una,dos, mil veces. Mil modos. Se abre la casa de los maestros cuando, ante la incertidumbre, uno se baja del tren. Y de su mano llegarán otros y otras y los dibujos en las paredes evocarán nuevos modos de ser familia. Cuando llegan los 15 de las pibas, los 18 de nuestros adolescentes, nuestras casas se llenan de globos, promesas y sanguchitos. La música, los deportes, el arte, los oficios, los juegos, son excusas para compartir un tiempo de nuestras vidas.
Con ternura venceremos significa elegir, cada día, la construcción de una Patria llena de sol, pan y abrazos. Con los chicos y chicas del Pueblo vivimos, cotidianamente, el pedacito de cielo que nos permite conocer el cielo que nos han negado.
[1] Diputada Nacional. Lugar del Sol. Organizaciones de lxs Chicxs del Pueblo.
[2] Educadora popular. La Casita de los Pibes. Organizaciones de lxs Chicxs del Pueblo
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