Devaluación y actividad económica

OPINIÓN. La pérdida del poder adquisitivo de la población y/o distribución regresiva del ingreso lleva a mayores caídas de los niveles de demanda agregada y por lo tanto induce reducciones del nivel de actividad económica.


En una economía no emisora de moneda mundial como Argentina, cuando la demanda de dólares supera a la oferta y el estado no desea y/o es incapaz de defender un tipo de cambio, es decir la cantidad de pesos que son equivalentes a un dólar, se produce una devaluación. La misma tiene diversas consecuencias sobre la economía real, que van más allá de variaciones en el valor que se observa todos los días en diferentes medios de comunicación y/o en una pizarra.

En primer lugar, una devaluación o encarecimiento del precio del dólar en términos de moneda doméstica, lleva a un incremento de los precios medidos en pesos de los insumos, bienes y servicios importados. En otras palabras, un aumento del precio del dólar induce un aumento de costos de producción de todos aquellos productos que requieren bienes y/o servicios extranjeros para ser fabricados y/o comercializados.

Notar que el precio de commodities básicos, que entran directa o indirectamente en la producción de todos los bienes de la economía (para producir una mesa de madera puede no necesitarse derivados de petróleo, pero si para transportarla), están fijados internacionalmente en dólares. Ergo incluso los productos más básicos pueden ver incrementado su precio o costo de fabricación.

Por otro lado, ante esta suba en el nivel de precios de la mayor parte de los bienes de la economía, si los ingresos de la población permanecen constantes, entonces se observará una perdida de poder adquisitivo real y por lo tanto una caída de la demanda agregada.

Alternativamente, si aquella parte de la población trabajadora que no tiene un ingreso dolarizado decidiese reclamar por aumentos de salarios para mantener su poder adquisitivo previo, podría generarse otra ronda de aumento de precios como consecuencia de la puja entre empresarios y trabajadores. Los primeros podrían buscar ajustar precios para pagar ahora mayores salarios y los segundos podrían continuar pujando para mantener su poder adquisitivo.

Paralelamente, todo aquel sector de la población, que cuente con ingresos dolarizados, verá incrementado su poder adquisitivo en pesos en la misma cuantía que la devaluación generada. Es decir, se producen “paritarias y transferencias de riqueza encubiertas” hacia aquellos sectores que pueden fijar sus ingresos en moneda mundial. Dichas variaciones en el poder adquisitiva pueden ser regresivas. Es decir, difícilmente beneficien a los sectores de menores ingresos de la población.

En sincronicidad, esta pérdida del poder adquisitivo de la población y/o distribución regresiva del ingreso lleva a mayores caídas de los niveles de demanda agregada y por lo tanto induce reducciones del nivel de actividad económica. En otras palabras, las devaluaciones, dejando todo lo demás constantes, contraen el tamaño de la economía.

Finalmente, las exportaciones que se pretende en muchos casos incentivar, o tienen un precio fijado internacionalmente en dólares por lo que su relación con el peso no es determinante, y/o su cantidad demandada es poco sensible a las variaciones de precios. En otras palabras, ante devaluaciones las cantidades exportadas permanecen prácticamente inalteradas.

En conclusión, las devaluaciones suelen ir acompañadas de aumentos en el nivel de precios, pérdidas de poder adquisitivo de la mayor parte de la población, especialmente de aquellos sectores de menores ingresos que no tienen ingresos dolarizados, puede incentivar aun más la puja distributiva entre los diferentes sectores de la economía y puede disminuir el nivel de actividad por pérdidas de recursos de la mayor parte de la población. Como si esto fuera poco, las exportaciones permanecen casi inalteradas ante la misma.

En otras palabras, la utilización de variaciones en el tipo de cambio como consecuencia y/o para corregir desbalances entre oferta y demanda de dólares, implican destrucciones de riqueza para la mayor parte de la población, alteraciones en el nivel de precios e incluso en la tasa de expansión de estos, por lo que la misma debería ser evitada como solución eficiente a dichas desproporciones.

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