Disturbios en Italia. El aumento de casos y la vuelta al confinamiento

OPINIÓN. Desde que la pandemia de coronavirus comenzó hacia finales del año pasado, la situación mundial no es otra que la de una gran incertidumbre, la cual se está agravando con las nuevas olas de contagio en el hemisferio norte. En Italia el escenario parecía haber mejorado luego de haber superado los 100.000 contagiados a mediados de marzo.

Foto: diariohoy.net


En los últimos días se han sucedido disturbios en distintas ciudades italianas a raíz de las manifestaciones anticuarentena. Luego de haber pasado el verano europeo con una marcada reducción de contagios, la nueva ola de casos de Covid-19 ha obligado a las autoridades locales a aplicar nuevamente medidas sanitarias con el fin de tratar de controlar el alza de nuevos casos frente a las que la población se rebela pese a que los números sean cada vez más alarmantes.


Las olas de contagio

Desde que la pandemia de coronavirus comenzó hacia finales del año pasado, la situación mundial no es otra que la de una gran incertidumbre, la cual se está agravando con las nuevas olas de contagio en el hemisferio norte. En Italia el escenario parecía haber mejorado luego de haber superado los 100.000 contagiados a mediados de marzo [1]. Desde ese momento, los casos de coronavirus en Italia habían comenzado a reducirse paulatinamente a la par de que iba subiendo la temperatura. El verano permitió que la población italiana, que había estado en estricto confinamiento desde marzo hasta los primeros días de mayo [2], pudiera comenzar a transitar su “nueva normalidad” gracias a la reapertura de la vida social y de las actividades productivas.

Posteriormente, la situación sanitaria italiana pareció mejorar ya que entre mayo y agosto logro aplanarse la curva de contagios. No obstante, ello, la proximidad del invierno trajo consigo la tan temida segunda ola de contagios, la cual comenzó a despuntar desde el mes de octubre momento en el que nuevamente se superaron los 50.000 casos positivos de covid a nivel nacional [3].

Frente a este nuevo récord de contagios las autoridades de los distintos niveles de gobiernos debieron implementar nuevas medidas con el fin de contener el virus, luego de varios días de aumento exponencial de casos. Desde el gobierno central se expresó que las medidas que se apliquen buscarán lograr un equilibrio entre la lucha sanitaria contra la epidemia y la necesidad de evitar la ruina de una economía ya sumamente deteriorada [4].

Sin embargo, gran parte de la población considera que las medidas tomadas hasta ahora han sido insuficientes para contener el avance de la nueva enfermedad que hasta ahora ha causado casi medio millón de contagiados en Italia y más de 38 mil muertos. Por este motivo, el anuncio del toque de queda y el aislamiento obligatorio en determinadas regiones del país, no ha generado más que un profundo malestar social, encarnado en movilizaciones a lo largo y ancho del país.


Las movilizaciones

La Campania fue una de las primeras regiones en las que se decretó el toque de queda, y la ciudadanía, particularmente en la ciudad de Nápoles, salió a las calles el viernes pasado para protestar en contra del mismo. Inicialmente se trató de una manifestación de protesta pacífica contra el toque de queda. Se estima que participaron unas 3.000 convocadas en las redes sociales por comerciantes y ciudadanos. Lamentablemente, las protestas derivaron en una guerrilla urbana, aunque se estima que sólo unos cientos de jóvenes participaron de las acciones violentas [5]. Luego de estos eventos, la policía italiana dijo ayer que se habían hecho dos arrestos en los disturbios napolitanos, A su vez, el presidente de la comisión Antimafia, el senador Nicola Morra, ha responsabilizado en parte a la mafia por los hechos ocurridos, confirmando la presencia de miembros de diversos clanes mafiosos en los levantamientos [6].

Es más, entre la movilización napolitana pudo verse a Antonio Pappalardo, líder del delirante movimiento  italiano de los chalecos naranjas [7]. Este movimiento que emergió en la política italiana durante la pandemia, pregona, entre otras cosas, que el covid-19 no existe y defiende la salida de Italia de la Unión Europea, el regreso a la lira, la eliminación del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) y que Italia elija a un nuevo Gobierno

Luego de Napoli, la tensión se trasladó a la capital nacional. En Roma, a las manifestaciones se sumó el grupo ultraderechista Forza Nuova, reclamando contra la "dictadura de la salud y el toque de queda". Los ultraderechistas finalmente llegaron a un enfrentamiento con la policía, la cual intentó dispersar a las aproximadamente doscientas personas que acudieron a la convocatoria. El saldo de los disturbios fueron propiedades vandalizadas y destrozadas, contenedores de basura incendiados y al menos diez personas fueron detenidas y dos policías resultaron heridos. [8]

En Lombardía, la situación es particularmente compleja. El centro económico del norte italiano fue la región del norte donde la pandemia golpeó con fuerza por primera vez en Europa. En la actualidad, la región lombarda sigue siendo la más afectada, habiendo alcanzado  209.629 casos totales de coronavirus. En palabras del alcalde milanés, Beppe Sala, en estos momentos están atravesando uno de los momentos más difíciles de la historia reciente para Milán, para Europa, para el mundo entero. Y señala sin dudar que el peor momento desde la Segunda Guerra Mundial, ya que es la primera crisis verdaderamente global. [9]

Aun así, varios centenares de personas se manifestaron por las calles de Milán como protesta a las nuevas restricciones introducidas por el Gobierno. Veintiocho personas fueron arrestadas en Milán tras participar de una manifestación durante la cual grupos de encapuchados, sin barbijo, se enfrentaron a la policía y arrojaron bombas molotov a edificios públicos [10]. Por este motivo, la policía utilizó gases lacrimógenos para dispersar a manifestantes. Escenas como estas se están replicando en diferentes centros urbanos.


¿Una nueva estrategia?

Los disturbios acaecidos en las distintas ciudades italianas han confirmado lo que temían las autoridades italianas: la población está exhausta luego de haber pasado tres meses de encierro, es por eso que alza la voz contra la posibilidad de un nuevo confinamiento, aunque esto preocupa específicamente a los sectores económicos que han sufrido directamente las consecuencias del aislamiento social.

Es por esto que el Primer Ministro Conte se resiste a cerrar el país con una cuarentena total, como sucedió en marzo, cuando la primera oleada del Covid-19 comenzó a gestarse en las regiones industriales hasta llegar al extremo sur del país. Las autoridades italianas saben por experiencia propia que no se puede perder tiempo frente al aumento de los casos, empero tomar medidas restrictivas apresuradas podría agravar la violencia de las reacciones populares que reclaman por la pérdida de trabaja y los problemas económicos que fueron consecuencia del confinamiento y la suspensión de la actividad comercial.

A pesar de que la cuestión económica es una preocupación real para el gobierno, hay otro elemento central que no se puede perder de vista para lograr una correcta gestión de la crisis sanitaria: la disponibilidad de camas de terapia intensiva y de personal médico que pueda atender al creciente número de contagiados.

Es por esto que con el correr de los meses, el sistema de salud se ha visto reforzado gracias a la adición de miles de camas nuevas a las unidades de cuidados terapia intensiva para hacer frente a la pandemia.  El total de camas en las unidades de terapia intensiva ha llegado ya a más de 7.000 lugares y se prevé que en poco tiempo lleguen a las 10.000 plazas. Domenico Arcuri, comisionado extraordinario para la implementación y coordinación de las medidas necesarias para contener y combatir la emergencia epidemiológica COVID-19, señaló que, en caso de ser necesarias, más de 10.300 plazas de cuidados intensivos pueden estar disponibles en toda Italia [11].

La situación se hace cada vez más dramática, por la difusión del virus es exponencial. El descenso de casos por el paso del verano ha causado que se baje la guardia con las medidas de prevención. Los organismo sanitarios ya dieron la voz de alarma y llaman a tomar medidas de inmediato que favorezcan una reducción drástica de las interacciones físicas entre las personas y que puedan aliviar la presión sobre los servicios de salud, incluyendo restricciones a actividades no esenciales y restricciones a la movilidad. En este escenario de incertidumbre global, el nuevo desafió que se le presenta a Italia es poder conjugar medidas que eviten la propagación de la enfermedad pero que a su vez no generen ulteriores problemas económicos.




Sobre la Autora


Indiana Azar es Politóloga (UBA), Docente del CBC y de la Facultad de Ciencias Sociales UBA. Maestranda en Sociología Política Internacional (UNTREF). Integrante del Programa de Estudios Sociales y Políticos entre Italia y Argentina (IIGG UBA). Investigadora de Política Italiana y Europea (EuropaGICP FSOC UBA). Miembro de la REDAPPE (Red Argentina de Profesionales para la Política Exterior).

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