Efecto pandemia: desigualdad, pobreza y desempleo

La tormenta sanitaria se veía muy lejos y con pocas chances que toque suelo argentino de manera repentina; pero llegó y trajo con ella muertes, cierre de empresas, caída de ingresos, desigualdad y aumento de la pobreza.

Principios de enero 2020, la organización mundial de la salud (OMS) informa en redes la existencia de conglomerados de casos de neumonía en Wuhan. Días después se confirman casos de COVID – 19 en distintas partes del mundo. La pandemia mundial comenzó.

Argentina creía que el coronavirus no iba a llegar tan rápido, incluso al principio se minimizaron los síntomas comparándola con la gripe, frase refutada por especialistas con el transcurso del tiempo. Sin embargo, al llegar los primeros casos, las autoridades decidieron comenzar un duro confinamiento, con prórrogas cada quince días; que duró varios meses.

En ese período solo esenciales podían trabajar de manera presencial, generando que solo los ocupados capacitados puedan continuar su labor desde su hogar de manera virtual; mientras que informales y sectores con baja calificación entraran en el desempleo o inactividad.

El desempleo es causado por cierre de empresas, recortes de personal o por ser imposible realizar la actividad correspondiente. En ese sentido, la tasa de desempleo desde fines de 2017 venía en aumento, sin embargo, podemos ver que previo a la pandemia se ubicaba en un valor cercano al 10% de la población económicamente activa, mientras que en los primeros meses de confinamiento dicha tasa se ubicó aproximadamente al 13%. Si bien ya comenzó su reducción, es necesario varios periodos de crecimiento económico para poder volver a valores cercanos al 8%.


Gráfico 1: Tasa de desempleo trimestral (2017-2020)


Fuente: Elaboración propia en base a EPH – INDEC.

Nota: Línea roja corresponde al periodo de pandemia.


Adicionalmente, el tipo de cambio nominal también crecía, aunque con ciertos periodos de estabilidad. Sin embargo, en pandemia comenzó su fase sostenida de aumento que parece no tener fin. Este aumento impacta de manera directa en los precios de los productos que consumimos, incrementando el valor de la canasta básica alimentaria (línea de indigencia) y canasta básica total (línea de pobreza), mientras que los ingresos de los ocupados y las jubilaciones se encuentran (en el mejor de los casos) creciendo a un ritmo mucho menor que la inflación.


Gráfico 2: Tipo de cambio nominal oficial (promedio mensual)


Fuente: Elaboración propia en base a datos.gob

Nota: Línea roja corresponde al periodo de pandemia.


Si bien parece que el ojo del huracán pasó, esta calma siempre viene acompañada de incertidumbre de cuándo y cómo procederá otra catástrofe. Pareciera que de igual manera sucede momentos de cara a las elecciones.

La economía argentina es muy volátil: momentos de crecimiento, seguido por largos períodos de decrecimiento o estancamiento. Y este año parecer no ser la excepción; no solo por cuestiones económicas, sino además se agrega a la agenda una incertidumbre en cuestiones sanitarias.

Las expectativas de mercado prevén poca estabilidad para los próximos meses. La inflación esperada para 2021 ronda el 48%, valor muy por encima al proyectado en el presupuesto de este año. Se prevé un aumento generalizado de precios superior al 2,7% mensual.  El tipo de cambio nominal mayorista esperado para fin de año es $107 (sin incluir los respectivos impuestos). El nivel de actividad espera un crecimiento del 6,8% con respecto al año pasado, aunque recuperar valores del producto previos a la pandemia llevará varios años de crecimiento estable.

Toda política económica, sea monetaria o fiscal, tiene como fin último la mejora en las condiciones sociales, destacándose la reducción de la pobreza. Con respecto al porcentaje de la población que se encuentra por debajo de la canasta básica total (tasa de pobreza) ronda el 42%, casi 8 puntos porcentuales arriba en relación con la etapa previa a la pandemia. Para recuperar valores previos se requiere varios periodos consecutivos de crecimiento económico, aunque éstas son expectativas muy optimistas para un país tan volátil.


Sobre el autor: Federico Favata es licenciado en Economía (UNSAM). Magister en Econometría (UTDT). Becario doctoral del Centro de Investigaciones Macroeconómicas para el Desarrollo (CIMaD). Profesor universitario. Twitter: @FedeFavata.


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