El amor de D10S es infinito: ¡Somos campeones del mundo!
Argentina llegó a la consagración tan ansiada, total y definitiva. La historia estuvo escrita con un dramatismo insoportable, pero el final se tiñó de una épica inigualable. La foto eterna: Messi besando la Copa del Mundo y la alegría del pueblo unido en las calles.
"Se habla cada vez más sobre / de fútbol, probablemente porque el fútbol es –a esta altura del universo y de la historia mediática– algo que, por invasión prepotente en la cotidianidad del mundo entero, ya no se puede evitar". (Juan Sasturain).
¿Quién se atrevió alguna vez a decir que el fútbol es sólo fútbol?... por favor, lo que se vivió en este mes mundialista echa por tierra de una vez y para siempre este latiguillo que no tiene fundamento alguno. Y la coronación de este grupo de argentinos en Qatar tuvo un nivel de dramatismo insorpotable para ellos y para el pueblo que lo sintió hasta la médula, y una prosa de épica que nos llevó a un estado de felicidad genuina y absoluta, muy difícil de igualar. El amor de D10S es infinito: ¡Somos campeones del mundo!
Para que la película fuera perfecta, el triunfo no estuvo exento de sufrimiento. "¡No somos argentinos sino sufrimos!", gritó Nico Otamendi en medio de los festejos. Es que la Selección argentina había hecho un partido perfecto hasta los 75 minutos del encuentro, con aplomo había disminuido a la peligrosa Francia que iba de acá para allá deambulando por la cancha. Lionel Messi de penal, con una tranquilidad inhumana y Di María, tras una gran jugada colectiva sellaban un triunfo sin oposición hasta ese momento. Pero el guión de la historía tenía matices de pesadilla.
Francia encontró un penal cuando el partido empezaba a morirse, y Mbappé consiguió otro al minuto para darnos dos piñas que nos dejaron al borde del nocaut. Fuimos al suplementario y llegamos al tercero, de la mano de quien sino: Lionel Messi. Pero la alegría duró poco porque los galos tuvieron otro penal que su diez no desaprovechó. Empate y a penales. Y ahí estuvo otra ves el "Dibu", poniendosé el traje de héroe para atajarle un penal a Koman y poniendo nervioso a sus rivales, que erraron otro para que "Chachete" Montiel termine, al fin, de lograr la victoria para los nuestros y para nosotros. ¡Campeones del mundo! Lo que se vivió durante esas casi tres horas es muy difícil de dimiensionar, tal vez con el tiempo tengamos noción de lo que sufrimos, nos emocionamos y a lo que llegamos.
Hubo justicia divina. Lionel Messi tuvo que esperar más de 16 años y 5 mundiales para poder levantar la Copa del Mundo. Y el destino está lleno de paradojas porque a los 35 años, cuando su carrera comenzaba a diluirse apareció su mejor versión para liderar a este equipo y llevarlo hasta la cima. Y para no dejar dudas que es el mejor del mundo y por qué no el mejor de la historia. La glorificación del mesías llegó justo cuando nuestro D10S ya no está entre nosotros. ¡Creer o reventar! 36 años después llegó lo que tanto merecíamos.
El fútbol es una radiografía perfecta de nuestra pasión. El fútbol es el ritual de cuatro amigos que a lo largo del mundial respetaron todas las cábalas posibles. El fútbol es una señora agitando una bandera rodeada de jóvenes que la acompañan al grito de ¡Abuelaaa!. El fútbol es la felicidad auténtica de miles y miles de chicos que con la ilusión de ser Messi patean una pelota en cada plaza o potrero de nuestro país. El fútbol es el abrazo inconfundible de dos desconocidos que festejaron como hermanos esta victoria. El fútbol son diez locos y locas totalmente eufóricos festejando en la Base Marambio en medio del frío hostil. El fútbol es la algarabia de quienes viven en los márgenes de nuestra sociedad y tienen en este deporte uno de los únicos motivos para celebrar y sentirse dignos. El fútbol es la unión inquebrantable de nuestro pueblo, que sólo el fútbol puede conseguir.
No queda más que agradecer a estos jugadores y a este cuerpo técnico liderado por Lionel Scaloni porque dieron un ejemplo de lucha, superación y perseverancia para lograr el objetivo. No fue fácil, porque nunca nada nos fue fácil a nosotros, pero ahora saboreamos aún más la consagración. Ahora nadie borrará de nuestras retinas la locura colectiva y el éxtasis total. Aunque el tiempo tenga el desatino de diluir la adrenalina y la felicidad de este presente perfecto, estos momentos quedarán inmortalizados en nuestros corazones. Somos y seremos fútbol: ¡Argentina es campeona del mundo!
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