El tipo de cambio: un tipo difícil

Por: Gerardo De Santis

Hablar sobre un tipo de cambio que le venga bien a toda la economía es imposible. No puede un único precio que relacione diferentes productividades ser igual para todos de bueno o de malo.

Con el tipo de cambio hoy cerca de $20, hay sectores de fiesta en materia de rentabilidad y otros que la pasan mal.

El dólar para agro, pesca y minería, sin retenciones, está alto y eso permite que tales sectores estén ganando bien

Para la industria está retrasado y no hay administración de comercio exterior, así que el tipo de cambio real es bajo, lo muestra el déficit comercial de 2017, que en 2018 será peor. Para turismo también está bajo, la balanza de turismo suma déficit importante y contribuye a la fuga de los dólares que todos estamos tomando como deuda bajo el paraguas del Estado.

Depende del sector económico que tomemos, el tipo de cambio tiene distintas lecturas. No hay un tipo de cambio único que satisfaga a todos los sectores económicos.

Si queremos lograr crecimiento de la industria, un mercado laboral a pleno con trabajadores formalizados, entonces hará falta un tipo de cambio alto, como todos los países que se desarrollaron en los últimos 30 años, que lo hicieron protegiendo sus industrias.

Pero a su vez, un tipo de cambio alto encarece los bienes que exportamos en el interior del país, por lo que se necesitará administrar el comercio exterior de modo que los precios internos de nuestros exportables se desacoplen del valor en dólares multiplicado por ese tipo de cambio alto.

Es decir, para lograr un desarrollo industrial en un contexto de sociedad integrada, equilibrada, con cohesión social, los tipos de cambio efectivo tienen que ser diferentes para distintos sectores económicos.

Devaluación, inflación, paritarias, inversión y otros fracasos en 26 meses

La devaluación de inicio del Gobierno buscó un rápido cambio de rentabilidades relativas. Recompusieron rentabilidad sectorial vía devaluación, eliminación de retenciones, tasas interés altas, ajuste de tarifas. Esas superganancias iniciales se debían convertir en inversión. Las ganancias de hoy serían las inversiones de mañana y el empleo de pasado mañana.

Pero ese salto inicial no fue acompañado de inversiones: el otro pilar declarado del modelo, la “lluvia de inversiones” no ha ocurrido, al punto que la inversión extranjera directa en 2017 es menor que en 2015.

Y el aumento observado en la construcción es una bomba de tiempo. Se sustenta en préstamos cuya cobrabilidad se deteriora con la inflación no domesticada, poniendo en peligrosa tensión la cadena de pagos.

La suba del tipo de cambio en estos últimos sesenta días no le sirve al Gobierno, en sus objetivos declarados. El Gobierno viene fracasando en controlar la inflación y la devaluación de estos últimos días la va a alimentar. En el caso de los bienes transables, la devaluación se traslada de manera directa a los precios en pesos; tanto para lo que exportamos como aquello que importamos.

El exportador quiere la misma cantidad de pesos, sea que venda dentro o fuera del país, así que si el precio en dólares por el tipo de cambio nuevo sube, el productor va a querer un precio más alto en lo que vende adentro también.

Lo que viene de afuera terminado, claramente aumenta. Pero, además, hay muchos bienes que necesitan partes, insumos, materias primas importadas y ahí el aumento del dólar también se traslada de manera directa. Por ejemplo, el 80% del valor de un auto son bienes importados, si devaluás, aumenta el precio.

La participación de los componentes importados es relevante o muy relevante en nuestra industria, por eso la devaluación aumenta los costos para la industria.

Además, el fracaso en el control de la inflación alimenta expectativas inflacionarias justo en el momento en que se discute en paritarias el esquema de aumentos salariales.

El salario, para el Gobierno, es un problema. Están pensando en salarios más bajos, después del “error” que fue para ellos la cláusula gatillo, porque no les permite una baja de los salarios reales.

La indexación de salarios no les queda cómoda en su esquema teórico: el salario es un costo, no el poder adquisitivo de la demanda.

La otra cara es que el salario alto es demanda de bienes y servicios. Expansión del mercado interno con industrialización. Nunca se pudo completar, los que lo hicieron Inglaterra ya lo era, pero todos usaron política industrial y pasaron del algodón (EE.UU.) y la madera (Alemania) a la industria con alta agregación de valor.

Se expandieron a fuerza de mercado interno, política industrial, salarios altos.

Nos falta política industrial. En ese contexto, un tipo de cambio alto, como al inicio de este Gobierno, solo sirvió para mejorar la rentabilidad de algunos sectores, como agricultura y minería, pero esos mismos sectores no han sido pilares para aumentar el empleo ni la inversión.

Es decir, un tipo de cambio alto, per se, no es solución sin política industrial.

* El autor es director del Centro de Investigación en Economía Política y Comunicación. CIEPYC- UNLP

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