E.S.I.: Formando individuos libres y respetuosos

OPINIÓN. Hace ya una década y media que el Programa de Educación Sexual Integral es ley en nuestro país. Su implementación interpela nuestras experiencias personales, por eso para muchos es difícil abordarla. Sin embargo, conforma un eje fundamental para alcanzar un desarrollo personal, basado en el respeto, en el conocimiento del cuerpo y en la salud física y emocional. Su correcta implementación ayuda a chicos y chicas a comprender y sentirse acompañados en las distintas etapas de su crecimiento.

*Por Maria Victoria Pucci, Mariángeles Alonso, Romina Oronó y Joaquín Martínez


¿De qué hablamos cuando hablamos de E.S.I.?

El programa de Educación Sexual Integral es el abordaje de diversas actividades en el ámbito escolar, pensadas y planificadas para las distintas edades de los y las estudiantes. Fue creado por la Ley N° 26.150, sancionada en el año 2006. Muchos y muchas suelen asociar la palabra “sexual” con la genitalidad, por eso es importante detenernos aquí para explayarnos sobre cuál es la mirada ampliada que propone este programa.

El concepto de sexualidad que promueve la Ley de Educación Sexual Integral excede ampliamente a la noción de genitalidad o de relaciones sexuales. Se trata de una definición más amplia e integral, que considera a la sexualidad como una de las dimensiones constitutivas de la persona, que abarca aspectos biológicos, psicológicos, socioculturales, afectivos y éticos. Se basa en la definición planteada por la Organización Mundial de la Salud, que la entiende como una dimensión fundamental inherente al hecho de ser humano. En este sentido, la sexualidad se practica y se expresa en todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos.

A partir de que se sanciona la Ley 26.150, cada institución educativa, ya sea pública o privada, debe incluirla en su proyecto institucional. El modo en el que cada institución lo haga dependerá de las particularidades de la misma, del contexto en el que esté inmersa, pero también de un posicionamiento propio. Es decir, el lugar que se le dé, de mayor o menor relevancia, será una decisión institucional.

Los contenidos de la E.S.I se encuentran adaptados a cada etapa evolutiva de la persona de manera pedagógico didáctica. Sus cinco ejes conceptuales son:

Cuidar el cuerpo y la salud.

Valorar la afectividad.

Garantizar la equidad de género.

Respetar la diversidad.

Ejercer nuestros derechos.

Los ejes conceptuales se mantienen en los diferentes niveles educativos, pero van adquiriendo con el pasar de los años mayor profundidad y especificidad. Por ejemplo, en el eje “cuidado del cuerpo y de la salud” se trabaja en el nivel inicial (jardín) el cuidado y el respeto del  cuerpo propio y el de los demás, el reconocimiento de las partes íntimas, a las cuales llamamos por su nombre,  se visibilizan los cambios en el cuerpo propio desde que éramos bebés hasta la edad que los niños y niñas tengan en ese momento.

Ese mismo eje, abordado en un quinto o sexto año de primaria, podrá empezar a identificar los cambios que se producen en el propio cuerpo con el advenimiento de la pubertad, por ejemplo, y se podrá plantear en el nivel secundario, con mayor profundidad aún, estudiando el sistema reproductor masculino y femenino, los métodos anticonceptivos y los de protección ante las enfermedades de transmisión sexual, etc. De esta forma, se garantiza una continuidad en los contenidos, que respeta el momento evolutivo y los intereses inherentes a cada etapa de la vida.

Los contenidos de la E.S.I, son ejes que atraviesan distintas áreas y/o disciplinas, responden a las distintas etapas del desarrollo de niños y niñas y adolescentes y contempla situaciones de la vida cotidiana del aula y de la escuela, así como sus formas de organización.


Currículum en acción

La ESI está pensada como un eje transversal, esto quiere decir que no es una materia específica, y que no se limita a ser trabajada desde un área específica, sino que sus contenidos pueden y deben abordarse desde todas las áreas. Asimismo, aplicar sus principios en las prácticas educativas, implica poner en juego los estos contenidos en lo que se llama el “curriculum en acción”. Esto se puede reconocer en las prácticas cotidianas de  una institución cuando en lugar de referirse a alumnos o a chicos, se incluyen las categorías de alumno y alumna, o se utiliza el lenguaje inclusivo. Otro ejemplo donde podemos identificar esto es en el modo en el que se redactan las notas informativas, ya que no es lo mismo dirigir una nota a los “señores padres” como se leía antiguamente, que a las “familias”.

Otro espacio interesante son las carteleras escolares. En las escuelas, “las paredes hablan”. Y nos dicen muchas cosas: quién/es escriben, hacia quién/es está dirigido lo que se escribe y el modo en que se dirigen a sus potenciales lectores. Cuando las carteleras se democratizan, cuando todos y todas los que habitan la escuela tienen la posibilidad de expresarse, es muy interesante ver cómo se manifiesta cada grupo: docentes, directivos y directivas, estudiantes… Los chicos y las chicas, cuando son habilitados, suelen ser un elemento instituyente en la cultura escolar instituida, en la que muchas veces se repiten modos o frases hechas que resultan naturalizadas. Los discursos innovadores de los estudiantes pueden ayudar a poner en cuestión lenguajes y modos de formular la comunicación cristalizados y muchas veces anacrónicos.

El lenguaje, también, es un punto fundamental, ya que mediante él ordenamos, describimos y categorizamos la realidad que nos rodea. Mediante las palabras le damos categoría de real a todo aquello que nombramos, e invisibilizamos lo que omitimos. Entonces si hablamos de “padres”, estamos dejando por fuera todos los otros modelos de familia que existen que no es el “tradicional” de madre-padre-hijo. Lo mismo sucede cuando realizan comentarios, ya sea formales o informales, adjudicando tareas estereotipadas a alguno de los progenitores, como “decile a mamá que te revise la cabeza o que mañana tenés que traer un juguete al jardín”. Predeterminar los roles familiares mediante el lenguaje, aunque se realice de una manera inocente, sólo refuerza las situaciones de desigualdad y reproduce y perpetúa el sistema patriarcal.

La E.S.I es una obligación y un compromiso, que por ley deben ser asumidos por los colegios de nuestro país, pero también es un derecho. Pensemos en cuando éramos chicos, todas las generaciones que no tuvimos la suerte de tener Educación Sexual Integral, seguramente notemos algunas falencias básicas en nuestra formación. Como la falta de conocimiento de nuestros propios cuerpos y el del sexo opuesto que trae como consecuencia no sólo no “entenderlo” en términos biológicos sino también, no cuidarlo.

La ESI en la etapa escolar es una gran ocasión para crear ciudadanos libres y conscientes de la diversidad y es una gran oportunidad para que los niños y las niñas se desenvuelvan y  puedan tener experiencias y juegos sin prejuicios. La escuela se muestra como el lugar adecuado para que los chicos y las chicas transiten el desarrollo desde la infancia hasta la pubertad con estos conocimientos. No podemos mantenernos ajenos a esto. En este sentido, es importante volver al concepto de “curriculum en acción” porque estos nuevos aprendizajes serán verdaderamente incorporados por chicas y chicos cuando formen parte del lenguaje y las acciones cotidianas de la escuela, no por su mera enunciación teórica en algún momento destinado a ese “discurso”.

Como educadores tenemos la responsabilidad de enseñar E.S.I, de esta manera, contribuimos a garantizar el bienestar de nuestros alumnos y alumnas y a darle la posibilidad de que puedan expresarse y se les haga más fácil hablar de ciertas cuestiones. El colegio, en este sentido, se transforma en un lugar protagonista para promover y proteger los derechos de los estudiantes, ayudándolos a comprender su proceso de crecimiento, físicos y emocionales, a sentirse escuchados, aprendiendo, por ejemplo que sus sentimientos son importantes y está bien hablar de ellos. Los adultos que participan en su proceso educativo están ahí para acompañarlos, cuidarlos y escucharlos.


Abordaje transversal  

Mirar los contenidos que enseñamos en la escuela con perspectiva de género es algo que podemos hacer desde que el niño o la niña ingresan al sistema educativo, por ejemplo, desterrando la idea de que hay colores de “nena” y colores de “nene” o juguetes de “nena” y de “nene”. Por ejemplo, un docente podría ofrecerle autitos y camiones para jugar  a un nene , creyendo que preferirá esos juguetes por prejuicio del adulto, en lugar de ofrecerle explorar y elegir. Aunque no se trate de una situación de enseñanza en la que se pone en juego un contenido específico, sí se trata de una situación en la que se filtran ideologías de género de forma implícita en nuestras prácticas educativas.

Las clases de educación física son un gran ejemplo de cómo fue variando su formato a partir de pensar las mismas a través de los lineamientos de la E.S.I. Recordarán que hace unos años atrás, el conjunto de los alumnos y alumnas se dividía en varones y mujeres, teniendo cada subgrupo una clase distinta. En las clases de los varones predominaban deportes como el fútbol, y en las de mujeres el voley. Esta división tenía que ver con prejuicios respecto al género, allí no cabía la posibilidad que una alumna quiera jugar al fútbol por ejemplo.

 

La literatura como insumo para abordar la E.S.I.

Una herramienta que ayuda a trabajar  contenidos de la E.S.I es la literatura. Por ejemplo, tomando los cuentos clásicos, releyendo los originales, buscando reversiones y creando las propias. Trabajar con libros de cuentos permite reflexionar sobre el sexismo en la cultura, el cuidado del cuerpo, distintos modos de familias y la diversidad en su sentido más amplio, así como también deconstruir conceptos y situaciones que solemos "naturalizar".

De esta manera se puede abordar con los alumnos y alumnas temas como discriminación laboral según estereotipos de género, el reconocimiento de situaciones a las que quiero decir que sí y a las que quiero decir que no, las expectativas de género presentes en nuestra cultura, el buen trato y la circulación de la palabra. Estos son temas que explícita o implícitamente están presentes en las clases de las y los docentes, y la literatura nos brinda la posibilidad de hacer hincapié en ellos y repensarlos.

Los y las docentes,  deben asegurarse de transmitir contenidos actualizados y acordes, pensados desde una mirada integral y que resulte fácil, tangible y atractivo para los alumnos y alumnas. Trabajar responsablemente y de manera transversal la E.S.I en los diferentes estadíos escolares beneficiará a cada uno y cada de los alumnos/as a transitar con responsabilidad, respeto y libertad todas las etapas de su desarrollo.

 

Sobre los autores 

Romina Oronó es  Psicopedagoga. Se desempeña como Orientadora de los Aprendizajes en el Equipo de Orientación Educacional de la Escuela Bialik, en la ciudad de La Plata. Integra también un Equipo Terapéutico Interdisciplinario.

Mariángeles Alonso es Licenciada y Profesora en Psicología (UNLP). Se desempeña como Orientadora Educacional en el Equipo de Orientación Educacional de la Escuela Bialik. Además, es Psicoanalista y miembro del Instituto Pragma-APLP, donde coordina el Grupo de investigación “Infancias y sexualidad femenina”.

Joaquín Régulo Martínez es Profesor en Educación Primaria y Educación Inicial. Se desempeña como Director de Escuela Primaria.

María Victoria Pucci es Lic. en Comunicación Social y Docente Universitaria

 

Redes Sociales

Instagram

@vickypucci

@romiorono

@licmariangelesalonso

@joaquinregulo

Twitter

@vickypucci


Diarios Argentinos