Ganar la calle

Por: Ricardo Rouvier

Pasó el 17 de octubre tan anunciado. Hubo dos rectas que lo atravesaron; uno, la épica  de un pasado que señaló ese día como el punto de inflexión de la Argentina moderna dejando atrás el modelo agroexportador oligárquico. Hubo otra de corto plazo que era dar una respuesta contundente a las manifestaciones críticas.  Un recordatorio de aquel mito fundante, y un empuje al gobierno de Alberto Fernández que está jaqueado por los problemas y por la alianza opositora.

El acto se desarrolló en dos espacios; uno la CGT y otro la calle, el centro de CABA y algunas ciudades del interior. Comparando, pareció que la movilización fue más contundente que la alocución de tono moral del Pte. Se verificó una demostración que requería ser efectivizada. La calle no la ganó la oposición. En realidad y con más prudencia diríamos que la calle está a disposición como ocurre en las democracias.  Pero hubo entusiasmo que tuvo un corte generacional: los mayores con sus íconos históricos: Perón y Evita; y los más jóvenes Néstor y Cristina.

La alocución presidencial apuntó a la unidad, en una dirección que pareció más orientada a la interna; y la referencia al ejercicio del odio implicando tácitamente a la oposición. No hubo anuncios de ningún tipo, ante un finde que preanuncia algunas turbulencias en los próximos días; sobre todo en lo que hace a las variables macroeconómicas. Como viene ocurriendo, el gobierno parece adoptar una posición defensiva, sin contar con la respuesta boxística del contragolpe.

La calle le dio un empuje al gobierno, no sabemos cuánto tiempo durará su vigencia ante la sociedad, pero de lo que no hay duda es que el peronismo sigue existiendo, y exhibió su corporalidad. Cada 17 de octubre renueva su promesa de realizar su destino transformador.  

Mantener la unidad del Frente de Todos es imprescindible y el Pte. lo ratifica a cada momento,  también parece necesario intentar ampliar la base de sustentación ante la envergadura de los desafíos.

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