La economía popular en números

OPINIÓN. Medir, visibilizar, intervenir.

 Por Ana Natalucci y María Inés Fernández Álvarez


El pasado miércoles 25 presentamos el Informe Técnico “La economía popular en números. Bases metodológicas para una propuesta de medición”, el primer número de la Colección Apuntes de Economía Popular. La necesidad de poder dimensionar el campo de la economía popular no es nuevo: desde las organizaciones, instancias gubernamentales y espacios académicos venimos discutiendo sobre las transformaciones en la composición de las clases trabajadoras a partir de un cálculo estimativo que ronda entre  el 30 y el 40%. La pandemia visibilizó brutalmente la imprecisión de este número. Tal es así que al momento de implementar el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), el gobierno estimaba alcanzar a 3.6 millones de personas, se inscribieron 13.4 millones y fueron admitidas 8.9 millones; es decir casi 5 millones de personas más.

Así, el IFE hizo incuestionable la realidad de un amplio sector de la población que no es considerado por las estadísticas oficiales. Se trata de trabajadores/as sin protección social o derechos laborales que se desempeñan en actividades no registradas, informales, precarizadas. Si bien es cierto que la heterogeneidad de su composición trae algunas dificultades para su medición, también lo es que hasta hace poco tiempo no existían iniciativas gubernamentales para avanzar en la cuantificación del sector. La primera iniciativa ha sido impulsada por el Registro Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (ReNaTEP), creado en el marco de la ley de Emergencia Social Nº 27.345/16 e implementado una vez que la Secretaría de Economía Social pasó a estar a cargo de dirigentes de las organizaciones sociales y de la economía popular.

Esta cuestión de la visibilidad -y de su cuantificación- no es meramente técnica. Es principalmente un problema a la hora de pensar la definición e implementación de políticas públicas efectivas que permitan mejorar las condiciones de vida y de trabajo de quienes forman parte de este sector de la clase trabajadora.

Con el propósito de construir herramientas en esta dirección, desde el Programa de Economía Popular y Tecnologías Sociales (PEPTIS-CITRA-UMET) nos propusimos construir una medición de la economía popular. ¿Por qué hablar de economía popular y no de informalidad? Porque creemos que la denominación de informalidad es parte de lo que hay que cambiar, ya que circunscribe el problema del trabajo a una cuestión relativa al tipo de vinculación legal con el mercado de trabajo. Contrariamente, la noción de economía popular alude a la realidad de quienes se ganan la vida a través de una multiplicidad de actividades que se desarrollan sin derechos laborales, sin patrón visible y en los últimos años han generado nuevas formas organizativas, asociativas y de representación gremial. Es decir, la economía popular alude a las formas en que se recrea el trabajo en la actualidad.

En los últimos años, se han desarrollado otras propuestas de medición -que pueden consultarse en el documento mencionado- y uno de los grandes debates radica en qué fuentes utilizar. La única estadística disponible que tiene una periodicidad establecida es la base de microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). La EPH presenta varios límites que no son menores para este tipo de medición. El primero es la subdeclaración de ingresos cuya consecuencia es que los ingresos agregados de los hogares que surgen de encuestas resultan inferiores a los ingresos agregados que se obtienen de los sistemas de Cuentas Nacionales o de datos de registros administrativos. El segundo límite es la cobertura exclusivamente urbana: la EPH sólo mide 31 aglomerados grandes, tomando el 60% de la población y dejando afuera los pequeños y las zonas rurales, que como sabemos son significativas para la economía popular. El tercer problema concierne al módulo de trabajadores independientes dado que la EPH brinda información ligada a la posesión de capital sin incluir aspectos que permitan captar la heterogeneidad del sector. Finalmente, la EPH no capta la cuestión del pluriempleo, que es clave para pensar la complejidad del trabajo de la economía popular. En su conjunto, estas limitaciones hablan de desajuste entre los instrumentos estadísticos y la realidad de las y los trabajadores en la Argentina hoy. 

A sabiendas de estos límites, la decisión de tomar la EPF responde a la intención de contar con información que pueda ser actualizada de manera periódica, ya que es la única fuente disponible públicamente que brinda información trimestral sobre condiciones laborales.

Atendiendo a la heterogeneidad que caracteriza la economía popular los criterios que definimos para operacionalizar -y hacer posible- la medición son: i) categoría ocupacional, ii) grado de calificación de la ocupación, iii) situación frente a la propiedad de capital física e iv) ingresos declarados. Estos criterios nos han permitido precisar los grupos poblacionales: 1) Cuentapropistas no profesionales de bajo capital; 2) Desocupados no profesionales; 3) Servicio doméstico subocupados y sin registro; 4) Asalariados cuya fuente principal de ingresos declarados se corresponde con “subsidios del gobierno”; 5) Trabajadores familiares sin remuneración.

En función de estos criterios ,y tomando los datos del 4t de 2020 de EPH, el sector de la economía popular alcanza las 4.192,655 millones de personas. Este sector está integrado por los siguientes subsectores como se indica en el Gráfico 1.

Gráfico 1: Composición del Universo Restringido de la Economía Popular, por sub-población. Datos correspondientes al 4t-2020.


Fuente: “La economía popular en números…” (Fernández Álvarez, Ana Natalucci, Ana Paula Di Giovambattista, Lucio Fernández Mouján, Ernesto Mate y Santiago Sorroche, 2021).


En síntesis, esta propuesta de medición es un llamado a aunar esfuerzos que permitan avanzar en un debate urgente sobre la necesidad de construir nuevos instrumentos que permitan captar las heterogeneidades de las situaciones sociales y laborales de las y los trabajadores en la actualidad. Aquello que no se puede nombrar y medir, no se puede aprehender. Es hora que el esfuerzo que hicieron las organizaciones de la economía popular por visibilizar la situación de millones trabajadores y trabajadoras sea correspondida. El debate está abierto.

 

Sobre las autoras

Ana Natalucci es Dra. en Ciencias Sociales, Investigadora CONICET con sede CITRA-UMET y Profesora de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

 María Inés Fernández Álvarez es Dra. en Ciencias Antropológicas, Investigadora CONICET, Vicedirectora del CITRA (CONICET-UMET) y Profesora de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA).

Diarios Argentinos