La última jugada del profeta dolarizador
Con las elecciones a la vuelta de la esquina, el candidato libertario Javier Milei apretó el acelerador y se transformó en el principal impulsor de una corrida cambiaria que golpea de lleno a su principal contrincante, Sergio Massa, y, lo que es peor, profundiza la crisis que sufren las grandes mayorías.
"La cultura es la estructura secreta de todo lo que se hace, incluso en materia de economía", dijo alguna vez Horacio González, y esa frase es uno de las tantas que nos dejó el gran pensador para intentar comprender nuestra realidad, muchas veces caótica y cíclica. El candidato presidencial por Libertad Avanza y ganador de las PASO, Javier Milei, envalentonado por la cercanía de las elecciones generales, pisó el acelerador y enunció una serie de dichos en desmedró de la ya ultra desvalorizada moneda nacional y provocó una corrida bancaria y consecuente subida del dólar que, por un lado, pone en jaque las aspiraciones de su máximo competidor y ministro de Economía, Sergio Massa, y, por otro, expone las limitaciones de la actual gestión para amainar los efectos desestabilizantes que hacen crujir el bolsillo de los argentinos.
"Jamás en pesos, jamás en pesos. El peso es la moneda que emite el político argentino, por ende, no puede valer ni excremento, porque esas basuras no sirven ni para abono", sentenció Milei en las últimas horas. El economista ratificó su plan dolarizador y, además, dejando en claro sus intenciones desestabilizantes, incentivó a la no renovación de los plazos fijos. Días antes, ante empresarios en Mar del Plata, sostuvo que "cuánto más alto esté el dólar más fácil va a ser dolarizar". Dos estocadas certeras del expanelista televisivo hicieron volar por los aires la cotización de la divisa internacional, en su modalidad blue, y dejaron atrás la versión "edulcorada", al menos en términos económicos, que mostró en los debates presidenciales, donde estuvo lejos de destacarse.
Las aseveraciones de Milei genearon en un sector de la sociedad una nueva psicósis alrededor del dólar y provocaron las secuelas inflacionarias que inmediatamente se hacen notar. Al mismo tiempo, el libertario recibió una ola de críticas, que pueden desembocar en un castigo en las urnas el próximo 22 de octubre, o bien, pueden transformarse en el combustible necesario para arribar a Casa Rosada el 10 de diciembre. A todo o nanda el, por ahora, diputado está convencido que el presente de caos lo acerca al sillón de Rivadavia. Claro está que todo lo que se lleva puesto en el camino producto de sus acciones parece importarle menos que su deseo presidencial.
En contrapartida, el conjunto de bancos los principales bancos del país -nucleados en ADEBA- salieron, sin mencionarlo, a marcarle la cancha. A través de un comunicado, pidieron "responsabilidad democrática" y dijeron que "recomendar no renovar los depósitos no hace otra cosa que generar preocupación". “Una Democracia fuerte requiere de instituciones sólidas y de una dirigencia política madura y responsable”, manifestó ADEBA. Y luego agregó: “Es por ello que los candidatos que aspiran a gobernar la cosa pública tienen que mostrar responsabilidad en sus campañas y declaraciones públicas”. La entidad pidió que se evite “hacer declaraciones infundadas que generen incertidumbre en la gente y volatilidad sobre las variables financieras”.
Por su parte, Sergio Massa, intentó que la tormenta no lo termine de llevar puesto y prometió cárcel a los especuladores. "De la misma manera que lo tuve con las primarias, tengo claro quiénes son esos 4 ó 5 vivos que están jugando al arbitraje. Me voy a ocupar, esta vez. La vez pasada se me escapó a Uruguay el jefe. Esta vez me voy a ocupar de que no se escape y vaya en cana", dijo el candidato de Unión por la Patria rodeado de empresarios. El tigrense ni siquiera pudo saborear la pequeñísima victoria de salir airoso, y mostrarse en líneas generales bien plantado, en los debates presidenciales que ya tiene frente suyo otro incendio que apagar.
En su última jugada, Milei gatilló directo al corazón de una sociedad conmovida por los vaivenes de una economía que tiene en la inestabilidad uno de sus principales sellos identitarios. Lo hizo tocando un punto nodal que atraviesa la cotidianeidad de muchos argentinos: el dólar. Un hecho que cómo dijo Horacio González encuentra su explicación no sólo en la esfera económica de nuestro país porque también está enraizada en la esfera cultural.
Frente a este panorama, uno de los tantos interrogantes que le surge a quien escribe estas líneas es si el candidato libertario podrá erradicar la endeblez que mostraron los sucesivos gobiernos, con su matices, frente a la imbatible especulación financiera, o entregará su suerte y la de todos nosotros, como profesa, a las manos "generosas" del mercado. Lo que resulta una irrefutable evidencia a esta altura del partido es que su principal arma para ganar las elecciones fue ,y es, apropiarse del sentimiento de indignación que circula en la calle contra la clase política, no importa si para ello provoca la profundización del sufrimiento de las mayorías, que esperan una lluvia de dólares que los saque de este presente.
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