Lo que PASO y lo que viene


Por Martín Astarita y Mariano Fraschini


Los efectos de las PASO van más allá de lo que representan en sus aspectos formales (selección de candidatos y filtro para las agrupaciones políticas). Entre otras cosas, determinan equilibrios internos, sirven como una gran encuesta (de las que no fallan) y condicionan y estructuran, en términos políticos, la carrera para la competencia general. 

Por ello, resulta importante, para pensar sobre lo que viene, entender qué es lo que sucedió el domingo pasado...  


Lo que pasó 

Perdió el gobierno nacional. Las elecciones intermedias suelen oficiar como un plebiscito a favor o en contra del gobierno nacional. El resultado es contundente: el oficialismo fue el gran derrotado; solo logró imponerse en 7 provincias, la mayoría de ellas pertenecientes a uno de sus bastiones tradicionales, el norte argentino: Catamarca, Formosa, La Rioja, Salta, San Juan, Tucumán y Santiago del Estero (Frente Cívico). En Buenos Aires, el otro (¿ex?) bastión, quedó relegado al segundo lugar y ya son cuatro elecciones intermedias consecutivas en las que sale derrotado (la última vez que ganó fue en 2005, con el peronismo dividido). En el agregado nacional, el Frente de Todos obtuvo un 30% de los sufragios, un porcentaje muy similar a las elecciones de 2009 y 2013. 

De mantenerse estos números en noviembre, el gobierno de Alberto Fernández cosechará el segundo peor resultado en términos de renovación parlamentaria desde el retorno a la democracia en 1983; sólo superior al 22% de Fernando De La Rúa, y muy lejos de los anteriores comicios intermedios (1985,1991, 2005 y 2017), cuando las fuerzas presidenciales de turno superaron el 40% a nivel nacional.


Buena elección del macrismo. La elección de Juntos por el Cambio fue muy positiva: se impuso en 16 provincias en total. Una vez más, su gran baluarte fue la franja central del país, lo que la ciencia política denomina la región metropolitana: logró victorias en todos los grandes distritos del país (Buenos Aires, CABA, Santa Fe, Córdoba, Mendoza y Entre Ríos). 

Esta buena performance evidencia que la competencia interna entre más de una lista en la mayoría de los distritos le dio resultado a Juntos por el Cambio, haciendo atractiva las respectivas elecciones internas y fomentando con ello la participación, que en las PASO, en comparación con las generales, solía mermar para esta fuerza política.  

Ahora bien, en el agregado nacional, Juntos por el Cambio obtuvo 8.817.131 votos, cifra muy similar a lo obtenido en las legislativas de 2017 (8.665.391). Es decir, su predominio en esta elección se debe a la conjunción de una caída significativa del Frente de Todos y de haber mantenido lo propio (que no es poco).  


Se consolida el formato bi-coalicional. A pesar de ser una elección legislativa, donde generalmente el voto se dispersa más que en las presidenciales, se puede hablar de una consolidación de un formato bi-coalicional que ya viene dándose desde, al menos, 2015.

Aunque exige algunos matices sobre los que luego se ahondará, con excepción de Neuquén y Río Negro que quedaron en manos de partidos provinciales, el resto se dividió -desigualmente- entre las dos coaliciones principales del país. 

De esta manera, es posible efectuar lecturas más “nacionalizadas” de esta elección, como era habitual hasta 2001 (ver, al respecto, esta nota donde analizamos cómo fue cambiando el tipo de interpretación de los resultados en elecciones intermedias). 


¿Derechización de la sociedad? Milei hizo una muy buena elección en la Ciudad de Buenos Aires (acá sí que las encuestas, en general, no le pifiaron). Se habla en consecuencia -una vez más- de que la sociedad argentina se ha derechizado. 

Indudablemente Milei sintoniza con un fenómeno de época de líderes derechistas que se replica en otras latitudes -Estados Unidos con Trump, Brasil con Bolsonaro, etc-. Además, su (omni) presencia mediática incidió para que en el último tramo de la campaña hayan aparecido propuestas como la flexibilización laboral o la eliminación de indemnizaciones por despido, y su más que probable entrada al Congreso potenciará este tipo de debates políticos y legislativos.

Sin embargo, somos proclives a pensar que al menos en esta elección lo que predominó fue un voto de insatisfacción con el gobierno, y no tanto un corrimiento del electorado hacia la derecha del espectro político. De la misma manera observamos la buena elección que hizo el Frente de Izquierda, con algunos resultados notables como en Jujuy (23%), provincia donde este año Gerardo Morales ganó ya dos elecciones.     


¿A dónde fueron los votos del peronismo? Este es uno de los grandes interrogantes a dilucidar, teniendo en cuenta, como dijimos arriba, que Juntos por el Cambio retuvo, con pocas variaciones, los votos obtenidos en las legislativas de 2017. 

Aunque con los días se podrá hilar más fino, podemos hacer zoom en la provincia de Buenos Aires y aventurar una hipótesis: el oficialismo se vio perjudicado por dos motivos principales: crecimiento de terceras opciones, tanto por izquierda (FIT) como por derecha (Libertad Avanza) y producto de la baja participación. El ausentismo, a su vez, probablemente esté ligado también a cierto descontento o falta de entusiasmo con el gobierno. 

Lo cierto es que, sumando la fuerza de CFK y de Massa de la elección 2017, y comparándola con lo obtenido en la elección 2021, el peronismo unido (sin Randazzo), perdió en 4 años 1.644.871 votos. Juntos por el Cambio, en tanto, casi se mantuvo igual: solo 58.881 votos de diferencia. 

La categoría otros, es decir, terceras/cuartas fuerzas, capturaron en esta elección 800 mil votos más que en 2017: sobresalen Del Caño, Espert y Randazzo, en ese orden. Asimismo, también es notorio el incremento de la caída en los niveles de participación (votó 1 millón de personas menos en territorio bonaerense). 


Buenos Aires: Comparativa 2017-2021

 


Lo que viene

Desde que se aplicaron por primera vez en 2011, en las PASO siempre se registró menor cantidad de votantes que en las generales. Este domingo el nivel de participación fue del orden del 67%, una cifra baja en términos históricos. Es de esperar, en base a los antecedentes mencionados, que la cantidad de votantes aumente de cara a las generales. 

Otro elemento a tomar en cuenta son los movimientos que suelen producirse de las PASO a las generales. Hay dos motivos centrales que explican estos cambios. El primero de ellos, como mostramos en esta nota, es que aquellas fuerzas políticas que tienen competencia interna en las PASO, suelen tener dificultades, en las generales, para retener la totalidad de los votos de la lista perdedora. En tal sentido, hay que recordar que en estas PASO Juntos por el Cambio se caracterizó por un alto nivel de internismo: en 17 distritos tuvo competencia con más de una lista. Aunque para cargos legislativos, en base a arreglos particulares de cada fuerza, las listas se integran entre ganadores y perdedores, cabe preguntarse si para las elecciones generales Juntos por el Cambio podrá retener la totalidad de los votos obtenidos en las primarias. 

El segundo motivo reside, según la evidencia empírica, en que los oficialismos tienen a favor la localía que les da el uso de las políticas públicas. Algunos ejemplos sobresalen en la memoria histórica: en San Luis, en la elección de 2017, el oficialismo provincial tuvo una remontada histórica entre las PASO y las generales (de 37 a 54 a 55 a 43). Más cercano en el tiempo y menos espectacular, aunque no por ello desdeñable, son los 8 puntos recuperados por el propio Macri entre las primarias y las generales de 2019. 

En definitiva, sin la pretensión de aventurar remontadas heroicas ni vuelcos bruscos en las preferencias electorales en pocos meses, lo que dejan como saldo las PASO del domingo es que el Frente de Todos tiene margen para recuperar terreno. Indudablemente, un sector importante de la sociedad, pandemia y prolongada crisis económico-social mediante, está insatisfecha con lo realizado hasta el momento por el gobierno nacional, y eligió no ir a votar, u optar por terceros y cuartos partidos. Estas fuerzas, cabe insistir, se encuentran tanto a la derecha como a la izquierda del electorado.  

Tener en claro el diagnóstico, esencialmente que hay enojo y malestar por la situación económico y social, conduce lógicamente a plantear la necesidad de una respuesta política por parte del gobierno muy diferente a la que podría emanar en caso de aceptar que hay una derechización de la sociedad.  




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