Los pobres de Macri

El Presidente pidió que lo evaluaran por su gestión en esta materia y el resultado es catastrófico. 35,4% de pobres, 4 millones más que hace un año. Las causas del deterioro social.


“Si cuando termino mi presidencia no bajé la pobreza, habré fracasado”. Con esta frase de mediados de 2016 Mauricio Macri fijaba el criterio por el cual habría que evaluar al gobierno de Cambiemos. Más de tres años después, cuando su mandato presidencial está por terminar, los datos publicados por el Indec son estremecedores: en el primer semestre del 2019, la pobreza llegó al 35,4% de las personas, 8,1 puntos porcentuales más que un año atrás, equivalentes a 4 millones de nuevos pobres. Macri dejará la Casa Rosada con un índice de pobreza todavía mayor. ¿Cuáles son las causas de este deterioro social dramático?

La pobreza alcanzó un nivel récord en 17 años. Las cifras de la presidencia de Cambiemos solo son superadas por la lapidaria crisis del 2001. El 35,4% arrojado por el Indec es un promedio del primer semestre. Se calcula que durante el primer trimestre del 2019, la pobreza era del 34%, en tanto que en el segundo se elevó al 36,8%. Es decir que para junio, había alrededor de 16,5 millones de personas por debajo de la línea de pobreza, de los cuales 3,7 millones eran indigentes.

Este indicador solo podrá empeorar durante el segundo semestre del 2019. En agosto, tras las PASO, el dólar se disparó y motivó una nueva espiral inflacionaria, que se traducirá en aumento de la pobreza y la indigencia. Agustín Salvia, titular del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, calcula que Macri terminará su mandato con un 38% de pobres. En diciembre del 2015, fecha en la que asumió Cambiemos, para esa entidad la pobreza era del 29%.

Algunos datos del último informe del Indec son alarmantes. El 52,6% de los niños y niñas menores de 14 años de la Argentina son pobres. En los partidos del Gran Buenos Aires, 4 de cada 10 personas son pobres. Igual relación hay en la región Noroeste del país. El Noreste ostenta el récord, con el 42,4% de la población por debajo de la línea de pobreza.


¿Cómo se explica este deterioro de la estructura social? 

El fenómeno tiene múltiples causas, pero se puede sintetizar en un proceso doble: un aumento acelerado de los precios, en especial de los alimentos, combinado con ingresos de hogares e individuos que crecieron mucho menos que el ritmo de la inflación y la canasta básica familiar.

Un ejemplo: la canasta básica porteña, que registra el nivel mínimo de bienes y servicios necesarios para no caer en la pobreza, subió un 165% en los tres años y medio de gobierno de Macri. En ese período, el salario mínimo se elevó un 106% (de $6060 a $12.500), 60 puntos porcentuales menos que la inflación. A su vez, la jubilación mínima aumentó un 132%, 30 puntos menos que el aumento general de precios.



Los nuevos pobres son sobre todo cuentapropistas informales y monotributistas que tienen menos recursos que un trabajador formal para acompañar el ritmo inflacionario. Y entre los beneficiarios de los planes sociales la situación también se degradó mucho. Según un informe del CEPA, el 90% de los niños y niñas que reciben la Asignación Universal por Hijo (AUH) no puede cubrir las necesidades familiares básicas. En la Argentina de Macri, mucha gente que tiene empleo informal, es jubilado o que recibe planes sociales no alcanza el umbral mínimo para esquivar la pobreza. Según el Indec, el ingreso familiar promedio de los hogares pobres fue de $18.437, mientras que la canasta básica alimentaria promedio fue de $30.379.

A modo de defensa, el Gobierno nacional sostiene que realiza una inversión social récord en la historia, con un dos terceras partes del presupuesto destinadas a “gasto social”. La expresión es, en rigor, engañosa. Producto de los sucesivos ajustes fiscales, el presupuesto en términos reales –esto es, comparado con la inflación- viene cayendo desde 2018. En 2018, el presupuesto social cayó un 6% y en 2019, un 10%.

Para agravar las cosas, por las obligaciones de recortes acordadas con el FMI, muchos ministerios sub-ejecutan sistemáticamente sus partidas, aún en áreas sociales que tienen incidencia directa en la situación de la población más vulnerable. Según el CEPA, en 2017 las políticas alimentarias dejaron el 25% sin ejecutar. En 2018, quedó un 10% sin ejecución. A septiembre del 2019, la ejecución presupuestaria es del 60%, cuando debería estar más cerca del 70%. Con este complejo panorama de inflación en ascenso, ingresos menguantes y desidia estatal, todo indica que la pobreza seguirá creciendo hasta el último día de la presidencia de Macri.

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