Newsletter EPD & Ciencia
En este newsletter te contamos la historia de Henrietta Lacks a 100 años de su nacimiento. Una mujer que se volvió inmortal, erradicó la polio, viajó al espacio y contribuyó a visibilizar el racismo en los EEUU de los años ‘50. Además, hablamos de coronavirus e infodemia: ¿Qué hacemos cuando estamos inundados de información y no sabemos a quién creer?
El paso a la inmortalidad de
Henrietta Lacks
Este mes se cumplieron 100 años del nacimiento de Henrietta Lacks. Sin saberlo, contribuyó al desarrollo de la genética, a estudiar tumores y a erradicar la polio, pero también a visibilizar los abusos médicos y el racismo en los EEUU de los años ‘50.
Por M. Alejandra Petino Zappala
Corría el año 1951 cuando Henrietta Lacks recibió una de las peores noticias que puede recibir una persona: tenía cáncer.
No era la primera vez que sufría de dolor abdominal. Un año antes había ido al médico con el mismo síntoma y había vuelto con la respuesta de que estaba embarazada. Pero luego de dar a luz a su quinto hijo, el dolor retornó. Por un tiempo nadie le prestó atención hasta que ella misma encontró un bulto que sangraba en su cérvix y volvió al hospital. Ahí recibió la mala noticia.
Era joven. Apenas tenía 30 años. Había trabajado desde pequeña en un campo de tabaco de su abuelo, viviendo en una pequeña cabaña que en anteriores tiempos ocupaban los esclavos de antepasados blancos, en Virginia. Se había casado a los 21, cuando ya tenía dos hijos, y desde entonces era ama de casa en Baltimore. En resumen, una vida bastante común para una mujer de ascendencia africana en los Estados Unidos de los ‘50.
[Henrietta Lacks y su marido. Fuente: familia Lacks]
Durante 1951 Henrietta recibió en Johns Hopkins un cruento tratamiento de radiación. Tanto en su primera consulta como en siguientes sesiones se le extrajeron muestras de tejido para analizar su progresión. Por desgracia, el tumor seguía ahí, y ya era demasiado agresivo. A Henrietta no le habían prestado atención a tiempo. En Agosto de ese año entró al hospital por un seguimiento y nunca más salió. El 4 de Octubre de 1951 moría Henrietta Lacks, a los 31 años. Su cuerpo yace en una tumba sin marcar, en algún lugar del cementerio de la plantación Lacks.
La historia continúa en Johns Hopkins, donde el biólogo George Otto Gey trabajaba con biopsias de pacientes. Usualmente las muestras duraban unos días y luego las células morían. Hasta que de pronto apareció esta muestra, que se multiplicaba y se multiplicaba sin parar bajo la mirada atónita del investigador. Era exactamente lo que buscaba: células humanas que pudiesen mantenerse suficiente tiempo en un laboratorio como para hacer experimentos. De hecho, aparentemente éstas podían dividirse indefinidamente en condiciones apropiadas. El valor del hallazgo era inconmesurable, tanto que Gey salió en televisión ese mismo año para anunciarlo y auguró un gran futuro para la medicina y la genética. Eran las células de Henrietta Lacks.
Las células "HeLa", llamadas así por las primeras letras de su nombre, dieron lugar a la primera línea celular inmortal humana. Gey comenzó a enviar células HeLa a otros laboratorios a montones. Por supuesto, todo el mundo las quería, y su velocidad de replicación era tal que satisfacer la demanda no era un problema. En 1954 comenzaron a producirse en masa para los estudios que Jonas Salk realizaría sobre la vacuna de la poliomielitis. Sí, uno de los avances que debemos a Henrietta Lacks fue la erradicación de esta enfermedad. Las células HeLa fueron clave también para comprender los mecanismos de generación y crecimiento de tumores, los que las habían llevado a reproducirse sin parar. En ellas se probaron toda clase de medicamentos y compuestos para uso humano y se las infectó con incontables patógenos.
***
Para leer el NewsLetter completo ¡Suscribite!
Para El País Digital
Comentarios