Operaciones del BCRA en un contexto de apreciación cambiaria y operación mediática

En la semana circularon varios gráficos en Twitter; uno particularmente estridente mostraba cómo se habían comportado las proyecciones de analistas privados sobre el dato de inflación: continuamente por debajo de la inflación real hasta fines de 2019 y sostenidamente por arriba del dato real desde esa fecha hasta el presente.

En la semana circularon varios gráficos en Twitter; uno particularmente estridente mostraba cómo se habían comportado las proyecciones de analistas privados sobre el dato de inflación: continuamente por debajo de la inflación real hasta fines de 2019 y sostenidamente por arriba del dato real desde esa fecha hasta el presente. Se trata de una exagerada subestimación de los problemas económicos durante determinado gobierno y una sobreactuación del estado de alarma durante otros que da cierto escalofrío exhibido visualmente.

Este proceder se condice también con el escepticismo con que varios analistas y medios de prensa analizan la política cambiaria que actualmente encara el BCRA, de fuerte intervención en los mercados paralelos MEP y CCL. Se advierte cierta animosidad. El Central está comprando dólares en el mercado oficial (reúne reservas en su haber por lo general durante la primera mitad del mes) y luego en función de lo recaudado vende las divisas: a importadores según los pedidos de compra anticipados (las regulaciones comerciales permiten a la autoridad monetaria prever los montos demandados) y a operadores financieros, manteniendo la brecha cambiaria en mínimos del 52%. Esto impide al Central acumular reservas, pero a su vez era una situación impensada meses atrás cuando tampoco acopiaba reservas y la brecha se aceleraba rauda.

El límite implícito a los dólares paralelos es de $ 150, valor en torno al cual cerró la semana el CCL. El dólar MEP se ubicó algo más abajo en $ 144. El blue no deja de sorprendernos en torno a $ 140 la semana pasada (algunos apuntan a la desdolarización de ahorros por el comienzo de clases; semanas atrás se vinculaba al pago del impuesto a la riqueza) mientras el dólar oficial solidario cerró en $ 159. Le recomedaría al lector que guarde este párrafo y lo lea en caso de nostalgia durante la segunda mitad del año, cuando la incertidumbre política muy probablemente reavivará el espíritu dolarizador.

La pax cambiaria –que es monitoreada de cerca por el BCRA– obedece en parte a la paulatina liquidación de los agro-dólares –cuyo fuerte llegará entre abril y julio– y también a la decisión oficial de reducir el ritmo de devaluación del dólar oficial (2,6% mensual promedio). El Central acumuló reservas en diciembre y enero (USD 860 millones en suma) y compró divisas netas pero no acumuló en febrero y marzo (USD 600 millones y unos USD 900 millones respectivamente). Las cifras varían según los analistas pero el Central utilizaría entre USD 300 y 400 millones mensuales para intervenir en los mercados financieros. Por otro lado, respecto de los agro-dólares, las liquidaciones diarias promedio fueron USD 100 millones en el primer bimestre de 2021 (contra USD 60 millones en igual período de 2020).

Argentina enfrenta un contexto internacional que resulta favorable, lo cual no ocurre muchas veces. El precio de la soja y del maíz se encuentran en niveles récord: USD 519 tn y USD 216 tn respectivamente. Además la campaña 2020/2021 será buena; en línea con las dos precedentes o apenas por debajo (dada la sequía que en promedio afectó a la región desde fines del año pasado). La demanda de parte de China se mantiene robusta. Ingresarían a nuestro país por esta vía comercial no menos de USD 20.000 millones este año.

Todavía no sabemos qué pasará con las reservas del Banco Central a lo largo de todo el año. Un riesgo cierto, y que formó parte del run run semanal de noticias, es que las importaciones amenacen al saldo de las reservas, o bien que el cuidado de las misma resulte en perjuicio para la dinámica importadora y productiva. El Ministerio de Desarrollo Social se encarga de monitorear las compras externas.

Resulta espinoso proyectar el precio del dólar hacia fin de año y –en consecuencia– también la inflación. El IPC publicado por INDEC esta semana arrojó en febrero una variación de 3,6% acorde a lo esperado por analistas. Dos datos interesantes surgieron de ese informe: la aceleración de la llamada “inflación nucleo” que es aquella que no contempla, entre otros, los precios administrados por el Estado (como las tarifas de los servicios públicos) y el hecho de que el rubro de alimentos por primera vez en tres meses marcó una inflación inferior al 4% (si bien se ubica siempre por encima del promedio general). Si durante el macrismo veíamos una incidencia fuertemente marcada de la suba de las tarifas sobre la dinámica del IPC, el temor con este gobierno es generar un atraso marcado o insostenible. Una discusión que traerá cola a partir de la semana que viene.


Fuente: Twitter @JLekovic en base a BCRA.

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