Pandemia y emisión monetaria

Por: Daniela Triador


Lejos, muy lejos quedaron los abrazos y las esperanzas de aquella abarrotada plaza de mayo del 10 de diciembre pasado, cuando Alberto Fernandez y Cristina Kirchner comenzaban su mandato. Como si no fuera desafío suficiente ya, el endeudamiento, la inflación, la caída de la actividad y el desempleo heredado del macrismo, llegó la pandemia.

Con Mayo el coronavirus arremete en los barrios mas vulnerables y nos arrebata a Ramona, la victima que en su lucha logra ponerle un rostro y un nombre a la cuenta diaria de números de fallecidos. Según la organización mundial de la salud, el foco de la pandemia se encuentra en estos momentos en Latinoamérica. El problema ahora está en las villas, las favelas y los barrios populares, o, mejor dicho, el problema siempre estuvo en la falta de recursos de estos barrios y sus habitantes, y el virus vino a visibilizarlo.

Existen, sin embargo, quienes consideran que el confinamiento ya no es necesario.  Este mes que se termina ha visto renacer con fuerza la famosa grieta, la misma que golpeaba sus cacerolas en los barrios más “paquetes” de Buenos Aires se expresa ahora en manifestaciones que replican el discurso continuo de algunos medios de comunicación sobre “la cuarentena más larga del mundo”. El discurso carente por completo de conciencia y empatía pone en juego nuevamente un “argumento” que, lamentablemente, he escuchado en reiteradas ocasiones en el último tiempo: el Estado generará inevitablemente una hiperinflación por la emisión descontrolada que se está llevando a cabo para sostener una asistencia social indiscriminada, poniendo en juego así la actividad económica que es sostenida por los que sí quieren trabajar. Otra vez el discurso meritocrático y estigmatizador sobre la asistencia social. Otra vez la idea simplista y errónea de que la inflación es generada de manera directa y proporcional por la emisión monetaria.

Hay dos puntos de este argumento sobre los que debemos detenernos. En primer lugar que la emisión monetaria siempre genera inflación. En segundo lugar, que se está emitiendo solo para sostener la asistencia de un sector de la sociedad- el no registrado- y que este gasto es improductivo para el resto de la población. Por último, y no por ello menos importante, me parece necesario poner en juego esta discusión en el actual contexto de reestructuración de la deuda. Entendiendo que el trasfondo de la discusión es en qué gasta el Estado, es interesante poner en juego el peso de la deuda externa heredada de la gestión anterior.

Quisiera, pues, retomar para ello algunos datos publicados en el transcurso del mes en el “Informe de Política Monetaria” y en el “Informe de Mercado de Cambios, deuda y formación de activos externos , 2015-2019” por el BCRA.

En cuanto al primer punto, desde comienzo del confinamiento social obligatorio la política monetaria nacional se ha puesto en función de un claro objetivo: aliviar la situación de familias y empresas y sostener, en parte, el financiamiento del esfuerzo fiscal realizado por el gobierno nacional. Esto requirió de manera inevitable un aumento importante de la liquidez.  “Le están dando a la maquinita”. Esta decisión se encuentra en línea con lo realizado por la mayoría de los bancos centrales de los distintos países. EEUU expandió en lo que va del 2020 la oferta de dinero en más de 10 puntos del PBI y las medidas de apoyo fiscal tomadas por los países del G-20 representan 5 puntos del PBI mundial. Claro está, que la situación económica de Argentina lejos se encuentra de la realidad y los recursos de muchos de estos países. Lo cierto es, sin embargo, que la emisión y la intervención del Estado para contrarrestar la crisis con aumento del déficit se replica en gran parte del mundo.

Ahora bien, si la inflación fuera un fenómeno que es explicado solamente por la emisión monetaria la reducción gigantesca de pesos en circulación- que se realizó a través de las altas tasas de interés durante el macrismo- sumado al considerable período de “emisión cero” deberían haber controlado los precios en argentina. Como es de público conocimiento, sin embargo, la inflación acumulada durante los cuatro años del gobierno anterior superó el 300%.

En la actualidad, contrariamente, la importante expansión de la masa monetaria no logra compensar la caída de la actividad, por lo que la inflación no solo no se acelera, sino que para Abril -último dato oficial publicado- refleja una importante caída (del 1,5%) respecto a los meses anteriores. Los controles de precios, la importante recesión y la gran capacidad ociosa con la que está operando la industria nacional impiden, en alguna medida, que la inflación se incremente de manera descontrolada.

Ahora bien, se espera que una vez reactivada la economía el crecimiento de la demanda de dinero traccionado por el aumento de la actividad económica absorba gran parte de los recursos inyectados en el mercado. Dicho en otras palabras, que la gente gaste y las empresas produzcan más, necesiten emplear más gente, incrementar la inversión, y así la economía crezca. En el caso de que todo el dinero volcado en el mercado no logre reabsorberse y presione al alza de los precios, el Banco Central cuenta también con innumerables herramientas para absorber los excesos de liquidez, es decir de pesos en circulación. La emisión deberá seguirse de cerca, pero, claro está, -y a esta altura debería encontrarse fuera de discusión-: la inflación es un fenómeno complejo que no puede entenderse en relación única y causal por la emisión monetaria.

En cuanto al segundo punto, la emisión monetaria que contribuye en gran parte al financiamiento de las medidas fiscales del gobierno nacional ha llegado tanto directa como indirectamente a sectores heterogéneos de la sociedad. Repasemos pues las principales medidas de contención económica: Complemento extraordinario a jubilaciones, pensiones, asignaciones universales por hijo, asignación universal por hijo con discapacidad, asignación universal por embarazo, ingreso universal de emergencia para trabajadores informales y monotributistas, lanzamiento del programa “argentina construye”, excepción de cargas tributarias a través del programa de asistencia de emergencia al trabajo y la producción (ATP), pago del salario complementario, créditos a tasas preferenciales para pequeñas y medianas empresas, créditos a tasa cero para monotributistas, entre otros. La inyección de dinero se realiza así a los sectores mas vulnerables a través de transferencias directas, pero también buscan contribuir con los costos laborales afrontados por las empresas disminuyendo la carga tributaria y haciéndose cargo de manera directa del pago de parte de los salarios. Estas medidas contribuyen a su vez a incentivar la demanda, sostener el empleo y aminorar lo más posible la caída de la actividad económica. Tanto el sector informal, los sectores mas vulnerables, cómo también los trabajadores formales y empleadores han sido beneficiarios directa o indirectamente de la asistencia económica del gobierno.

Por último, es necesario no perder de vista que este gran esfuerzo del Estado se está llevando a cabo en el marco de una histórica renegociación de la deuda heredada de la gestión anterior. ¿Por qué es importante traer esto a colación? La realidad es que, en mi humilde opinión, esta preocupación poco fundada sobre la emisión monetaria y esa desazón superflua sobre el incremento del gasto del estado esconde ni más ni menos una histórica estigmatización de los sectores más vulnerables y de la asistencia estatal para con ellos.

El monto de la deuda que actualmente se está intentando renegociar asciende a US$ 64.800 millones- que vale aclarar no representa el total de la deuda tomada durante el gobierno de Mauricio Macri-. Según el informe de mercado de cambios deuda y formación de activos externos publicado el 14 de Mayo pasado por el BCRA, la formación de activos externos de los residentes durante la gestión anterior -fuga de capitales- alcanzó los US$86.000 millones. De este último monto US$ 41.124 millones corresponde al 1% de las empresas que compraron estos dólares, mientras que US$16.200 millones es explicado por el 1% de los compradores individuales. El estado financió y hoy debe pagar el festin de unos pocos privilegiados.

El argumento, sin embargo, sigue siendo que el problema es el gasto del Estado… y no cualquier gasto. El problema es que el Estado gasta y emite para pagar planes sociales, para darle plata “al que no tiene intención de trabajar”. El problema es el pobre que no quiere esforzarse para dejar de serlo. No importa que la realidad de quien diga esto esté más cerca de la del “pobre” que la del 1% mencionado anteriormente, no importa que el “pobre” gasta la plata que recibe y así contribuye con las empresas que producen, con los comercios del barrio y el incentivo a la demanda. Pareciera ser que el sentimiento de pertenencia sobre los recursos del Estado sólo aparece, para algunos, cuando el gasto se dirige a la distribución más equitativa del ingreso. Pues, no hay argumento que importe para quién habla desde el resentimiento social.

Sobre la autora

Daniela Triador es Investigadora docente UNGS. Área de Economía Política. IDEI. 

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