¿Por qué Occidente oculta cómo China enfrentó la pandemia?

OPINIÓN. Los grandes “Medios” de comunicación y ciertos sectores políticos de Occidente no muestran qué ocurre en China porque estarían denunciando el fracaso del sistema que los sostiene, basado en el absolutismo de la economía de mercado, la propiedad privada y el individualismo como columnas de una estructura caduca, parasitaria y criminal.

Los grandes “Medios” de comunicación y ciertos sectores políticos de Occidente no muestran qué ocurre en China porque estarían denunciando el fracaso del sistema que los sostiene, basado en el absolutismo de la economía de mercado, la propiedad privada y el individualismo como columnas de una estructura caduca, parasitaria y criminal.

La República Popular China no solo controló la pandemia aún sin contar con la vacuna, sino que es la única dentro de las poderosas economías que este año va a crecer, aproximadamente un 2%, según estimaciones del FMI. Además, por estas horas anunció al mundo que ha puesto fin a la pobreza extrema en un país con más de 1400 millones de habitantes, anticipándose a sus propias metas previstas para el año 2021.

El disgusto de esos “medios” y del poder concentrado de Occidente se multiplica ya que esos méritos son conseguidos en el país oriental cuando gran parte del mundo se debate en la pobreza, la desocupación y la resistencia mezquina de los sectores más ricos a compartir algo de lo acumulado gracias a sus vínculos con gobiernos dictatoriales y al trabajo de millones.

Pero quizás lo que más los desespera es que esas mejoras, inocultables a los ojos del mundo, fueron conseguidas en un país que representa la quinta parte de la población mundial, y que es gobernado desde hace 71 años por un Partido Comunista. No pueden aceptar que el 90 % de la población reconoce la labor de ese Partido y le merece confianza en su gestión. 


Que hablen los hechos

Como es conocido, la pandemia surgió en la ciudad de Wuhan provincia de Hubei en enero de este año. Se supone que la “molécula” migró de los murciélagos a los humanos.

Después de algunos días, donde las autoridades reaccionaron con lentitud y displicencia, el Estado, la dirigencia y la militancia partidaria tomaron el desafío en sus manos. En diez días se montaron dos hospitales para atender a los contagiados, se declaró obligatorio el uso de protector naso-bucal, miles de voluntarios se movilizaron para asistir a la población vulnerable (China cuenta con 90 millones de afiliados al Partido Comunista), se impuso una férrea cuarentena en varias ciudades, se dispuso de todos los avances tecnológicos al servicio de la comunidad (sistemas de control de temperaturas, controles mediante códigos QR, etc.), se reactivaron las fabricas para producir insumos que mejoren los cuidados, se hicieron millones de testeos y los seguimientos a contactos de personas contagiadas se tornó riguroso. Asimismo, se asistió a las pequeñas y medianas empresas con créditos blandos, se suspendieron los cobros de impuestos a la población y se asistió a los “cuarentenados” con servicios de alimentos y medicamentos en las puertas de sus viviendas. Se colaboró con donaciones a países muy castigados por el fenómeno: Italia, Francia, España, Brasil, Argentina, Laos, Cuba, Venezuela, etc. A su vez, el país se encuentra en plenos preparativos para prevenir una posible segunda ola de la enfermedad. Al día de hoy China tiene alrededor de 95 mil contagiados y 4730 fallecidos lo que lo ubica en el puesto 46 entre los países más afectados.

No fue milagro sino organización, un Estado activo al servicio de la población con el mayor sistema de seguridad social del mundo, tecnología de punta (sistema 5G y 6G), responsabilidad social, solidaridad comunitaria e internacional y militancia política consiente.

La responsabilidad social en China, como en Japón y otras sociedades orientales, está naturalizado, viene del fondo de su historia, tanto que el ejercicio de cualquier derecho individual no puede contradecir al colectivo. Así, ya en el mes de marzo se recuperaba gran parte de la actividad pre pandémica. Hoy se estima que el 95 % de la actividad económica y la vida social está normalizada.


Es decir, mientras en Occidente se discutía si había que priorizar la vida o la economía, en China no hubo dudas: se priorizó la vida y como consecuencia se reactivó más rápido la economía.


Pero eso no es todo, cuando el mundo cifra sus esperanzas en una vacuna “salvadora”, las autoridades chinas acaban de anunciar que a pesar del difícil año atravesado pudo poner fin a la pobreza extrema. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Zhao Lijian, anunció el pasado 24 de noviembre el fin de este flagelo en los últimos siete Distritos de la Provincia de Gansu, en el noroeste del país, y nueve de la misma categoría en la Provincia de Guizhou. Se concluía esta manera con la tarea a nivel nacional. La noticia fue publicada ese mismo día por la agencia de noticias Reuters. La evaluación de “pobreza extrema” que toma China es en base a los estándares publicados por el Banco Mundial. Es importante recordar que en China eran recurrentes las hambrunas producto de sequias e inundaciones, que cobraban entre 20 y 30 millones de vidas cada vez que ocurrían. Este fenómeno estuvo presente hasta 1962. Hoy ya no habrá más un niño o una niña que se vaya a dormir sin comer o viviendo en la calle.

Esto contrasta con la realidad del país más rico de la tierra donde el 13 % de su población está bajo la línea de pobreza, donde por tercer año consecutivo desciende la esperanza de vida, donde suman más de 250 mil los fallecidos por la Covid 19 y donde la vida de un negro representa “las tres quintas partes de la de un blanco”.

Este modelo “occidental y cristiano” es a todas luces un fracaso estrepitoso, así lo podemos atestiguar los argentinos, que a pesar de contar con enormes recursos naturales y humanos, sin embargo tenemos más del 40 % de pobreza y cerca de 10 % de indigencia, lo que significa una vergüenza y un insulto a la inteligencia. Habrá, tal vez, que tomar lo mejor de los sistemas conocidos e inventar algo nuevo para construir un mundo mejor, pero los hechos están a la vista para quien los quiera ver, a pesar de que los “Medios” concentrados no se dan por enterados.


Sobre el autor: Ruben Dario Guzzetti. IADEG-IDEAL-CEFMA

Diarios Argentinos