¿Qué puede salir mal?

Por: Gerardo De Santis

El año 2017 cerró con un déficit de cuenta corriente del balance de pagos del orden de los 30.000 millones de dólares. Es la cifra absoluta más grande de la historia y en términos relativos representa casi 5 puntos del PBI argentino (sólo superado por los años 1980 y 1981 con -5,8% y -5,6% del PBI). El déficit mencionado se nutre con las pérdidas por el comercio de bienes, el comercio de servicios (incluido turismo) el pago de intereses sobre el endeudamiento actual y la remesa de utilidades a propietarios de factores productivos residentes en el exterior.

Es decir que las transacciones corrientes de los residentes con los no residentes nos comen los dólares que se obtienen por otras vías, básicamente, por endeudamiento público y privado, la llegada de inversiones directas y las reservas acumuladas en el BCRA.

House of cards: El déficit de cuenta corriente es una serie con final conocido. Déficit de la cuenta corriente del balance de pagos en porcentaje del PIB


¿Es reversible semejante déficit? La respuesta, antes que directa, necesita explicar los fundamentos del déficit. El comercio exterior de bienes seguirá siendo deficitario porque el mundo se va cerrando mientras que nosotros elegimos abrirnos. Por el lado de las exportaciones, la demanda externa no crece y nuestros productos de exportación no es de esperar que tengan precios al alza.

Por el lado de las importaciones, por el contrario,aumentan por nuestra apertura comercial y por un tipo de cambio real que las favorece. Sustituyen producción local y podrían aumentarmás si la actividad económica creciera al ritmo que estima el gobierno. Es decir, si el crecimiento modesto que tenemos nos ha llevado a una avalancha importadora, tal como muestran los números, crecer más potenciará el déficit.

Por el lado de los servicios el panorama es igual. No cabe esperarse una reducción de ese déficit, al menos vía tipo de cambio real. Efectivamente, nuestros precios internos suben más que los del exterior y el BCRA da señales de anclar el tipo de cambio nominal, por lo que, por efecto cambiario pensaríamos en que el déficit de servicios puede subir antes que bajar.

Por el lado de las rentas, tanto intereses como utilidades mantendrían signo negativo y valores absolutos crecientes. Las utilidades, en un contexto de lento crecimiento seguirían esa tendencia, es decir, si la actividad no cae, lo más probable es que los capitales extranjeros obtengan beneficios que seguirán remitiendo al exterior (multinacionales del agro, mineras, bancos, por ejemplo).

Por su parte,respecto de los intereses casi que no haría falta hablar. Endeudamiento creciente, como veremos, tiende a elevar el monto de intereses pagados. A ello habría que sumar tasas más altas, tal como se espera suban en los bonos más seguros del exterior y por reflejo en los propios.

¿De dónde saldrán los dólares para pagar semejante y sostenido déficit de cuenta corriente? Básicamente, como ha sido hasta ahora, de los capitales externos que compran bonos del Gobierno Nacional, cuya voracidad es incesante (60 mil millones de dólares en dos años). La inversión extranjera directa llega en cuentagotas, por lo que aporta poco para abastecer la salida. Finalmente, el endeudamiento privado ha aportado poco y no parece cambiar en breve.

Así, en la medida en que el déficit de cuenta corriente seguirá alto y probablemente creciendo, el Estado deberá seguir colocando deuda para conseguir los dólares que financien, no sólo a aquel, sino también la tradicional compra para atesoramiento y otras formas de fuga (que sigue su ritmo usual, brevemente interrumpido por el “cepo”).

Nuestra historia de déficit de cuenta corriente alto y sostenido nos lleva a episodios de crisis, no comunes, sino violentas en términos económicos. El período de déficit de cuenta corriente de fines de los 70 hizo crisis en 1982, el de la década de 1980 terminó con la explosión hiperinflacionaria de 1989 y una megadevaluación. El episodio de déficit de cuenta corriente de la década de 1990 terminó con un default, megadevaluación, pobreza récord y retención de depósitos. Ahora llevamos cinco años de déficit relevante y un aumento muy fuerte en el último de ellos(2017) como se dijo anteriormente y no se vislumbran mecanismos sanos de reversión.

*Director del Centro de Investigación en Economía Política y Comunicación. CIEPYC - UNLP

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