Se presenta Singapur, el nuevo libro de poemas de Andrés Szychowski

El evento será este viernes 25, a las 19.00, en el espacio La Bicicletería, calle 40, esquina 117, La Plata.

Este viernes 25, a las 19.00, en el espacio La Bicicletería (calle 40, esquina 117, La Plata), se presentará Singapur, el nuevo libro de poesía de Andrés Szychowski.

Szychowski nació en La Plata, en agosto de 1976. Es docente de la UNLP. Publicó los siguientes libros de poesía: “17 discos de música africana” y “La redundancia” (La Terminal Gráfica, 2009 y 2011), “Poezja” (Zindo y Gafuri, 2015) y Antón Pávlovich (Pixel, 2018). Ha participado de varias antologías.



El prólogo de Susana Szwarc para Singapur

En el ecosistema de Andrés Szychowski la cronología, la geografía, la patología, en fin, las situaciones diversas se alteran, nos alteran, trastocan lo que conocemos y nos llevan a un escenario /universo donde la múltiple realidad

se pone en primer plano. O podríamos decir que estamos en una realidad espacial /especial. Si el autor no nos la mostrara, tal vez seríamos incapaces de verla, descubrirla.

Una realidad que se despareja, se descascara, nos destartala. Nos traslada de un lugar a otro. Nos demuestra que cada uno es tantísimo y reversible.

Sin trampa, se nos muestra la totalidad de las cosas, un caleidoscopio -mundo en el que navegamos, internautas, de aquí para allá y donde el globo terráqueo queda chico; por suerte, gracias a estos poemas puede estirarse.

En Singapur, en el aeropuerto, Mary Oliver, otra poeta, se acerca a Andrés Szychowski para decirle que allí “me arrancaron una oscuridad de los ojos”. Entonces, con los ojos iluminados, claramente, el poeta nos lleva a conocer un mundo verdadero. Para acceder a él, como en todo nacimiento, algo se rompe, una piel pero no cualquier piel sino la del interior de la montaña. Si hay una continuidad al estilo de “un nacimiento y las cosas siguen su curso”, aquí las cosas: moscas, madres, metáforas, musarañas (y esas palabras comienzan con eme, y quise esas palabras que comienzan así para poder, copiándome del poema Apóstoles, decir: “decime si eso no es hermoso”). (Puse la palabra copiar y recordé a los copistas; gozoso sería copiar

cada poema de este libro, compartir con todos esos seres que habitan en las páginas más esos otros, vos por ejemplo, para seguir degustándolo, conociéndolo). Volviendo: aquí las cosas acceden a un modo de estar único / múltiple y ninguna mosca, ningún vecino vale más ni tampoco menos que la montaña, el padre, el hule, el ataque de pánico, el hámster, y se podría nombrar y nombrar hasta un infinito espiralado.

Es posible, como lo dice Homero, que los dioses hayan enviado las desgracias a los mortales para que puedan contarlas, y en Singapur también sucede esto; sólo que se le da a las desgracias una grandísima vuelta de tuerca.

Se produce, entonces, un fluir incesante que traslada las desgracias a otro puerto (o aeropuerto) para decirnos eso que olvidamos una y otra vez: sí, hay desgracias, hay tragedias pero también su otra cara, la de las comedias, las ironías, las risas y las gracias.

Hambrearme de sentido/dejar que las palabras me guisen/versificar hasta la lista del supermercado, dicen unas frases de “Crepusculum” y se nos entrega una poética. Una transmisión.

Lewis Carrol, Franz Kafka, Macedonio Fernández entre otros grandes, recorren este mundo verdadero de Andrés Szychowski y nos acompañan a nosotros, sus lectores, a viajar de Montevideo a Vancouver, pasando por el Riachuelo o Barranquilla, regresar al afluente del Caspio para “hundirme en el atardecer, definitivamente”. Y volver a reencontrarnos en los afluentes de este libro, en cada uno de los poemas que nos aguardan.

“…el cosmos/ viaja en una servilleta” nos avisa, nos recuerda el poeta desde las distintas geografías y temporalidades que nos alcanzan unánimes, al unísono. Tal vez cada libro no sea otra cosa que el pasaje de ese cosmos a las páginas.

Para entrar allí -al fin de los tiempos, y salir de la zona de opacidad, para renacer, revivir, saber de nuestros (sin)sentidos-, es que hay que entrar a este libro, leerlo en voz baja y en voz alta. Lo cierto es que todo tiene que ver con vos.

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