Segunda ola: ¿Qué pasa con los medicamentos utilizados en terapia intensiva?

La pandemia del COVID-19 generó un fuerte aumento de la demanda de analgésicos, sedantes y relajantes musculares. Advierten por aumentos de más de 1000%.


La pandemia del COVID-19 generó un fuerte aumento de la demanda de analgésicos, sedantes y relajantes musculares que se utilizan en los pacientes que se encuentran en terapia intensiva.

La Unión Argentina de Salud (UAS) alertó en los últimos días sobre los problemas de desabastecimiento y sus altos costos. A través de su Observatorio de Costos de la Salud realizó un nuevo relevamiento de la situación de los medicamentos utilizados en unidades de terapia intensiva en el cual verificaron aumentos de hasta el 1300 por ciento.

“En la Argentina esta situación se viene tornando crítica en el marco del aumento de casos por la segunda ola pandémica”, señalaron desde la UAS y cuestionaron el acuerdo que firmó el pasado 22 de abril el Gobierno - a través del Ministerio de Salud de la Nación - con los laboratorios y distribuidores de estos fármacos para establecer un precio máximo de referencia por un lapso de seis meses; por considerar que convalidó aumentos de más del 1000 por ciento y que llegó “tarde”.

“Hay casos como el del Midazolam que se utiliza para la sedación de pacientes, que previo a la pandemia tenía un costo de 38,70 pesos y que aumentó 1.229%, fijándose luego del acuerdo en $514 (con IVA). O el del Atracurium Besilato (relajante muscular), que costaba 138,58 y que durante el último año aumentó un 428%, llegando a los $732 (con IVA), tras el acuerdo”, manifestaron desde la UAS.

Y agregaron a modo de ejemplo: “El Bromuro de pancuronio, que costaba $53,65 había aumentado su precio un 362%. Se fijó en $205 ($248 con IVA). El Citrato de Fentanilo, que tenía un costo pre-pandemia de 52,20, aumentó 642%. Su precio se fijó en $320 ($387 con IVA)”.

“La industria farmacéutica ha fijado precios en forma unilateral, sin ningún control regulatorio hasta ahora, basándose en especulaciones, escudados en la devaluación del peso argentino, las dificultades para la importación y la escasez de materia priva a nivel mundial”, afirmaron desde la UAS y en relación al acuerdo con el Gobierno insistieron: “Este acuerdo llega tarde y solo después de que la industria ha asegurado aumentos discrecionales en insumos escasos y críticos”.

“De continuar estos faltantes de productos, deberá recurrirse a medicaciones alternativas, situación que no es la ideal para la salud de nuestros pacientes”, concluyeron.

Por su parte, desde el Centro de profesionales farmacéuticos argentinos (CEPROFAR) indicaron que el desabastecimiento no es un problema exclusivo de Argentina. “Los quiebres de stock han ocurrido en diferentes países europeos, en EE.UU y también en países latinoamericanos”, expresaron en un informe de la semana pasada a la vez que reconocieron: “Los problemas de suministro y de abastecimiento de medicamentos son, en el contexto de esta pandemia, un inconveniente de relevancia”.

“El principal problema radica en el aumento de la demanda y en la escasez de materias primas necesarias para la producción de los medicamentos críticos”, explicaron desde CEPROFAR y agregaron: “Esta falta de provisión se torna aún más grave en Argentina debido a la insuficiente cantidad de laboratorios que produzcan estos medicamentos y principios activos en nuestro país”.

“Es evidente que la escasez de insumos no responde a un solo factor que pueda explicar la falta de determinados medicamentos en nuestras farmacias y en nuestros hospitales, sino que el problema es aún más profundo y multicausal”, plantearon.

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