Shirkers, la película perdida

Es cuestión de buscar, no dejarse llevar por el algoritmo ni caer en “Las más vistas”. Netflix tiene un catálogo más interesante del que podemos apreciar a primera vista. Títulos de diversas procedencias, largometrajes festivaleros (y varios cortometrajes) y joyitas que suelen pasar desapercibidas. Tal es el caso de Shirkers (Sandi Tan, 2018).


Singapur, 1992. Conocemos a Sandi, Sophie y Jasmine. Tres amigas creativas, talentosas y rebeldes. Comparten gustos, sueños y referencias pop. Punk, Salinger y Tarantino. Son jóvenes con ganas de cambiar el mundo, o al menos, poder contarlo.

Encuentran a un maestro, el norteamericano Georges Cardona, quien dicta un taller de cine. Él las fascina. Les enseña cómo filmar, las deslumbra con su bagaje cinéfilo (cita desde la nouvelle vague hasta los últimos títulos del cine indie norteamericano) y conversa horas con ellas sobre películas, directores y la vida.

Las tres amigas deciden hacer una película para contar su visión del mundo. Quieren transmitir la ciudad, el país, el mundo que ellas ven. Cada una cumplirá un rol distinto: Sophie será productora, Jasmine editará y Sandi escribirá el guión y la protagonizará. La dirección estará a cargo del experimentado Georges.

Sus amistades, familiares y vecines participan del rodaje. Las chicas están entusiasmadas (y es imposible no entusiasmarse con ellas). Graban escenas por todas partes, consiguen fondos para rodar y ponen sus ahorros con tal de terminar la película. El esfuerzo es total, la entrega máxima, pero vale la pena: consiguen terminar el rodaje.

Hay mucha ansiedad y expectativa. Toda una ciudad actuó, colaboró o participó de alguna manera. Todas quieren saber cómo se verá esa aventura.  Todos quieren saberlo, pero nadie podrá: Georges desaparece de un día para otro, llevándose todo el material filmado.

Muchos años después, Sandi decide retomar ese capítulo inconcluso de vida para contarlo frente cámara. Si no pudieron mostrar la película al público, que puedan conocer la historia detrás de la película. Acude a sus amigas (que ya no son tan amigas), entrevista a quienes participaron del rodaje, convoca a críticos de cine (la película se transformó en un mito en Singapur) para que brinden perspectiva e indaga sobre quién era realmente su antiguo maestro.   



Podemos resumir, diciendo que Shirkers es un documental sobre una película que nunca existió, que nunca se terminó, pero nos estaríamos quedando cortos. Es un documental sobre la pasión por el cine, los sueños adolescentes, la pérdida

a de la inocencia, el paso del tiempo, la transformación de una ciudad y el desencanto.

Y, claro está, es un documental sobre un personaje: Georges Cardona, quien a medida que transcurren los minutos, se vuelve misterioso, perverso y fascinante. No vamos a contar mucho más, pero el carismático maestro escondía mucho más que citas cinéfilas, anécdotas apócrifas (decía que el personaje de James Spader en Sexo, Mentiras y Video estaba inspirado en él) y frases existenciales.

Shirkers se construye a partir de múltiples operaciones (el cine dentro de cine, la reconstrucción de un hecho y la investigación sobre un personaje) para ofrecer uno de esos documentales que nos recuerdan que la realidad siempre supera a la ficción.

  

Sobre el autor: Nahuel Billoni coordina el sitio www.incont.com.ar, en Twitter es @nahue84 y hace cosas. 

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