Sino (también) a través de sus representantes

Por: Tomás Aguerre

Esta semana, la Cámara de Senadores frenó la media sanción que venía de la Cámara de Diputados y buscaba legalizar el aborto en la Argentina. Hubieron muchos y muy buenos análisis acerca del proceso que llevó a un tema a convertirse en el aglutinador de una serie de demandas vinculadas al movimiento feminista argentina.

Un análisis acerca de la actividad en redes sociales nos permite observar cómo se vivió, en paralelo al debate legislativo, en la opinión pública y en la calle, la discusión que - lejos de terminar - vino a instalarse en la sociedad argentina.

El debate en el Senado fue la excusa que elegimos para observar de qué manera funcionan los mecanismos de demanda de la sociedad argentina hacia sus representantes en el Poder Legislativo; en este caso, las y los senadores. A través de una herramienta de monitoreo de redes sociales denominada Sonar, relevamos todos los comentarios que activistas sociales y usuarios de redes le dejaron a los representantes en el Senado en sus perfiles públicos de Facebook. Esa misma herramienta nos permitió, además, realizar un análisis sobre el tipo de comentario y la intensidad, habilitando a sacar unas primeras conclusiones sobre los tipos de intervención.

En primer lugar, la posibilidad de observar que el volumen de mensajes dirigidos directamente hacia los representantes es relativamente bajo. Para eso incorporamos el análisis de mensajes en Twitter, donde apenas el 2% de la conversación estuvo dirigida directamente hacia las senadoras y senadores. En Facebook, donde sólo analizamos aquello que sí estaba dirigido a ellos, encontramos en la recolección de una semana anterior a la votación un poco más de 20 mil mensajes.

De este segundo universo, buscamos específicamente observar tres grupos: los bloques del FPV-PJ, Cambiemos y Argentina Federal. En la observación de esos datos encontramos la comprobación de una primera intuición: las senadoras y senadores de bloques que votaron a favor recibieron mayormente comentarios positivos sobre el proyecto de legalización y viceversa. En los bloques donde ambas posturas convivieron, como el caso de Cambiemos, encontramos también una cierta tendencia a la negativización de los comentarios y un reclamo para aquellos que expresaban la postura contraria de rever su postura. En ese sentido, los casos de Gladys González (Cambiemos) y Silvina García Larraburu (FPV-PJ) que pasaron de estar en una posición a la contraria dan cuenta de ese fenómeno.

Un caso especial fue el de senadores y senadoras que días antes se manifestaron como indecisos. Sobre esos perfiles en redes sociales observamos una gran cantidad de comentarios positivos y una mayor proporción de mensajes de parte de quienes se encontraba en contra del proyecto. Eso nos permite aventurar la hipótesis de que fueron los grupos que rechazaron el aborto los que participaron, en términos proporcionales, más activamente sobre esos perfiles.

El análisis no parte del supuesto de que el activismo en redes sociales sea el factor determinante en la toma de decisiones por parte de las senadoras y senadores. Por el contrario, sostiene que, más que intervenir en ese proceso, refleja de alguna manera la forma en la que se presentó el debate. Por un lado, los sectores a favor del proyecto de legalización consiguieron la parte más compleja y dificultosa de cualquier debate público: instalar un clima de opinión favorable, a partir del cual se pudo avanzar en el proceso de institucionalización de un derecho.

Lo que esta pequeña muestra de la participación en redes sociales reflejó es la forma en la cual los activistas en contra del proyecto consiguieron bloquear en las instituciones un proyecto que, fuera de ellas, había logrado un consenso que hasta entonces no existía.

En el corto plazo, cualquiera podría identificar el mantenimiento del statu quo como una victoria por parte de los sectores en contra del aborto. Sin embargo, el hecho de que no se haya producido ningún resultado, a excepción del bloqueo, deja latente la necesidad de abordar un problema de salud pública que se lleva todos los años la vida de miles de ciudadanas de nuestro país. Con la victoria en el sentido común, la expectativa de que en algún momento eso se traduzca en resultados institucionales seguirá creciendo y un día será realidad. Deja, en el mientras tanto, la sensación de que la exigencia de representación de una gran parte de la sociedad quedó trunca.

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