"Soy una militante de la salud pública"

EPD dialogó con la Dra. Carolina Centeno, Ministra de Salud de la Provincia del Chaco.


Carolina (39) es joven y muy activa. Feminista, médica generalista, mamá, militante. No siempre en ese orden. Conversamos con ella casi al final de una de sus largas jornadas, mientras su hija jugaba cerca. Trabajadora del sistema de salud, es reconocida como una militante de terreno. Estuvo en los momentos más difíciles de la pandemia, trabajando estrechamente con comunidades originarias.


Carolina, ¿cómo te definirías, como persona?

Siempre las entrevistas están centradas en temas laborales, así que no me preguntan eso (risas). En el CV siempre está la historia académica, pero me gustaría definirme como una trabajadora de la salud, particularmente adaptada a una provincia que no es la de nacimiento ni la de estudio, pero que abrazo como propia. También una compañera de trabajo, con personas que atienden en el sistema de salud. Siento que soy una persona más, que compartimos proyectos colectivos, una visión del sistema de salud, un sistema de atención y cuidado. 

Me defino también como una buena amiga, como una persona alegre, en ciertos aspectos positiva. También soy muy exigente conmigo misma, siempre siento que falta algo, veo el vaso medio vacío, y que no alcanza lo que hago. Pero esa autoexigencia es el motor que me impulsa a seguir caminando hacia adelante todos los días para mejorar.

También soy mamá, ha sido una decisión en mi vida, elegí ser madre, he podido maternar bajo el deseo puro de hacerlo. Y eso también me llena de orgullo.  Constanza (6) mi hija, nos ha acompañado junto a mi compañero Roberto, en todo el transcurso de nuestra militancia. En 2015 en la campaña para gobernador yo estaba puérpera y ella ya formaba parte de todo, acompañándonos en la actividad política siendo una más del equipo. Y eso es importante, porque soy una militante de la salud pública.

Más allá de la orientación político-partidaria que uno tiene, de que sea una militante peronista, justicialista, abrazando el proyecto nacional y popular, soy una militante de la salud pública. Pienso que el Estado debe garantizar el derecho a la salud y que las personas deben poder tener en el Estado la respuesta.En las redes sociales la primera palabra que aparece después de médica es militante. Y creo que por eso soy médica generalista, porque los generalistas militamos la salud en el territorio.


¿Cuándo una funcionaria cuando viene de la militancia, hay diferencia? ¿Cómo es ser una funcionaria de terreno?

Uno encuentra la militancia como el servicio, con el convencimiento que implica que el Estado se debe a la sociedad. Es abrazar y sentirse abrazado por todos, y que esto se hace entre todos. La militancia también tiene que ver con cómo uno construye las relaciones, no solo con las personas que atendemos sino con los colegas y los equipos de trabajo. Pensamos en un sistema de relaciones horizontales, de relaciones democráticas. Por eso también me siento abrazada por el feminismo, porque interpela, porque tiene otras maneras de construir. Entendemos las desigualdades que son producto del patriarcado. Por eso trabajamos para que dentro de los servicios podamos integrar las visiones de género, de construcción del poder y como se desarrolla todo eso.

Ser funcionaria y previamente haber sido militante permite ser atravesada por la necesidad, la angustia, la desesperación, por el dolor de las personas. Eso impacta en las decisiones, que aunque se toman de manera individual, necesitan de la política como herramienta de transformación social.

Para atender bien a una persona se necesitan insumos, equipamiento, la infraestructura y la decisión del estado de invertir. Las personas deben poder acceder a al medicamento, a un tratamiento. Nadie se salva solo. Se debe desarrollar el colectivo para poder tener una sociedad más justa, más igualitaria con las personas dentro del sistema de salud. Aquí se impulsa la solidaridad, nuestro sistema atiende a todos por igual, con o sin cobertura, argentinos o de otras nacionalidades y no hace diferencias. 

Un funcionario que conoce la micro gestión, puede exponer el problema y verlo desde el nivel macro, integrar diferentes miradas y políticas. Por ejemplo, no alcanza decir que transversalizamos los temas de género, si únicamente trabajamos con la Ley Micaela. Se necesita la transformación de las bases, de las lógicas que están instaladas desde hace mucho tiempo. Un ministro no hace la gestión en soledad, no puede saber de todo, pero si debe tener un equipo que conozca el tema. Ser militante te da eso.


¿Como ves el rol de las mujeres en los puestos de decisión?

El sistema de salud está ampliamente feminizado, con un 70 % mujeres, pero cuando vamos a los cargos dirigenciales en muy pocos casos son mujeres. Soy la cuarta mujer ministra de salud en mi provincia. Cuando asumí, los jefes de hospitales o de servicios son hombres, especialmente en áreas quirúrgicas. Roles administrativos y contables están cubiertos por hombres. Estamos trabajando en eso. En crear oportunidades para que las mujeres podamos mostrarnos como personas capaces, que podemos estar a cargo de los roles de poder. Esa construcción social sobre que la mujer es débil, muy visceral, que llora por todo, que es tímida, se sigue sosteniendo es salud. No es una violencia simbólica pero sí aparece lo que se conoce como micromachismo. 

A mí me cuestionan el tema de mi hija, como hago para ocuparme de su crianza y de atender a mi marido. Sin embargo a él (también médico, funcionario) nadie le pregunta las mismas cosas, por ejemplo si destina tiempo a estar conmigo (risas). Esto sigue existiendo en los círculos políticos, donde es difícil que las mujeres estén en las mesas donde se toman las decisiones importantes. Es algo que trabajamos permanentemente con nuestra vicegobernadora Analía Rach Quiroga.

En el COFESA (Consejo Federal de Salud) además de la ministra Carla Vizotti somos varias mujeres ministras: Neuquén, Entre Ríos, Catamarca, San Juan, Santa Fe, Tucumán. Provincias del Norte que son muy tradicionalistas también están cambiando. Aparece una nueva construcción de la imagen de la mujer, que cuestiona los estereotipos de roles, pero falta mucho. 


¿Cómo afectó la pandemia a las mujeres?

Al ser un sistema feminizado, las mujeres se vieron sobrecargadas, no solo por la jornada sanitaria sino por el cierre de las escuelas, y no tener un sistema de cuidado. También sufrieron cambios psicológicos por no poder compartir espacios con familiares y amigos, para no exponerlos al riesgo. Durante casi un año no pude ver a mi mamá, eso se siente. Sumado a acompañar a los hijos en el trayecto educativo, la falta de descanso o de tiempo para una misma, fue muy importante. También el aumento en los gastos por las tareas de cuidado, en maestras particulares o cuidadoras.

Según el SEDRONAR, hubo un aumento del consumo de alcohol y psicofármacos dentro de la pandemia. Es importante destacar que la decisión de pedir ayuda, también la tomaron las mujeres de la familia. La pandemia ha dejado una sobrecarga laboral tanto como en las tareas de cuidado. Eso se refleja en el aumento de licencias por estrés, en estos momentos se puede cumplir con las licencias adeudadas, eso va a mejorar mucho.


¿Cuáles son los desafíos para la salud en las provincias del Norte Grande?

Pensar las políticas sanitarias regionalmente, en cómo se encaran los servicios sanitarios. La población no respeta las fronteras físicas. Poder  integrar mejor al sistema público con el privado, con las obras sociales provinciales. 

El problema de los recursos humanos es un problema nacional, tenemos que repensar el sistema nacional integrado de salud, que debería poder integrarse y relacionarse más. En todo el Norte Grande compartimos casi siempre los mismos problemas, ofertas concentradas y vacancia de profesionales en otras, costos de transporte importantes. Por eso debemos poder regionalizar el diagnóstico y el tratamiento, conveniar con una mirada federal. Debemos compartir y fortalecer los sistemas regionales, especialmente para determinadas patologías que están poniendo en jaque los presupuestos provinciales como las enfermedades raras, enfermedades crónicas no transmisibles, y oncológicas. Por ejemplo en Formosa, con servicios de alta complejidad se realizan trasplantes hepáticos. En cada provincia podríamos especializarnos en distintas áreas y derivar regionalmente,  a otros centros como Córdoba, Salta, Corrientes según las patologías. Eso nos permite pensar que no siempre la solución está en Buenos Aires. Así se puede ligar a un fortalecimiento académico, tecnológico y a un desarrollo científico y de tecnologías locales que permitan mejorar la calidad de vida de las personas.

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