Un PASO de cisne negro

OPINIÓN. Dura derrota del oficialismo nacional, gran triunfo opositor. Apuremos algunas precisiones para intentar luego algunas razones porque –convengamos– ni Juntos esperaba estos resultados.


…No sabes cómo extraño mi calma,

No sabes si voy a ser feliz así.

Dime, mi amor, qué pasó…

(Tu Nombre Sobre Mi Nombre, Luis Alberto Spinetta)


Dura derrota del oficialismo nacional, gran triunfo opositor. Apuremos algunas precisiones para intentar luego algunas razones porque –convengamos– ni Juntos esperaba estos resultados. La oposición contaba con triunfos en CABA, Córdoba, Mendoza, Corrientes y Jujuy; le sumó derrotas oficialistas en provincia de Buenos Aires, Santa Fe, La Pampa, Chaco, Misiones y en la Patagonia, siendo PBA el resultado menos esperado. Vamos por partes:


Argentina:

Aun en pandemia y con el arrastre de una crisis económica, el sistema político ofreció la posibilidad de encauzar el descontento a través del sistema de partidos, organizado gracias a las denostadas PASO de manera bicoalicional. Contrasta esto con los polvorines de múltiples y nóveles partidos, en muchos casos unipersonales, que podemos observar en el subcontinente: Brasil, Perú (adonde recientemente perdió personería el APRA) o, en los casos de Chile y Colombia, con estructuras partidarias más estables pero que perdieron representación frente a la ciudadanía y sufren en consecuencia crisis políticas.


Frente de Todos:

Confiar en el manejo de la pandemia y la vacunación, pateando la microeconomía para más adelante en favor de la macro se probó un cálculo equivocado en términos electorales: las compras en el súper no pueden esperar y la tarjeta está reventada. ¿El triunfo de la “racionalidad económica” en tensión con la “política electoral” al interior de la coalición fue una fatalidad inducida por la herencia macrista? Probablemente. Es estrecho el desfiladero a transitar entre vencimientos de deuda, la necesidad de acordar con el FMI y la posibilidad de que la economía se escapara de control, hiriendo quizás de muerte las elecciones de medio término. Pero todo contrato electoral tiene accountability: Cambiemos “prometió” en 2015 derrotar al kirchnerismo y por eso fue premiado en 2017, el Frente de Todos prometió en 2019 encender la economía y llenar la heladera y eso no ocurrió. Perdió algo más que al electorado volátil, y éste nacionalizó las elecciones. ¿No consideraron el arrastre de la crisis, el arribo de la pandemia? No tienen por qué y eligieron mandar un mensaje. ¿Votaron a los que favorecieron despidos, cierres de pymes y nos endeudaron mientras ahora prometen terminar con la indemnización por despido? Sí, es la otra opción de poder a mano en el cuarto oscuro y por ella optaron. En una nota previa apuntamos que el oficialismo había decidido no hablar en campaña de algunos temas espinosos: salarios e inflación, subsidios e incrementos tarifarios. Tiene poco margen para continuar esquivándolos. El Frente de Todos cuenta con una ventaja sobre Cambiemos: la capacidad para decodificar los mensajes electorales, herramienta que el macrismo no ejercitó, empecinado en la inexistencia de un “plan B”. Entonces acertar el diagnóstico es fundamental: no se trata de un problema político ni mucho menos de comunicación, es económico.


Juntos:

Si bien su campaña fue un retorno a sus bases discursivas, puro catenaccio semántico, y parecía entonces contractiva, el resultado fue expansivo. En 2015 prometió futuro, globos y alegría mientras ahora enarbolaron con caras demacradas el “te quieren pobre, te quieren bruto”. ¿El resultado es producto de su comunicación, de los medios, la gente no quiere indemnización? No, fue antes un castigo al oficialismo; pero no necesitan prometer mucho en camino a 2023 si el gobierno no acierta. Sí se probó acertado, en cambio, el diagnóstico de Juntos en referencia al desgaje de su electorado decepcionado y su posterior estrategia, ofreciendo salidas en “disidencia” por derecha en CABA y por “centroizquierda/UCR” en PBA. El 33% de Vidal parece poco para el espacio en su centro neurálgico, pero sumando a López Murphy y Rubinstein alcanza casi al 50% del electorado que siempre acompañó al PRO, ¿no es cierto, Fito? El 22% de Santilli en PBA parece poco para un proyecto presidencial, pero con Manes mejora ostensiblemente. Entonces el gran ganador de la jornada fue Rodríguez Larreta, número puesto para liderar el espacio mal que les pese a Macri o a Gerardo Morales. El expresidente intentó apostar luego de perder la interna sin haber competido, apuntalando algunos candidatos. Otro mal cálculo, porque ese engorde electoral por derecha terminó incrementando el capital político del jefe de gobierno porteño.


Los liberales:

Juntos hizo la mejor elección que podía hacer con los peores candidatos posibles, por eso luego de la caída de JxC en 2019 ganaron espacio y centimetraje los candidatos liberales, dirigiendo el debate hacia una mayor flexibilización laboral y minimización del Estado. ¿El 13% de Milei en CABA es preocupante de cara al futuro? No lo parece si pensamos en el 4% de Espert en PBA. Pero si consideramos cuál podría haber sido su resultado de no haberse presentado López Murphy, o sin el corrimiento hacia la derecha de Juntos, deberíamos invitar a la precaución. De todos modos, así como antes Cambiemos actuó como freno a la emergencia de un bolsonarismo argentino, el triunfo de Juntos obtura el crecimiento de sus variantes neoliberales más radicales.


El interior:

 Dos internas peronistas se presentaban interesantes: la de Santa Fe, en la que finalmente y contra los pronósticos ganó Perotti sobre Rossi, y la de Tucumán, en la que el vicegobernador Jaldo desafiaba a la lista de Manzur. Allí también triunfó el gobernador, 60 a 40. Como particularidad, en Tucumán también se jugaron internas en Juntos (por el Cambio): tanto para Diputados como para Senadores la lista apadrinada por Mauricio Macri finalizó tercera. Cisnes negros. Cisnes negros tirando pasos por todos lados.

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