Un recorrido por los datos

Algunos más promisorios que otros, algunos más inciertos también. Analizamos las tendencias recientes e imaginamos lo que puede pasar en lo que queda del año y el que vendrá.

Lxs invito a hacer un recorrido por la coyuntura económica observando algunas estadísticas relevantes que fueron publicadas la semana pasada. Como usted ya sabe, enfrentamos un escenario complejo y la salida de la pandemia el año próximo no dejará una economía de color rosa, si bien ya habremos pasado lo peor en términos sanitarios.

Empecemos por recapitular la caída del PIB de -19% interanual en el segundo trimestre de este año. Fue el período más sensible por los efectos de la cuarentena: suspensión de la producción industrial y servicios, reducción de la movilidad humana y un horizonte de completa incertidumbre. La retracción del consumo familiar, en primer lugar, y de la caída de la inversión empresaria empujaron el deterioro, que en términos históricos fue el peor desde que se tienen registros. El PIB argentino acumula tres años consecutivos de caída.

¿Qué debemos esperar para lo que resta del año? Una recuperación leve, producto de la reapertura parcial de ciertas actividades bajo protocolos sanitarios. Por otro lado, es importante destacar lo siguiente: existe convergencia en las expectativas de privados y del gobierno respecto de la evolución del PIB. El dato del segundo trimestre era esperado, también la mejora parcial para el período julio-septiembre (una caída de -13% interanual) y la recuperación en 2021 (que rondaría en un 5% interanual).

En términos internacionales Argentina se ubicará entre los peores desempeños de la región latinoamericana en 2020, junto con Brasil y México. En octubre los organismos internacionales actualizarán sus estadísticas y se prevén proyecciones deficientes para nuestra región. El único país del mundo que crecerá este año será China: 1,8% anual. En tanto la economía global, que venía mostrando en su conjunto un magro crecimiento en los últimos años, recién se recuperará en 2021.

Algunos analistas hablan de una reactivación en la pospandemia en forma de “V”, otros en forma de “U”, de “L”, de raíz cuadrada o de “K”: esta última implica que ciertas economías rebotarán en 2021 mientras otras continuarán en terreno recesivo. Pero todos coinciden en indicar que no habrá mejora para el empleo. Son reiterados los anuncios de la Organización Internacional del Trabajo en ese sentido. Habría un desacople entre actividad y empleo el año próximo, no esperamos que el desempleo merme sino que se acentúe.

Veamos qué ocurrió en Argentina en el segundo trimestre. La tasa de desempleo trepó a 13,1%, una crifa alta, que significó un retroceso hasta los niveles de 2004, pero distinta del desplome del PBI. En parte eso se debe a cuestiones metodológicas y a los efectos de la política pública: al encuestar INDEC pregunta si usted trabajó en la última semana (respuesta negativa aunque no haya perdido el empleo) y además consulta si buscó trabajo en dicha semana (pero en cuarentena estricta nadie “salió a buscar”). El desempleo subirá (hasta 15%) el trimestre siguiente, coinciden los especialistas. Se trata de 3,5 millones de personas que perderán su trabajo en el año.

¿Pero qué pasará cuando se levante el IFE y en paralelo veamos menor demanda en el mercado laboral? El empleo informal y el cuentapropismo podrían recomponerse en la pospandemia, pero en menor medida lo hará el empleo privado. Las estadísticas laborales venían empeorando sensiblemente en los últimos cuatro años, al igual que la pobreza y otros indicadores socioeconómicos. La deuda social será el gran tema de 2021. Una tasa de desempleo que duplicará a los mínimos (no tan bajos) de nuestra historia económica reciente (6,5%) y una pobreza arriba del 40% como dará a conocer INDEC la semana entrante.

Hay mucho por hacer y en paralelo el gobierno debe lidiar con la histeria de las variables nominales. El último dato de la inflación de agosto fue dado a conocer el miércoles 16 y anotó una suba mensual del 2,7%, mucho  más cercana a los niveles prepandemia. Repuntó el rubro de alimentos y bebidas no alcohólicas (3,5%) y continuó en alza el de equipamiento y mantenimiento del hogar (3%). En los meses que siguen seguramente veamos peores registros, se sentirán por ejemplo las remarcaciones debido a la suba del dólar financiero.

Sobre esta estadística discrepan las proyecciones oficiales de las privadas: las primeras requieren mantener la inflación mensual debajo del 3% para cerrar el año en 32% anual mientras los privados (que fueron ajustando sus estimaciones a la baja) apuntan a un cierre en torno al 37% anual. ¿Y qué ocurrirá en 2021? El guarismo se acentúa, con una proyección del 29% en el Presupuesto 2021 versus el 46% promedio de las consultoras. En la dinámica se sentirán los ajustes de precios y tarifas actualmente frenados por la política pública en pandemia (alquileres, medicamentos, servicios públicos, combustibles) y el efecto de las paritarias que se reanudarán.

No sabemos cómo terminará esta historia, que resulta preocupante y requerirá un gran esfuerzo para subsanar de parte de la política pública. Y no sólo de quienes ejercen el poder sino de todos aquellos que puedan ofrecer un marco de contención (por ejemplo con la sanción de leyes) para la sociedad argentina. Es un tiempo que reclama sensatez y madurez política.


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